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Un díálogo de sordos

By 02/12/2014No Comments

LA REPÚBLICA |

El Papa no logra convencer a autoridades turcas

Su primera visita a Turquía dio lugar a un diálogo de sordos entre el papa Francisco, abogado de la alianza entre religiones contra el terrorismo, y las autoridades de Ankara, que se empeñaron en denunciar la islamofobia, señalan los analistas.
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En el lujoso y polémico nuevo palacio presidencial turco, el contraste saltaba a la vista. El papa y el presidente Recep Tayyip Erdogan, ambos crispados pese a las sonrisas de rigor, recitaron cada uno su discurso sin que se produjera un verdadero intercambio.

“El papa se expresaba con una perspectiva pastoral, mientras que el presidente hizo un discurso muy político”, resumió con mucha diplomacia el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi.

El discurso de Francisco fue cortés pero firme. Subrayó el papel de “puente natural” de Turquía entre Occidente y Oriente, e insistió en el rol que debe desempeñar en materia de diálogo entre culturas.

El papa argentino también denunció la situación jurídica de la minúscula comunidad cristiana, de solo 80.000 fieles en una Turquía de mayoría musulmana, que sigue sin tener estatuto oficial.

El pontífice, al igual que hizo en Jordania en mayo, abogó por el diálogo entre religiones para detener el fundamentalismo, en un momento en que los yihadistas del grupo Estado Islámico reclutan a numerosos jóvenes radicalizados y ocupan amplias franjas de territorio en Siria e Irak, muy cerca de Turquía.

Francisco quiso convencer a su interlocutor de que “el diálogo interreligioso debe ser creativo y encontrar nuevas formas de expresión”, según el padre Lombardi.

Requisitorio

“El papa está muy convencido del papel político de las religiones” indicó a la AFP el padre Antonio Spadaro, director de la revista jesuita Civilta Cattolica. “Le gusta abordar los conflictos y las situaciones complicadas”.

Pero ese discurso, que insistió sobre la herencia común del cristianismo y el islam, parece haber encontrado poco eco entre las autoridades turcas.

En un registro totalmente distinto, Erdogan pronunció un requisitorio implacable contra el ascenso de la islamofobia, la opresión de los musulmanes en Occidente y el “terrorismo de Estado” del régimen sirio de Bashar al Asad y de Israel en Gaza.

Un discurso muy ofensivo en el que el islam cobró el papel de víctima y que apenas mencionó las exacciones sufridas por los cristianos de Irak y Siria.

El mayor dignatario religioso turco, Mehmet Görmez, también fustigó “la paranoia islamofóbica”, que sirve de pretexto a “presiones masivas, intimidaciones, ataques” contra sus “hermanos y hermanas que viven en Occidente”.

Aunque denunció los actos “totalmente inaceptables” de algunos musulmanes en Irak o en Siria, Görmez los atribuyó a “mentes heridas”, otra forma de apuntar a la responsabilidad de Occidente en el ascenso del fundamentalismo islámico.

El papa, fiel a su costumbre, se abstuvo de dar abiertamente consejos políticos a Erdogan. Pero, según monseñor Pascal Gollnisch, director de la Obra de Oriente, transmitió mensajes sin ambigüedad.

“La influencia que puede tener Turquía sobre el conflicto [en Siria e Irak] fue subrayada” claramente por Francisco, añadió Gollnisch.