El 24 de mayo se celebró la Fiesta de María Auxiliadora en Villa Colón. Y hay que enfatizar la palabra Fiesta porque es la que mejor describe lo que se vivió en dicha jornada.
La celebración comenzó la noche anterior con un encuentro de oración mariana durante la Vigilia de Pentecostés. Unos 300 jóvenes participaron en el Santuario de María Auxiliadora. La propuesta buscaba que los participantes reconocieran en sí mismos los dones del Espíritu y se vieran impulsados al compromiso cristiano en distintos ámbitos de su vida, poniendo en María como madre y maestra, la confianza en su intercesión y en su presencia que acompaña y sostiene.
Por la mañana se llevó adelante un encuentro de niños de parroquias, colegios, oratorios y obras sociales salesianas en la Casa Inspectorial de las Hijas de María Auxiliadora. Los 700 pequeños que se reunieron en el verde patio del lugar, tuvieron un momento de juegos, cantos y se encargaron de preparar la coreografía que animaría el momento de acción de gracias durante la Eucaristía. También aprendieron a gestualizar la canción María mírame mientras un grupo de niños caminaba con una imagen de Don Bosco alrededor del jardín.
A unas cuadras de allí, en el patio del Colegio Pío, se realizó un encuentro de adolescentes de similares características. El espíritu festivo reinó en dicha instancia pero también la solidaridad: sobre el mediodía los jóvenes se dedicaron a pintar las bocas de tormenta, rampas y veredas de las esquinas. Los más variados diseños y colores, cargados de alegría y creatividad, quedaron plasmados en las cercanías del colegio. Ya de vuelta en el patio, un grupo de adolescentes pintó una imagen de María Auxiliadora sobre el escenario, dando paso luego a la oración de un Ave María.
Sobre las 14:30 horas, toda la gurisada se unió a la tradicional procesión que se realiza por las calles de Villa Colón. Esta vez la concentración fue en la plaza 12 de octubre, desde donde partió la imagen de la Virgen junto a la multitud. Los jóvenes alegraron el caminar con sus banderas y pancartas pero también desplegando una especie de manto con los colores de la Virgen a ambos lados de la calle, que operó de cortejo al paso de la Auxiliadora. Un camión decorado con una inmensidad de globos iba abriendo la procesión mientras que en su plataforma trasera la banda John Boss Rock entonaba canciones dedicadas a María y a Don Bosco.
Una hora más tarde, luego de la llegada de la imagen de la Virgen, comenzó la Eucaristía que fue presidida por el superior de los salesianos en Uruguay, P. Néstor Castell SDB.
Al inicio de la celebración, un representante de cada grupo de la Familia Salesiana en el Uruguay recibió a un grupo de niños, adolescentes y jóvenes; como signo del compromiso que tiene cada grupo con estos muchachos.
«Sepan que estos que nos paramos acá adelante recién, queremos decirles a ustedes jóvenes, que queremos ser una oportunidad para que descubran cuánto los quiere Dios. Él quiere darte la oportunidad en cada casa salesiana, porque Don Bosco escuchó ese llamado, para que tú descubras el lugar que Dios tiene soñado para ti y ahí te quiere feliz», dijo Castell explicando este gesto.
Durante la homilía, Castell contó la historia de un niño que le pregunta a su padre por qué Dios no se manifiesta claramente. «Fijate, le dijo el padre, eso fue lo que hizo Dios. Nos escribió en un idioma que todos entendiéramos: yo los quiero, yo los amo y vivo por ustedes. ¿Cuál es ese idioma? Lo creado, el ser humano. Y por si eso no te bastara, te regaló su vida para que habite en ti. Y eso es lo que estamos celebrando hoy», manifestó.
Durante la acción de gracias dos jóvenes enseñaron la canción Saber Silbar, que se entonó durante el musical Giovannino en abril, a todas las personas que se acercaron al santuario en Villa Colón.
Al final de la celebración, se hizo el lanzamiento de la Acampada del Movimiento Juvenil Salesiano que se realizará en noviembre en Punta Espinillo. Hubo lugar para que los presentes recibieran un pegotín de la actividad y aprendieran el estribillo de la canción que identificará el encuentro.
Crónica del Lic. Emiliano Del Puerto
