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«Pandemia, nostalgia y pandemonio»: Reflexión de Mons. Fuentes

By 28/08/2020No Comments

Compartimos la reflexión de Mons. Jaime Fuentes, obispo emérito de Minas, sobre la «Noche de la nostalgia» en tiempos de pandemia.

Pandemia -¡que fea palabra!- viene de pan (todos) y dem (pueblo), y nosema (enfermedad). Pandemonio es palabra mucho más fea todavía: demonio viene de deimonion y ya se imaginan: todos los diablos juntos… Bueno, esta pandemia se está convirtiendo en pandemonio: “lugar de mucho ruido y confusión”(RAE).   El “lugar” son todas las latitudes y longitudes del mundo: que si la vacuna rusa, china y USA; que el mejor remedio para el bicho es la hidroxicloroquina; ¡NO!, el Redemsivir; ¡NO!, las cabezas de ajo en jugo de limón…

Y el número de contagiados y de muertos, discriminados según su número y según quién los cuenta, que esto también importa. Y si la mascarilla y los tapabocas (porque no son lo mismo, dicen) aunque también los hay que ni una ni otro, porque ninguno de los dos sirve para nada… Y los protocolos para cuanto se te ocurra hacer, y los pronósticos, que se contradicen hoy, ayer y mañana.

Pero entonces, menos festejada que nunca y por eso más deseada, aquí está, insobornable, “¡La Noche de la Nostalgia!”. Sin duda, mucho antes que la música de los Beatles y los Bee Gees, y todos los etcéteras musicales,  sentimos nostalgia de besos y abrazos; de apretones de manos y de caricias; de hablar de cerca y viéndonos las caras; hay nostalgia de hacer visitas y de recibir visitas; de reuniones de amigos; de fiestas de casamiento y de despedidas; de velorios y entierros en serio, por así decir; de partidos de todos los deportes y de hinchas que gritan y se abrazan; y… ¿para qué seguir?

En este pandemonio universal, una niña de no más de diez años, sin barbijo y con delicioso desparpajo, se acerca al sacerdote en la calle (lo reconoce por el cuellito) y le pregunta: – ¿Tú sos Padre? – Así es. – ¿Qué vas a hacer en la noche de la nostalgia? – La verdad es que no tengo nada pensado… Y ella, sin darle tiempo a ensayar algo: – ¿Sabés que voy a hacer yo?… Voy a acompañar a mi abuela. – Ah, ¡qué bien! – Ella me invitó. ¿Y sabés para qué? (se le iluminan los ojos): ¡Para rezar juntas el Rosario! ¡Chau, me voy!

Entonces, en un instante, se hace la luz: ¡al diablo con el pandemonio! Los niños enseñan, el sacerdote aprende…  ¿De qué puede tener nostalgia una criatura de diez años?…  No sabe ni qué significa la palabra. Pero la invitación de la abuela a rezar con ella, le sabe a gloria: desde siempre y hasta siempre, también en “la nueva normalidad”, la nostalgia de Dios sólo Dios la llena.

Reflexión publicada en http://www.desdelverdun.org/2020/08/la-noche-de-la-nostalgia.html