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Mons. Sanguinetti destaca en Pascua que la sociedad necesita un cambio que empieza por cada uno

By 20/04/2019No Comments

Mons. Alberto Sanguinetti Obispo de Canelones

“La sociedad necesita un cambio” subraya el Obispo de Canelones, Mons. Alberto Sanguinetti en su Saludo de Pascua, al tiempo que asegura que “lo más importante no vendrá desde afuera: de la ley, de las estructuras políticas y sociales» sino «del cambio de cada uno”.

En su saludo, el Obispo invita a los no bautizados a “creer en Jesucristo y a dejarse introducir en la vida nueva y abundante que él nos concede” así como a dejar  “la ignorancia de Cristo o un mal conocimiento de él, para pedirle a la Iglesia que los inicie en la sorprendente vida nueva que Jesús nos da, como hijos de  su Padre”.

A los bautizados Mons. Sanguinetti los insta a reconocer su dignidad como tales, y a no vivir “para sí mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó”. Les recuerda que “el sentido de tu vida no es satisfacer tus deseos, fantasías y pasiones, sino entregarte a Dios en justicia y santidad verdadera, según sus mandamientos”.

“No vivas según el mundo, sino según Dios, en todos los órdenes de tu vida. Reza mucho y pide la gracia de cambiar tu vida, alma y cuerpo, trabajo y descanso, tu familia y tu dinero, todo según Dios”, les expresa.

Luego, el Pastor reflexiona sobre la sociedad y señala que necesita un cambio que supondrá la conversión de cada uno: “La sociedad necesita un cambio. Lo más importante no vendrá desde afuera: de la ley, de las estructuras políticas y sociales. Lo más importante proviene del cambio de cada uno, para vivir con la dignidad en que fuimos creados, a imagen y semejanza de Dios, en la verdad de los mandamientos divinos”. “Para ello, es necesario convertirse, reconociendo el pecado, pidiendo la gracia y ayuda de Dios, buscando su auxilio”, acota.

“En una sociedad desesperanzada, que lleva a la muerte, somos invitados a esperar la vida eterna, que Jesús ha  inaugurado con su muerte y resurrección y vivir desde ya la vida eterna, la vida verdadera, renunciando al pecado y viviendo según Dios. Sólo así se renueva la persona, la familia, la sociedad”, concluye el Obispo de Canelones.

TIEMPO DE CAMBIO: LA VIDA NUEVA QUE NOS DA CRISTO RESUCITADO POR EL BAUTISMO.

La Iglesia anuncia y grita a todos los vientos un hecho doble.

Cristo fue crucificado. Hecho histórico de quien dan testimonio muchísimas fuentes. Cristo resucitó de entre los muertos. De ello testifican los apóstoles y otros que lo vieron. Es razonable creer ese testimonio, porque los testigos son fiables, por los signos que dio, por la unidad con toda la figura de Jesús de Nazaret, que tiene su coherencia interna, figura imposible de crear por la imaginación o deseos humanos.

Cristo crucificado, Cristo resucitado. Sobre este testimonio miles y miles vivieron y viven su vida, entregaron su vida y la entregan, no por fanatismo, sino normales seres humanos. Sabios y sencillos, proclaman su fe en el testimonio de Cristo, que murió por nuestros pecados  y resucitó para darnos vida nueva, sana, santa, eterna.

Volvemos, pues, a anunciarlo. Creer o no en este testimonio es un acto de libertad, de adhesión de la persona a Jesús. Si reconozco que murió por mí, me dejo amar, y me dejo poseer por su amor. Si reconozco que resucitó y vive y reina, me dejo salvar por su gracia y poder. Creer en Cristo resucitado, llama a vivir en una vida nueva, fundada en su amor y la verdad que él proclama.

En concreto, la aceptación por  la fe de Cristo muerto y resucitado para nuestra transformación en hijos de Dios, pide una conversión, un cambio, que se realiza en el bautismo.

El bautismo no es una simple bendición divina.

El bautismo es el acto  de Cristo resucitado y glorioso que vive a la derecha del Padre, por el cual recibimos el Espíritu Santo para el perdón de los pecados y  para vivir según Dios, unidos a Cristo en su Iglesia.

Hoy al proclamar que Cristo crucificado resucitó y vive junto al Padre y reina y actúa en este mundo, invitamos a todos los que no han recibido la gracia del bautismo, a creer en Jesucristo y a dejarse introducir en la vida nueva y abundante que él nos concede. Dejen la ignorancia de Cristo o un mal conocimiento de él, para pedirle a la Iglesia que los inicie en la sorprendente vida nueva que Jesús nos da, como hijos de  su Padre.

Nos dirigimos también y de un modo particular a los ya bautizados. Vuelvan a escuchar el anuncio de Cristo crucificado y resucitado, de modo que ya no vivan para sí mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó. ¡Reconoce, cristiano tu dignidad! Si fuiste unido a Jesucristo por el bautismo, no desprecies el don de Dios. Conviértete a una vida digna de bautizado, de hijo de Dios, de miembro de la Iglesia. Recuerda la palabra de Cristo – toda la palabra de Cristo –  y no vivas según el mundo, sino según Dios, en todos los órdenes de tu vida. Reza mucho y pide la gracia de cambiar tu vida, alma y cuerpo, trabajo y descanso, tu familia y tu dinero, todo según Dios. El sentido de  tu vida no es satisfacer tus deseos, fantasías y pasiones, sino entregarte a Dios en justicia y santidad verdadera., según sus mandamientos. Renueva el perdón de los pecados que recibiste en el bautismo, reconociendo con humildad tus pecados ante la Esposa de Cristo, la Iglesia, y recibe el perdón y la paz en el sacramento de la confesión.

Así, reconciliado y perdonado, convertido, humildemente sediento de Dios, recibe la vida de Cristo en la sagrada comunión.

La sociedad necesita un cambio. Lo más importante no vendrá desde afuera: de la ley, de las estructuras políticas y sociales. Lo más importante proviene del cambio de cada uno, para vivir con la dignidad en que fuimos creados, a imagen y semejanza de Dios, en la verdad de los mandamientos divinos.

Para ello, es necesario convertirse, reconociendo el pecado, pidiendo la gracia y ayuda de Dios, buscando su auxilio.

En una sociedad desesperanzada, que lleva a la muerte, somos invitados a esperar la vida eterna, que Jesús ha  inaugurado con su muerte y resurrección y vivir desde ya la vida eterna, la vida verdadera, renunciando al pecado y viviendo según Dios. Sólo así se renueva la persona, la familia, la sociedad.

Que la Virgen María, nos acompañe para que cada uno tenga de verdad la experiencia del bautismo, la experiencia de la Pascua, en una vida nueva, santa, con el gozo de Cristo crucificado y resucitado.

Santas y felices pascuas de resurrección para todos, para cada familia, para cada uno.