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Mons. Pablo Galimberti: «Vacaciones y tiempo libre»

By 14/02/2014febrero 22nd, 2014No Comments

Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti

¿Qué hacemos en el tiempo libre y cómo aprovecharlo mejor? ¿Alcanza definirlo como aquello que hacemos después del trabajo remunerado u obligatorio? Algunos piensan que una forma del tiempo libre, no vinculado a una relación laboral continuada, es el de los jubilados o “pasivos”, sentados en un banco de la plaza cuidando a un nieto o alimentando palomas.

Hoy esta imagen tierna pero demasiado estática se ha modificado. Cada vez son más comunes las sendas para caminar o circular en bicicleta, matizados a veces con aparatos para sencillos movimientos de estiramiento. Pero lo más importante es comprobar que se usan cada vez más, en especial al comenzar el día o hacia el crepúsculo.

Pero tiempo libre no es sólo el que disfruta la persona que dijo adiós a la empresa, oficina, comercio o a la actividad donde transcurría su jornada laboral. Como el funcionario municipal que se jubiló el año pasado y que a las 5 de la mañana hacía oír sus herramientas golpeando la calle que barría.

El tiempo libre se puede vivir en los ratos o días de la semana simultáneamente con los compromisos laborales. Como el que tiene habilidades para la carpintería, la pintura, el jardín o la cocina y cada fin de semana o feriado “despunta el vicio” sacando la guitarra del ropero.

Muchas personas de nuestras parroquias regalan horas para diversos servicios, como por ejemplo, la catequesis a niños o adolescentes. Otros animan grupos de jóvenes y conozco esposos que en el verano participan con sus hijos en campamentos juveniles. Otras personas, generalmente mayores, prefieren visitar a personas ancianas, enfermas o detenidos en el centro de rehabilitación (ex cárcel); otras veces brindando apoyo a distintos Caifs.

En el hogar, clubes deportivos del barrio, comisión de apoyo a la escuela, clubes políticos, la gente encuentra también espacio para hacer cosas diferentes cuyo resultado no se mide necesariamente por un sueldo, pero que resultan formas saludables de socialización y modos de vivir la virtud humana de la solidaridad entre vecinos. Cuánto bien hace visitar a un enfermo y regalarle un rato de nuestro tiempo. Lo gratuito también cuenta en la vida y esponja el corazón. Escuchar las alegrías y penas de otros nos hace mucho bien. Para no estar lamiendo cada día nuestras penas.

Dedicar ratos a estar con los hijos compartiendo juegos o viendo juntos una película, es educación informal y resulta una rica inversión. ¡Qué pensarían los hijos pequeños de sus padres, ocupados en múltiples compromisos fuera del hogar, pero avaros para regalar ratos para estar, reír, llorar, contar anécdotas familiares y comer juntos una pizza casera en familia!

Esta semana pasé un día y medio en una localidad del Dpto. de Artigas y guiado por los niños de la capilla de Tomás Gomensoro visité la Escuela Pública Clemente Estable. Mi sorpresa fue grande al ver a más de 50 chicos participando en el programa Verano Educativo. Los niños orgullosos de sus manualidades, fruto de imaginación y reciclaje de papel, me mostraban cómo habían transformado lo viejo y descartable en coloridos portarretratos, que incluían sus propias fotografías.

Es una interesante propuesta del Consejo de Educación Inicial y Primaria implementada otra vez en estos días en 171 escuelas de todo el país. Con asombro un niño me mostraba su pasaporte, con sus datos, y con los países que cada día visitaban. Una hermosa manera de enseñar mediante el juego y de aprovechar todas las imágenes, fotos, música y hasta comida, para sentir de cerca estos lejanos países.

Vacaciones, más que interrupción de actividades, puede ser invitación a dar forma a proyectos dormidos o intereses que aun no tienen forma definida o deudas pendientes con familiares o amigos lejanos. O aquel libro o página de un libro de cabecera que necesito releer. O rumiar mentalmente decisiones que deberemos tomar en el corto o mediano plazo.

Cada día, cada hora, son una página en blanco. Para el creyente un regalo de Dios. Nuestra propia obra de arte no será la que premie un jurado. El corazón llama y es gratificante realizar esas tareas que aun esperan.