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Mons. Pablo Galimberti reflexiona sobre «Escuela incendiada»

By 30/06/2014julio 4th, 2014No Comments

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Dos palabras que, juntas,desconciertan. La acción criminal cuyo responsable es un joven de 20 años, vecino y ex alumno de una de las dos escuelas ubicadas en el mismo predio en Flor de Maroñas, es provocadora.

Vecinos, docentes, alumnos, autoridades de la enseñanza, la sociedad entera y el presidente Mujica, con dolor y energíadieron la cara enfrentando una reconstrucción que costará 2 millones de pesos.

Indignación, preguntas y un hondo desánimotiñen laspalabrasy el ánimode los vecinos, al pisarescombros, hierros retorcidos de bancos escolares y ver paredes ennegrecidas,en lo que era el espaciomás emblemático y movilizador en la zona.

Muchos son los que se han sentado en esos bancos, jugado en los patios y festejado fiestas patrias. Para muchas familias ese lugar es el camino de las mañanas o tardes para llevar y traer a sus hijos más pequeños.

El primer plano de una estupenda foto de un matutino capitalino captala mirada de un niño enun aulaquemada.Lo que era espacio ordenado, estimulante yde convivencia, su hábitat muchas horasdel día, ahora es negrura, ceniza y desorden.Más que curioso, el niño se ve manos en los bolsillos, observando un armario destartalado y ennegrecido. Hay restos de carpetas, cuadernos… En silencio,ese rostrointerroga, como sintiendo una herida en su memoria.

¿Dónde están lasleccionessobreel amor ala patria?¿Dónde están los valores por los que hay que luchar cada día,como generosidad, solidaridad, cuidado del medio ambiente?Semejante sensación de “doble discurso”, semejante a la que experimentan los visitantesde escenarios bélicos, según fotos de la reciente conmemoración de los 50 años del desembarco de Normandía.

Lugares donde las guerras han exterminado no sólo familiares y compatriotas; también símbolos, tradiciones, bibliotecas, pabellonespatrios, mapas dela geografía humana del país que habitamos, etc. ¿Dónde fueron a parartantas virtudes predicadas?Esfuerzos pisoteados, destruidos. Es probable que ese niño no olvide jamás este momento de su vida.

Y es bueno que no lo haga, para que aprenda, observando esa misma aula, que de nada sirven los valores enseñados, si no ayudan a cambiar la propia vida, los criterios y la convivencia. Para decirlo con una imagen: con las mismas piedras se pueden construir puentes que unen o muros que dividen.

Ampliando esta reflexión sobre la “escuela incendiada” ylo que representa ese espacio de crecimiento y “disciplinamiento” destruido, hay un análisis de Erich Fromm acerca de las causas de la violencia.

En un capítulo de su ensayo sobre “El corazón del hombre” dedicado a las diferentes formas de violencia, dice que una de ellas se produce por frustración, cuando se bloquea un deseo o una necesidad. Con ella está vinculada la agresión por envidia y los celos. La historia de Caín es ejemplar y el cainismo siempre está activo: en la iglesia, en la sociedad, en la política y en el fútbol. Para Fromm existe otro grado que es la violencia vengativa; como la ley del talión: “me hiciste esto y por eso te devuelvo con la misma moneda”.

Nadie está exento de experimentar estos sentimientos. Pero gracias a la tarea de la educación y la autoeduaciónse pueden pulir y aprovechar positivamente esas energías desaprovechadas.

Mencioné de paso el fútbol, porque ninguna “mística celeste” puede cerrar los ojos o esquivar un juicio reprobable con respecto a la acción antideportiva de Luis Suárez. No obstante, reconozco que nos ha regalado enormes alegrías y que hasta algunas penas impuestas podrían discutirse.

Son preocupantes, también, los actos violentos ocasionados en Salto durante el “festejo” de los dos recientes triunfos de nuestra selección. El festejo ¿es desahogo o pretexto para los sentimientos que en un día normal no nos animamos a expresar? Entre el estallido de jolgorio y el ruido de los cohetes también se cuelan roturas de vidrieras y saqueos que nada tienen que ver con festejar a “la celeste”.

Educar los sentimientos agresivos es tarea diaria, para “no quemar escuelas”. En el barrio, la familia o una cancha de fútbol.

Columna publicada en el Diario «Cambio» el viernes 27 de junio de 2014