Skip to main content
Mons. Pablo GalimbertiNoticeu

Mons. Galimberti descarta que el Papa elija cardenales buscando disminuir peso de europeos

By 14/10/2016marzo 18th, 2017No Comments

francisco-pablo-2-sin-fotografo-de-fondo

El Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, descarta que en la creación de los nuevos Cardenales el Papa busque disminuir el peso de los europeos en un futuro cónclave. Refiriéndose a los nuevos Cardenales, el Obispo señala que “sus identidades hacen patente que la iglesia es una comunidad sin fronteras” y que a través de ellos el Santo Padre “quiere palpar de cerca los clamores y urgencias” de países lejanos o periféricos.

En su columna semanal publicada en el Diario “Cambio”, Mons. Galimberti asevera que el Papa, en la persona del “valiente” arzobispo Baltasar Porras, a quien -afirma-  le une un vínculo de cercanía, busca “el testimonio de un venezolano, testigo del angustioso drama que azota al país caribeño”.

En cuanto a la designación de Carlos Aguiar Retes Mons. Galimberti resalta su procedencia, México: un “país laico con memoria de sangrientas persecuciones a los católicos `cristeros´ y una fe alimentada por las apariciones de la Virgen de Guadalupe (1531)”.

“La tercera designación cardenalicia le tocó a Brasil. Correspondió al joven arzobispo de Brasilia, Sergio da Rocha (55 años), quien ocupa actualmente la responsabilidad de presidir a la conferencia episcopal más numerosa del mundo.”, señala el Obispo de Salto.

“El Papa no piensa en su sucesor al hacer estos nombramientos. Por propia experiencia sabe que en los cabildeos de los cónclaves se cuela un soplo divino que sorprende a los cardenales electores y a toda la Iglesia”, subraya el pastor.

De las periferias al centro

Mons. Pablo Galimberti

El Domingo pasado, en el tradicional saludo a los fieles en Plaza San Pedro, el Papa Francisco anunció la creación de 13 nuevos cardenales.

Una ojeada indica que proceden de 11 países con realidades culturales, económicas y religiosas muy diversas. Resalto la procedencia de países lejanos o periféricos con respecto a los centros del poder económico o político mundial.

Sus identidades hacen patente que la iglesia es una comunidad sin fronteras. Tal como la quiso Jesús: vayan por todo el mundo y anuncien la “buena noticia”, que es la traducción de “evangelio”. Se van cumpliendo etapas y tareas, pero la Iglesia que visibilizó Jesús al enviar a los doce apóstoles a todos los pueblos, nunca podrá decir, mientras navegue en los mares de la historia: “misión cumplida”.

El Papa no está buscando, como leí en algún medio de prensa, disminuir el peso de los cardenales europeos en un futuro conclave donde se elegiría a su sucesor. Recientemente pronunció un magistral discurso al recibir el Premio Carlomagno resaltando el singular aporte de Europa. “La creatividad, el ingenio, la capacidad de levantarse y salir de los propios límites pertenecen al alma de Europa. En el siglo pasado ha dado testimonio a la humanidad de que un nuevo comienzo era posible…” (6/05/16).

Pero obvio, el mundo no es Europa. Aunque como suelen decir los argentinos, y podría aplicarse al primer mundo: “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”.

El Papa Bergoglio no busca informaciones de las “periferias” del mundo. Estas pululan en todos los rincones del mundo, también en Roma. Quiere palpar de cerca los clamores y urgencias de esas zonas: Lesotho, Malasia, Papúa Nueva Guinea , Isla Mauricio, República Centroafricana, Bangladesh… Y quiere tener en la persona del valiente arzobispo Baltasar Porras, -con quien me une un vínculo de cercanía- el testimonio de un venezolano, testigo del angustioso drama que azota al país caribeño.

El Papa no  piensa en su sucesor al hacer estos nombramientos. Por propia experiencia sabe que en los cabildeos de los cónclaves se cuela un soplo divino que sorprende a los cardenales electores y a toda la Iglesia. La prueba es el mismo Papa Bergoglio.

Es probable que después de la renuncia de Benedicto XVI, muy pocos hayan pensado en un cardenal argentino para sucederlo. Y sin embargo ocurrió lo inesperado. “Fueron a buscar a uno de muy lejos” fueron sus primeras palabras asomándose al balcón de Plaza San Pedro.

Algo similar ocurrió en octubre de 1978, en el cónclave de 114 electores que eligió, al cabo de tres días y ocho escrutinios, al desconocido para la mayoría, cardenal polaco Karol Wojtyla. Después de 445 años ningún papa “extranjero” había sido designado como obispo de Roma.

Otra designación cardenalicia recayó en Carlos Aguiar Retes. Procede de México, país laico con memoria de sangrientas persecuciones a los católicos “cristeros” y una fe alimentada por las apariciones de la Virgen de Guadalupe (1531).

La tercera designación cardenalicia le tocó a Brasil. Correspondió al joven arzobispo de Brasilia, Sergio da Rocha (55 años), quien ocupa actualmente la responsabilidad de presidir a la conferencia episcopal más numerosa del mundo.

Nuestro continente, además de los cardenales en actividad, como Daniel Sturla de Montevideo, tendrá así tres nuevos rostros para sumarse a los cercanos colaboradores del Papa Francisco.

Columna publicada el viernes 14 de octubre de 2016, en el Diario «Cambio» de Salto