Skip to main content
Noticeu

“Miren como nos amó el Padre”: Ordenación sacerdotal de Luis Ferrés e Isaías Marecos

By 27/04/2018No Comments
30167703_1705053129561845_3902383282337769220_o-1024x683

Imagen publicada en www.icm.org.uy, tomada por Clara Planelles

El domingo 22 de abril, en la Catedral Metropolitana, fueron ordenados 2 nuevos sacerdotes. Luis Alberto Ferrés e Isaías Marecos pasan así a formar parte del cuerpo presbiteral de la Iglesia. El Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, presidió la celebración, acompañado por Mons. Milton Tróccoli, Obispo Auxiliar, así como una gran cantidad de sacerdotes, tanto de la diócesis como del Camino Neocatecumenal del que es parte el ahora padre Isaías.

En la Eucaristía también participaron una gran cantidad de fieles, que colmaron la Catedral, entre los que se contaban familiares y amigos de los nuevos sacerdotes. Fue importante la presencia de la comunidad de la Parroquia de Belén, de donde proviene el padre Luis, así como quienes vinieron de Paraguay, unas 80 personas aproximadamente, para acompañar al padre Isaías. La celebración tuvo como particularidad que el encargado de guiarla fue uno de los hermanos del Padre Luis; Leonardo.

Luego de la lectura del Evangelio, se llevó adelante el primer paso en el rito de la ordenación sacerdotal; la presentación de los candidatos, que además fueron llamados por su nombre. Allí hicieron las promesas ante el arzobispo. A continuación comenzó la homilía.

«En mis manos Señor, Tú te has hecho presente»

El Cardenal Sturla comenzó destacando las palabras de la segunda lectura del día, de la Carta de San Juan, “Miren como nos amó el Padre”, y dijo que estas palabras provocan “también hoy nuestro asombro”. Hizo notar la expectativa y ansiedad por la consagración “de Luis e Isaías, para siempre, como sacerdotes de Jesucristo” y subrayó las palabras “para siempre», «desde ahora hasta la eternidad”.

El Arzobispo de Montevideo les dijo a los nóveles sacerdotes que “cuando lleguen ante el juicio de Dios Misericordioso les mostrarán las manos que serán ungidas en un rato”. Continuó diciéndoles que cuando se encuentren con Cristo Resucitado podrán decirle, “mis manos Señor Jesús han sido tuyas, consagradas por tu Espíritu, con ellas he bendecido hasta a mis propios padres, he bautizado a niños, jóvenes y adultos, he perdonado los pecados, he ungido a los enfermos, he presentado el Pan y el Vino de la ofrenda. En mis manos, Señor, Tú te has hecho presente en el Pan de Vida”.

Continuó el prelado recordándoles que “en las llagas gloriosas de Cristo Resucitado, sentado a la derecha del Padre, verán el sentido de sus propias vidas”. Podrán, además, llegar a saber “si han sido fieles o no al don siempre inmerecido del sacerdocio. Si sus manos ungidas han sido, a la vez, de trabajadores en la viña del Señor, si están encallecidas por la tarea evangelizadora, si han tocado con sus manos las llagas de Cristo en las llagas de nuestros hermanos que sufren. Si tienen las marcas de los clavos de las críticas, recibidas por ser fieles a la verdad del Evangelio”. Después usó una imagen sumamente poderosa “Manos de Cristo: manos de Isaías y de Luis”.

La fe desde el hogar

Más adelante, el Cardenal destacó que ambos sacerdotes provienen de familias de fe “que hoy los acompañan con cariño y gratitud a Dios por haber llamado a sus hijos al sacerdocio”. Subrayó, también, el hecho de que ambos provienen de comunidades cristianas; de la Parroquia Medalla Milagrosa de Asunción y de las comunidades del Camino en el caso de Isaías Marecos; y de la Parroquia de Belén en el caso de Luis Ferrés.

Observó el Arzobispo que para Luis, como para todos los que venían de la Parroquia de Belén, se estaban recordando los 60 años de la ordenación sacerdotal del padre Julio César Elizaga. De hecho, el nuevo sacerdote sería revestido con la casulla del Padre Julio César.

El prelado rememoró que Isaías sintió por primera vez la llamada del Señor a los 16 años. Agregó que en el camino hubo tropezones, pero finalmente venció el Señor. Refiriéndose directamente al sacerdote le dijo que “hoy estás aquí presente rodeado de la gente de tu tierra. Nos sentimos muy hermanos, que sean muy bienvenidos entre nosotros, les damos cordial bienvenida”.

Después, el Cardenal  Sturla comentó los lemas sacerdotales. Comenzó por el de Isaías: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia”, las palabras de Cristo Buen Pastor. Mirándolo, le recordó a Isaías cuando salió del seminario, y estaba trabajando en una empresa de transporte, “hubo un accidente y tuviste que ir. Había un joven fallecido, tenía tu misma edad y lo experimentaste como una llamada de Dios; estar donde el Señor quiere que estemos”.

Luis, por su parte, eligió como lema “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”. Destacó que “para Luis el cantar tiene mucho que ver con su camino de fe y vocacional”. Trajo a luz palabras del propio Ferrés “se canta con toda el alma, con alegría, con fuego en el corazón”. Observó además que la vocación de Luis “comenzó con un encuentro con el Dios Misericordioso. Por eso querés ser instrumento de la misericordia de Dios, y cantarla para siempre”.

«Sobrará trabajo y les faltará tiempo»

A continuación, el Cardenal  se centró en el Evangelio del día. Destacó las palabras que dicen “el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, en esa frase se sintetiza la vida del sacerdote; dar la vida”. Añadió que “esa vida que es regalo de Dios se estropea si la guardo, se envejece, se apolilla. En cambio, se hace más bella, más fuerte, más joven, si la doy. Dar mi propia vida”.

El Arzobispo de Montevideo les subrayó a los nuevos sacerdotes que el Señor, al ungirlos, “les da un corazón pastoral, para que conozcan y amen a la comunidad y a las personas que son enviados. También una mirada vigilante ante los lobos que, aquí y allá, quieren inmiscuirse en el rebaño. No les tengan miedo, confiamos que no serán ustedes como los asalariados, de los que habla el Evangelio, que cuando ven al lobo huyen”.

Después, el prelado les pidió a Luis e Isaías que no sean quejosos; “el Señor debe estar cansado de soldados quejosos”. Los llamó, por eso, a ser “soldados alegres en el combate bajo el mejor capitán, el Señor les da su gracia”. Les advirtió además que “están en las trincheras de la Iglesia. Como al papa Francisco le gusta decir, en las periferias”.

Continuando con su alocución, el Cardenal  les dijo que “sobrará trabajo y les faltará tiempo. Deberán medir sus fuerzas y tener sus tiempos de descanso para retomarlas. Pero hay un secreto que es bueno saberlo y comprobarlo en la experiencia de cada día: si rezan su tiempo se multiplicará, las nubes se disiparán, los miedos desaparecerán. El que multiplicó los panes y los peces, multiplicará el tiempo de los que rezan”.

«Amar con un corazón libre y puro»

Además, el Arzobispo les dijo que “saldrán de esta celebración siendo otros y a la vez saldrán siendo los mismos, cargando con la misma mochila de flaquezas. Pero no se asusten por ello, no se asombren del pecado, en el camino saben que encontrarán dificultades. Una no menor será amar, amar mucho, amar fuertemente, pero amar con un corazón libre y puro”.

Sobre esto, el Pastor les advirtió que “el demonio intentará empañar sus sentimientos y emociones”. Pero los alentó diciéndoles que “no están solos”. “Hay un cuerpo presbiteral que los acompaña, tienen a su obispo, cultiven la amistad sacerdotal, mantengan vínculos siempre vivos con sus familias, tienen el apoyo de la comunidad”, añadió.

Sobre el final de la homilía les dijo que “desde el día de hoy María Santísima será doblemente la madre de ustedes. A Ella los encomendamos en la certeza que esta madre, dulce y poderosa, sabrá defenderlos, acompañarlos, endulzar sus soledades, curar sus heridas y animarlos a continuar en primera línea al servicio de su Hijo”.

Sacerdotes para la Iglesia de Montevideo
Luego de la homilía, quienes iban a ser ordenados sacerdotes se postraron en el suelo, en señal de humildad y de súplica, mientras se cantaban las letanías de los Santos. Una vez terminadas las letanías, el Cardenal Sturla hizo una oración pidiendo para los candidatos la bendición del Espíritu Santo.

En un profundo silencio por parte de la asamblea, siguiendo el rito, el obispo impuso las manos sobre Luis e Isaías. En ese momento el Espíritu Santo desciende, por medio del sacramento, al ordenado. Luego de la oración consagratoria, Luis e Isaías ya eran sacerdotes. A continuación, como signo del ministerio que la Iglesia les confirió, recibieron la estola y la casulla.

Una vez revestido ya con las vestimentas del sacerdote, el arzobispo les ungió las manos a Isaías y a Luis con el Santo Crisma, mientras decía una oración. Seguidamente, con otra oración, el obispo les entregó a los nuevos sacerdotes el cáliz y la patena. Es en ese momento, como muestra de acogida en el presbiterio, el arzobispo y los demás concelebrantes dieron un abrazo a los nuevos sacerdotes, al tiempo que todos los presentes en la Catedral Metropolitana aplaudían a los nuevos presbíteros.

En el momento de los agradecimientos, el padre Luis recordó a las comunidades en las que había realizado su camino de formación hacia el sacerdocio. Además destacó principalmente a su familia y a la comunidad de la Parroquia de Belén. Tuvo palabras de especial agradecimiento para el padre Julio César Elizaga, fallecido recientemente, por toda su entrega en la comunidad de Malvín Norte y en la Iglesia de Montevideo.

Por su parte, el padre Isaías quiso agradecer al Camino Neocatecumenal del que es parte. Agradeció especialmente a la Arquidiócesis de Montevideo, a través del arzobispo, por como fue recibido. Sobre el final quiso agradecer a la gente que lo vino a acompañar desde Paraguay, terminando su intervención con palabras en guaraní.

Los dos nuevos sacerdotes
El domingo 22 de abril, dos jóvenes recibieron en sacramento del Orden sacerdotal. Se trata de los padres Luis Alberto Ferrés e Isaías Marecos, ambos del clero de Montevideo. El padre Luis tiene 27 años y comenzó su proceso vocacional en la Parroquia Jesús Misericordioso de Belén. Actualmente está en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, en el barrio Casavalle, y es capellán del Liceo Jubilar.

El padre Isaías tiene 29 años y nació en Asunción del Paraguay, pertenece al Camino Neocatecumenal y se desempeña en la Parroquia Jesús Obrero de Paso de la Arena.

Crónica publicada en http://icm.org.uy/miren-nos-amo-padre/