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«Francisco vino a renovar la alegría de la fe»: el Arzobispo entrevistado en Radio Oriental

By 22/04/2015abril 24th, 2015No Comments

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El  Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, fue entrevistado el Viernes Santo en el noticiero del mediodía de Radio Oriental. La fuerza actual de los cristianos para transmitir su fe, el aporte que la Iglesia a la educación y la ciencia, el Papa Francisco, el modo en que percibe la situación de la Iglesia, las tentaciones del clero… son los temas que el cardenal afrontó en sus respuestas y que aquí compartimos con los lectores de Entre Todos.

CRONICA PUBLICADA EN EL QUINCENARIO «ENTRE TODOS» Nº 352 

¿Cómo ve hoy en día el relacionamiento entre la sociedad uruguaya y la Iglesia

Creo que ha habido un avance enorme desde el retorno de la democracia, en el año 1985 hasta ahora. Es decir, ese anticlericalismo, aquella situación digamos de cierta negación, cierto ninguneo de la Iglesia que se vivió en el Uruguay de la primera mitad del siglo XX… esto ya pasó a la historia. Es anacrónico. Aquellos que dicen que la Iglesia no tiene que opinar… yo diría… eso está 100 años atrasado. Entonces yo creo que hay un relacionamiento mucho más fluido donde la Iglesia también aprendió a estar en una sociedad plural democrática y que puede hacer oír su voz sin pretender dictar cátedra, pero sí con firmeza, con convicción, con alegría pero también en diálogo con posturas diversas.

En la homilía de la misa del Domingo de Ramos que fue celebrada en la catedral metropolitana usted llamó a los cristianos de nuestro país a despertarse porque hay muchos que sin saberlo anhelan la palabra de Dios…Si le parece, Cardenal, escuchamos un fragmento de lo que dijo el domingo pasado:

«Por eso, lo que no podemos hacer queridos hermanos, es quedarnos dormidos, como aquellos discípulos que acompañaron a Jesús en el huerto de Getsemaní y por dos veces se durmieron, y que recibieron de Jesús ese reproche: “¿No podían velar ni una hora conmigo?”

»El Señor hoy nos dice a nosotros, cristianos de este país:… ¡despiértense, levántense, vamos!, hay muchos hermanos nuestros que aun sin saberlo anhelan una palabra de Dios, una palabra de salvación, una palabra que dé sentido a sus vidas.»

¿Considera, Cardenal, que aún hay uruguayos que están dormidos y, si es así, por qué?

Creo que hay católicos dormidos —es a lo que me referí—, y que sí hay uruguayos que aun sin tenerlo en su horizonte consciente, lo que buscan es un sentido en sus vidas. Creo que esto está también presente en los jóvenes. Católicos dormidos, y bueno, porque nos hemos acostumbrado a que somos los que somos, a que vamos a la Iglesia somos católicos medio… ¿cómo podría decir?, la expresión ´dormidos´ venía bien. ¡Pero no, Cardenal, mire que no es así! Por supuesto que hay católicos bien despiertos. Menos mal. Pero hay muchos que se han adormecido. En cambio el cristiano es un apóstol. Un cristiano es un convencido de que realmente tiene por pura gracia, no porque sea más que nadie, que recibe un don que es la fe y que la fe es capaz de iluminar todas las situaciones de la vida humana, Y por lo tanto, ese gozo de tener esa luz capaz de iluminar, es para transmitir, para pasarle a los otros. Ni qué decir a los hijos en el caso del padre o la madre, a los vecinos, los amigos. Entonces, ese fuego, ese ardor de anunciar a Cristo es lo que está un poquito adormecido y ojalá lo podamos despertar, con todo el respeto del mundo, a todos los que piensan distinto en esto, pues no estoy queriendo invadir nada pero sí, no ser dormilones. Porque un día el Señor nos va a preguntar: ¿qué hiciste con la fe que te regalé? ¿Te la guardaste para ti mismo? Si no se comparte se termina apagando también la propia fe.

¿Qué aportes considera que pueda darle la Iglesia a la sociedad?

La Iglesia da tantísimos aportes al Uruguay desde siempre. Pensemos en el campo de lo educativo. Impresionante, porque las primeras escuelas son de la mano de la Iglesia: los jesuitas, los franciscanos…, hasta hoy. Y no sólo pensemos en los colegios católicos sino también en la cantidad de ONG que con el apoyo del INAU hacen presente la educación católica en los barrios más populares de Montevideo y desde ahí a la Universidad Católica. Pensemos en lo que significa la educación para el trabajo. Pensemos en la escuela de enfermería católica, y así podríamos seguir. Hay también un magisterio católico que tiene más de 100 años, que lo tienen las Hijas de María Auxiliadora.

Sí, hay un campo vastísimo en lo educativo, pero en el campo de la ciencia… Los primeros científicos que hubo en el país fueron dos sacerdotes: Pérez Castellano y Dámaso Antonio Larrañaga. El primer observatorio meteorológico, el primer observatorio astronómico en el Uruguay está en el Colegio Pío de los padres salesianos. La primera clasificación de nuestra fauna y flora la hace Larrañaga. Alguien podría tener otros elementos.

Pero pensemos en el campo de lo social. Hay sindicatos fundados por cristianos en el siglo XX, ya sea sindicatos de obreros como los famosos sindicatos agrícolas en las décadas del 20, del 30, del 40 del siglo pasado, tuvieron un auge impresionante en el interior del país. Si pensamos en otros campos, es decir, en muchísimos campos, los aportes de la Iglesia, de los cristianos en este país, han sido enormes. Pensamos en MEVIR, el mayor plan que ha habido en el Uruguay para mejorar la vivienda: Movimiento pro Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural… ¿Quién estaba a su frente? Un católico, laico, el Dr. Alberto Gallinal.

Y así podríamos seguir. Es decir, la Iglesia, a través de sus instituciones, la Iglesia a través de personas individuales, sacerdotes o laicos, ha aportado al Uruguay en infinidad de campos. No puede ser de otro modo, porque esto está ínsito al ser cristiano, pero es una realidad que a veces es como si se pasa de largo, no se toma en cuenta. Mire, hasta si tomamos mate, esa costumbre tan uruguaya, es por los jesuitas que fueron los que cultivaron los primeros yerbatales en las misiones en el Paraguay. Hasta eso, de algún modo, tiene que ver con la Iglesia.

¿Considera que la Iglesia tiene un rol protagónico en la actualidad o aún falta más presencia de la Iglesia en los uruguayos?

Yo digo siempre que es conveniente que haya más presencia. Lo que es clarísimo para la Iglesia es que no podemos tener ni pretender ni querer una hegemonía, un protagonismo hegemónico… ¡No! Tenemos, sí, un lugar en nuestra historia, en nuestra actualidad, en nuestro presente. Y que ese lugar lo tenemos que ocupar sin complejos, con sencillez, pero a la vez prestando un servicio a la sociedad que sin duda los necesita, le viene muy bien. […]

El 14 de febrero el Sumo Pontífice lo convirtió en Cardenal de la Iglesia católica en una ceremonia que se realizó en la Basílica de San Pedro, convirtiéndose así en el segundo cardenal de la Iglesia católica en la historia de nuestro país, del Uruguay. ¿Cómo se sintió en ese instante, Cardenal, ante el papa Francisco? ¿Qué le cambió cómo fue ese instante?

El 14 de febrero fue una celebración muy bonita, con toda la solemnidad de la Basílica de San Pedro, y yo era el número 11 de los cardenales nuevos. O sea que en el momento en que empezaron a pasar los cardenales, iba pasando por mi mente, por mi corazón muchas cosas. Pensé en mis padres, que fallecieron cuando yo era adolescente. Los tuve presente a ellos y a mis hermanos. Algunos de ellos fallecieron, uno hace 20 años; una hermana queridísima, que murió hace un año. Los tuve muy presentes. Pensé también en los jóvenes, a los que he querido mucho y que algunos fueron alumnos míos, no sé porqué pero los tuve muy presentes en ese día. Pensaba en la arquidiócesis de Montevideo.

Muchísima gente me había dicho: cuando esté junto al Papa, acuérdese de mí, rece por mí, los curas de Montevideo, la gente de Montevideo, algunas personas por las que siempre rezo por diversos motivos. Tengo algunos chicos, un chico enfermo por el que siempre rezo. Él no lo sabe pero lo tengo muy presente. En todo ese cúmulo de cosas. Pensé en el Uruguay me venían pasando por el corazón. Cuando me llegó el turno a mí, sentí una gran alegría, también porque el Papa manifiesta como una ternura, una cercanía que a uno lo hace sentirse bien. Entonces yo, que soy de ponerme nervioso, pero en ese momento no estaba para nada nervioso, estaba tranquilo. Fue un momento grato, alegre, de Espíritu Santo, de muchísima alegría. Estaba realmente muy contento, con una alegría serena. Tampoco era un momento para saltar en el estrado de la basílica, sino serenamente contento y alegre.

¿Cómo ve a la Iglesia desde que Francisco asumió?

Es una Iglesia que después del papado enorme de Juan Pablo, y con un papa tan inteligente, tan preparado, tan culto, tan bueno como el papa Benedicto… Pero de algún modo había un momento de cierto pesimismo, me parece a mí, en la Iglesia. Yo hoy lo leo desde esta perspectiva, ¿no?: me parece que esos años fueron muy importantes de aprender mucho de un hombre sabio que guiaba a la Iglesia, pero también de una cierta mirada pesimista, que al menos yo lo experimenté un poquito así. Francisco vino como a renovar la alegría de la fe. Por eso es muy importante, porque vino a darnos mucha fuerza, mucho ánimo para anunciar a Cristo, para quitarnos los complejos, para no tener miedo, para salir a anunciar. Eso creo que Francisco le ha dado a la Iglesia.

Dio otra imagen de Francisco a nivel mundial, recién lo estábamos mencionando en cuanto a la Iglesia católica. ¿Considera que eso también haya llevado a que muchos se interesen más por el catolicismo?

Creo que sí. Creo que con Francisco se da un fenómeno extraño. Yo estaba en la plaza San Pedro. He estado en Roma varias veces pero nunca me ha pasado como esta última vez. Era invierno, ahora en febrero, y todos los días para entrar en la Basílica de San Pedro las colas eran enormes. La audiencia de los miércoles se tiene que hacer en la plaza porque la gente no cabría en la sala Pablo VI. Todo eso nos habla de un renovado interés de muchísima gente por el Papa, por la Iglesia, y eso es muy positivo, Como el miso Francisco dice, no es por él, sino por Jesús. La salvación está en Jesús. Está bien si todo esto nos ayuda a fijar los ojos en Jesús.

El hecho de que Francisco sea argentino ¿da un acercamiento más al pueblo latinoamericano en este sentido?

Indudablemente. Francisco habla nuestro lenguaje, conoce nuestras realidades de toda Latinoamérica. Sobre todo la realidad rioplatense. Por supuesto los argentinos en primer lugar y nosotros en segundo lugar porque no hay nada más parecido a un argentino que un uruguayo y viceversa. Es un rioplatense que habla nuestro idioma, nuestro lenguaje, nuestro estilo, que toma mate, que es descendiente de italianos y habla español como muchos de nosotros. Todo eso de la cultura rioplatense que tiene el papa Francisco, lo hace sentirse cercanísimo a todos los latinoamericanos y a los rioplatenses de un modo especial.

El papa Francisco dijo ayer jueves, en la homilía de la Misa crismal, que los sacerdotes no pueden ser pastores con cara de vinagre, quejosos ni lo que es peor, pastores aburridos. ¿Por qué cree que el Santo Padre dijo esto y si cree que es así?

Yo había leído la homilía del papa Francisco después que había preparado la homilía para la misa crismal y en alguna cosa coincidimos el demonio astuto nos tienta de diversas maneras. Yo creo que hay una tentación a los sacerdotes y yo lo decía de una forma más uruguaya ese ser funcionarios cansados. A mí me venía a la mente ese cuento de la novela La Tregua de Mario Benedetti que hace varios años se llevó al cine en Argentina. La vida de un funcionario de oficina, rutinario, aburrido, donde la gente está para la crítica, donde le cortan las patas al que quiere subir. Donde hay una mala relación con el jefe, donde hay mucho chisme, y ese funcionario se enamora, pero ese amor tiene un comienzo y un final triste. Fue una tregua en su vida. ¿Qué es lo que sucede? No voy a hablar del mundo porque el mundo me queda grande. Voy a hablar sólo de Uruguay. Los sacerdotes en Uruguay son buenos sacerdotes, son sacerdotes que llevan una vida austera, son sacerdotes que no tienen esa gratificación que hay en otros lugares donde una multitud los rodea. Aquí la vida es más dura en ese sentido, más fría. Entonces un sacerdote puede tener la tentación de convertirse en un funcionario. De ir perdiendo sus ilusiones, sus esperanzas ser un funcionario cansado de su tarea y por ahí puede venir el desánimo. Lo que yo decía ayer en la Misa crismal de alguna manera está en consonancia con lo que dijo Francisco. Sí, eso se puede dar. Es la tentación de desánimo que muchas veces al sacerdote le puede caer. Por eso que la misa del jueves santo, con la renovación de las promesas hechas el día de la ordenación sacerdotal es como un acicate a los sacerdotes para renovarse en su fe, en su fidelidad a Cristo, en el servicio a la gente, en la alegría que es un don del Espíritu marca profundamente en la medida en que nos abrimos a la acción del Espíritu Santo y sacudirnos esa especie de modorra, cansancio, desánimo que a veces nos puede pasar.

Si tuviera que definir el papado de Francisco en una acción ¿cuál sería?

A mí me gusta mucho la expresión de Francisco en sus primeras semanas. Decía: prefiero una Iglesia accidentada porque sale, a una Iglesia enferma porque se queda encerrada. […]