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Fiesta de la Arquidiócesis de Montevideo

By 27/12/2013febrero 7th, 2014No Comments

El pasado viernes 20 de diciembre, tuvo lugar la Fiesta de la Arquidiócesis, en la que se dio gracias a Dios por los 15 años de servicio deMons. Nicolás Cotugnocomo Arzobispo de Montevideo.

En la homilía de la Eucaristía presidida por el Arzobispo, en la Catedral metropolitana, Mons. Cotugno a alabar y agradecer al Señor “todo lo que él nos ha regalado y manifestemos nuestra disponibilidad total, para ser discípulos y misioneros suyos, para que nuestros hermanos tengan vida y la tengan en abundancia”.

Texto de la homilía pronunciada por Mons. Cotugno:

“Nada es imposible para Dios”. ¡Cuántas veces hemos escuchado el evangelio de la anunciación de María!

Todas las veces que nos preparamos para celebrar el misterio de la encarnación, María nos acompaña en la última etapa de esta preparación de una forma muy particular e intensa. Y así como ella se preparó para el gran momento del nacimiento de su hijo, que era todo un misterio; también nosotros al constatar que somos una iglesia, que somos la Iglesia de Jesús, en un espacio concreto, en un lugar del mundo, en un país, en una ciudad, en la capital de la República Oriental del Uruguay, queremos dar gracias al Señor por este regalo que nos hace: el ser Iglesia. Y el poder decir con conciencia y con mucho amor: ¡queremos ser tu iglesia Señor! Porque tú nos has hecho y nos sigues haciendo tus discípulos, misioneros y testigos.

En un momento histórico caracterizado por grandes desafíos, resuena la voz del ángel, que es la voz de Dios: “No temas”, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. En todas las situaciones de nuestra vida, fáciles y difíciles, hermosas y terribles, alegres y llenas de tristeza… siempre resuena la voz de Dios: ¡No temas! Esa expresión de María de Guadalupe: “No temas. No estoy yo aquí que soy tu madre?”.Entonces al querer dar gracias por el regalo que el Señor nos ha hecho a cada uno de nosotros, de la fe y de la posibilidad de adherirnos de todo corazón a aquel que nos sale al encuentro para establecer una relación de amor con él, queremos reafirmar nuestro deseo de estar totalmente abiertos a la venida de Dios que abre su misterio, su propio ser, para que nosotros entremos en su corazón, en la vida de él.

¡Qué cosa más hermosa experimentar cada vez más profundo en nuestra vida! ¡Oh Dios, tú eres mi Dios, tú eres mi padre, tú eres mi todo, ahora y siempre!.

Le pedimos a María que nos de su fuerza, su frescura, su inteligencia… porque María pregunta:¿cómo podrá ser eso? y al mismo tiempo expresa esa total adhesión incondicional y total a todo lo que el Señor nos pueda pedir en las distintas épocas de nuestra vida: “Hágase en mí”.

Me uno a todos ustedes, Iglesia de Montevideo en la acción de gracias, y también agradezco el haber llegado a celebrar mis quince años de pastor de esta diócesis tan querida, a la que he considerado siempre y siempre consideraré, ese tú concreto del rostro de Dios, viviendo en esa relación de amor que es un verdadero regalo del cielo. Esa relación de amor que vivimos como Iglesia nos hace decir, a todos nosotros, como el apóstol: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. Y desde esta experiencia de ser poseídos por Dios, vivimos abiertos al llamado del Señor que nos dice: “Vayan, evangelicen”.

Somos una Iglesia en estado de misión, “Montevideo en perenne estado de misión”, y somos esta esposa de Cristo que quiere ser totalmente fiel a él y hacer lo que él nos pide. A los pocos días de asomarnos a este pesebre y recibir de María ese niño que ella tiene en sus manos, le pedimos a ella que nos enseñe a adorar a este niño y a recibirlo como él se merece. Tenemos el propósito de querer ser cada vez más de él, así como él se hace nuestro. Que cada uno pueda decir realmente desde lo más profundo de nuestro corazón: “No hay nada Señor que no te pertenezca”. Somos una iglesia pobre, cuyos miembros somos débiles y pecadores, pero sumamente confiados en su amor, en su misericordia infinita. Por esto con gozo queremos celebrar esta preparación para la Navidad. Que María nos enseñe a amar a Jesús como ella lo ama.

Recibamos de María también esa palabra tierna que dirigió a Juan Diego: “No temas. No estoy yo aquí que soy tu madre?”.Alabemos y agradezcamos al Señor todo lo que él nos ha regalado y manifestemos nuestra disponibilidad total, para ser discípulos y misioneros suyos, para que nuestros hermanos tengan vida y la tengan en abundancia. Amén.

Tomado de Quincenario “Entre Todos!, N° 320