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Mons. Jaime FuentesNoticeu

¿Cuál es el secreto en la labor del Opus Dei en Uruguay?: Mons. Jaime Fuentes lo revela en un post

By 21/10/2016octubre 25th, 2016No Comments
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P. Bueno y P. Falceto

El Opus Dei celebró ayer 60 años del inicio de su labor apostólica en Uruguay y el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, homenajea a los pioneros en su blog www.desdelverdun.org

Mons. Fuentes recuerda que al retornar a Uruguay en 1974, ya ordenado sacerdote, un integrante de la Prelatura le dijo: “Usted llegó cuando el asado ya estaba pronto”. “Tenía razón”, admite. “Los que tuvieron que conseguir la parrilla, comprar la leña, encontrar la carne, hacer el fuego y continuar el rito, fueron los que hoy cumplen 60 años desde que llegaron al Uruguay a prepararnos un asado formidable”: P. Agustín Falceto y al P. Gonzalo Bueno.

«El P. Agustín –noble aragonés, fuerte como un roble- vive pensando en los demás y queriendo a todos desde su casi completa sordera: mira, sonríe, anima», comenta Mons. Fuentes, y sobre el P.Gonzalo, de  «88 años, cinco by passes, dos marca pasos» afirma que hoy en día es «hablador, bromista,  su realismo bueniano lo lleva a estar en lo que hay que estar en cada momento».

En su post, el Obispo adelantó cuál es el “secreto” para “hacer posible todo lo que vemos de la labor del Opus Dei en Uruguay”, dicho ayer de tarde en la Catedral por el propio P. Bueno: “Este ´secreto` nos lo comunicó San Josemaría con su ejemplo y sus enseñanzas: oración, oración, oración. Trabajo, trabajo, trabajo. Alegría, alegría, alegría. Y todo eso empapado de sentido de la filiación divina y la seguridad de saber que Dios quiere que esta porción de la Iglesia, que es la prelatura del Opus Dei, se realice en todas partes sirviendo a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida”.


APLAUSOS PARA LOS ASADORES

La verdad es que me alegro de estar un poco en off side (mis bronquios, ¡ay Vivaldi!, no aguantaron las cuatro estaciones en un solo día) y que no pueda participar esta tarde en la Misa de la Catedral. Me alegro porque, como bien me dijo alguien cuando volví a Uruguay en 1974, ordenado sacerdote un año antes: “usted llegó cuando el asado ya estaba pronto”.

Tenía razón. Los que tuvieron que conseguir la parrilla, comprar la leña, encontrar la carne, hacer el fuego y continuar el rito, fueron los que hoy cumplen 60 años desde que llegaron al Uruguay a prepararnos un asado formidable. En la Misa de esta tarde estaría de más otra mitra,  que la más digna del Cardenal Sturla.

Conocí al P. Agustín Falceto y al P. Gonzalo Bueno cerca de la Navidad de 1960, gracias a mi hermano Carlos Manuel, que ese año había frecuentado un centro del Opus Dei en Barcelona. Fui con él a la Residencia de estudiantes Iará, en Bulevar Artigas y Canelones, para ayudarlo a hacer el Pesebre, tarea en la que estaba metido con entusiasmo.

Me llamó la atención la juventud y el buen humor del Padre Gonzalo. Subido en una escalera, trataba de levantar una cortina que separaba el baño, del hall de entrada de la casa. Estaba sorprendido de que la cortina tocara el piso: – ¿Cómo es posible, si al colocarla hace muy poco tiempo quedó estupendamente? Debe de estar en período de crecimiento… ¡Ayúdame a levantarla un poco!

Volví otras veces a la Residencia. El Director era también muy joven. Se llamaba Juan-Pablo Bueno y tenía 20 años. Había llegado de España dos años después que los sacerdotes y estaba empezando la carrera de Derecho en la Universidad de la República, como recordarán Luis A. Lacalle, “Toto” Da Silveira y otros muchos  que fueron condiscípulos y sé que lo recuerdan con especial afecto.

Juan-Pablo tenía gran facilidad para hacerse amigos, también de un chiquilín de 15 años como yo, bastante dominado por la pereza adolescente y con pocas esperanzas de ser buena leña. Me enseñó a estudiar en presencia de Dios y a hacer rendir los talentos: en definitiva, a poner toda la carne en el asador. Él fue también quien me animó a estudiar Periodismo en la Universidad de Navarra.

Este mediodía almorzamos unos cuantos en Ponce, la sede de la Prelatura del Opus Dei, para celebrar los 60 años. El P. Agustín –noble aragonés, fuerte como un roble- vive pensando en los demás y queriendo a todos desde su casi completa sordera: mira, sonríe, anima… Al P. Gonzalo (88 años, cinco by passes, dos marca pasos), lo encontré como siempre: hablador, bromista,  su realismo bueniano lo lleva a estar en lo que hay que estar en cada momento.

Le pregunté si en la Misa de esta tarde iba a decir algo… Sacó del bolsillo unas páginas en cuerpo 16 o 18: “¡cinco minutos contados!, me dijo mientras me las enseñaba. Porque si me voy por las ramas, ¡fíjate!”.

Apenas comience a leer sus folios –primicia informativa- el P. Gonzalo va a pedir “un aplauso para el Padre Agustín, pues sin él, estoy seguro que muchos de los que están hoy aquí agradeciendo a Dios, no estarían. Él es quien llevó el peso de hacer cabeza (por encargo de san Josemaría), con todo lo que esto significa siempre, pero quizás más, cuando se trata de implantar un mensaje que, en aquellos momentos, era en muchos aspectos algo nuevo”.

¡Bueno, el Padre Bueno estará pidiendo un aplauso para el asador!

Después de agradecer y agradecer a muchas personas que los ayudaron en los primeros años, el P. Gonzalo termina “descubriendo el “secreto” para hacer posible todo lo que vemos de la labor del Opus Dei en Uruguay. Este “secreto” nos lo comunicó San Josemaría con su ejemplo y sus enseñanzas: oración, oración, oración. Trabajo, trabajo, trabajo. Alegría, alegría, alegría. Y todo eso empapado de sentido de la filiación divina y la seguridad de saber que Dios quiere que esta porción de la Iglesia, que es la prelatura del Opus Dei, se realice en todas partes sirviendo a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida”.

Al final, el P. Gonzalo pide a la Santísima Virgen y a San Josemaría que continúen protegiéndonos y bendiciéndonos, siendo fieles, ¡¡¡que vale la pena!!! (así, con tres admiraciones).

Me huele que hoy se escucharán en la Catedral dos aplausos para los asadores: ¡bien largos, se los merecen!