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Comunidades Eclesiales de Base: alegres y comprometidas con la vida y la fraternidad

By 25/09/2014octubre 3rd, 2014No Comments

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Bajo el lema «Alegres y comprometidas con la vida y la fraternidad» se realizó el pasado fin de semana, en la ciudad de Rivera, el encuentro de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) de la Diócesis de Tacuarembó.

En el mismo participaron también delegaciones de las Diócesis de Montevideo, Salto y Melo.

El día sábado se realizó un taller para animadores orientado por el P. José Marins, asesor continental de las CEBs. También él motivó el trabajo de los grupos durante la jornada del domingo.
El encuentro culminó con la Eucaristía en la Parroquia Inmaculada Concepción, presidida por Mons. Bonino.
Como fruto del encuentro quedó establecido un principio de articulación para las diócesis presentes, que se reunirán próximamente para ver cómo seguir impulsando esta forma de ser Iglesia inspirada en el Concilio Vaticano II.

 

Transcribimos a continuación un reportaje al P. José Marins publicado recientemente:

ENTREVISTA AL PADRE JOSE MARINS. ASESOR CONTINENTAL DE LAS CEB

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«Las CEB se inspiran en el Concilio Vaticano II»

José Marins es un sacerdote brasileño considerado un experto en Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y desde hace cuarenta años visita distintos países del mundo para animar, acompañar y respaldar esta actividad eclesial que surgió en la década del cincuenta en Brasil, y que desde allí se fue extendiendo a los países de América Latina y luego a los otros continentes.

Marins nació en 1932 y estudió teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. Entre 1973 y 1979 fue consultor del Pontificio Secretariado para la Unidad de los Cristianos. Lo que sigue es una síntesis de la charla que mantuvimos con este sacerdote.

¿Cómo surgieron las primeras CEB?

En Brasil nacieron en 1958 en la diócesis de Pará, donde el obispo –después cardenal Agnelo Rossi–, convocó a un equipo de catequistas para encontrarse una vez por semana con feligreses que no contaban con sacerdote e inició la primera etapa de las CEB. La experiencia se trasladó luego a Natal, donde el obispo convocó a través de la radio popular a la feligresía e inició el Movimiento Popular de Base, que utilizó el método de Paulo Freire para evangelizar a su feligresía, creando unas 300 CEB. Otras experiencias muy importantes se hicieron en San Pablo de Pontengy, una parroquia del nordeste brasileño y en el estado de Ceará donde se formaron CEBs en torno a la ciudad de Fortaleza.
Cuando en 1968 se celebró la Conferencia general del episcopado en Medellín, Colombia, los obispos brasileños presentaron esta experiencia, y se redactó el documento dedicado a las CEB. La iniciativa se retomó en Puebla, México, en 1979 y en el 2007 en Aparecida, donde tuvo un rol destacado.

¿Cuáles son las características principales de las CEB?
En alguna medida se manejan como parroquias, a nivel diocesano.

¿Son como pequeñas parroquias?
Pero con un modelo diferente. La parroquia tiene raíces medievales mientras que las CEB se inspiran en el Concilio Vaticano II. Mi parroquia por ejemplo tenía 50.000 católicos, pero yo solo podía llegar a 2.000. Es decir que 48.000 solo venían para bautizarse, tomar la primera comunión, casarse y pedir el responso a su muerte. Entonces se acordó crear una instancia menor, pero como Iglesia, no como movimiento. Y esa comunidad está ligada a la parroquia. Pero no son grupos de asistencia parroquial. Es una instancia que busca acercar a la gente que perdió contacto con la estructura eclesial. Entonces llega a la gente que habitualmente no va a misa, no participa de la actividad parroquial. Son grupos que se reúnen semanalmente, unas quince, veinte o treinta personas. Pero la CEB es la gente. Son amigos entre ellos, unidos, la lectura de la Biblia es muy fuerte, y especialmente el texto de la misa del domingo. Y también estudian un Evangelio; por lo general empiezan con San Marcos, luego siguen Lucas, Mateo y Juan en ese orden.
Como no hay sacerdotes para acompañar a cada comunidad entonces se da a un grupo de laicos la misión canónica para presidir el encuentro de los bautizados de esa área.
Estas comunidades a su vez tienen gestos con sus vecinos que son muy bien recibidos. Como por ejemplo, llevarles cenizas el miércoles de ceniza o ramos benditos el domingo de ramos. Y no se les piden dinero, ni se los invita a participar de alguna reunión y no buscan hablar sobre temas religiosos. Les dicen: «Queremos estar unidos con ustedes y si alguna vez necesitan de algo, somos una comunidad de su Iglesia Católica. Ustedes reciben la visita de los Testigos de Jehová, de los mormones y nosotros somos de su Iglesia».
Estas comunidades se preocupan también por aquellas personas que atraviesan necesidades: sufrimientos, ancianos que están solos, niños cuyos padres no saben auxiliarlos. Porque no es sólo de tipo económico la ayuda, también tiene que ver con la soledad o la ignorancia.

¿Cuál es la actitud de los párrocos ante la presencia de las CEB?
La mayoría de los curas están preocupados por lo devocional y el bautismo. Los curas salen del seminario con una mentalidad sacramental, devocional y un poquito de doctrina. Y la doctrina siempre es de arriba para abajo. Él sabe, él enseña y la gente aprende. Y el laico es siempre dependiente del cura.

¿Tiene idea de la situación actual en la Argentina?
No tengo información precisa, pero tengo entendido que casi la mitad de las diócesis argentinas cuentan con CEB. Sé que hay en La Rioja, Quilmes y Bahía Blanca, pero también en otras partes.

¿Y en Brasil donde están ubicadas?
En muchas partes. La Conferencia Episcopal cada cuatro o cinco años realiza una investigación para conocer su desempeño. La última vez se detectaron 90.000 CEB, que es el número que existió en las últimas décadas. En los últimos años hay una articulación latinoamericana integrada por los países que cuentan con la mayor cantidad de CEB. En ese orden figuran primero Brasil, luego México y le siguen Honduras y El Salvador. En Guatemala se dio un fuerte crecimiento que se detuvo por la guerra civil. En Nicaragua también está presente. En Argentina y Paraguay están en mejores condiciones porque tiene articulación con el episcopado. Chile se mantiene y en Colombia es poco el movimiento.
En el Caribe están presentes en Haití y en la República Dominicana, mientras que en Cuba se las conoce como Casa misión, y en La Habana hay unas 400. En las Antillas inglesas hay una presencia en Jamaica y Antigua. Como también hay comunidades en Martinica y Guadalupe, en las Antillas francesas.

¿En qué otros continentes existen CEB?
En África inglesa hay seis países y fueron los padres de Maryknoll los que acompañaron su crecimiento. El área francesa está más ligada al Congo. Y en el área portuguesa, están Mozambique, Guinea Bissau y Angola. Y en este país, hay un argentino, el padre Musante que se fue a misionar después de haber cumplidos los 70 años.
En Asia también hay un buen número, porque las Conferencias Episcopales alentaron esta iniciativa, pero surgen con diferentes nombres. Filipinas es el país que tiene el mayor número, pero también existen en Corea del Sur, en Singapur, y en Australia.
En Europa son los alemanes los que demostraron interés en instaurar las CEB. Para ello viajaron a algunos países de América Latina e invitaron a sacerdotes y laicos para que explicaran en Alemania, como se crearon estas comunidades. Y también se dan en España, Italia y Francia.
Están presentes también en los Estados Unidos, pero hay dos variantes: una la de habla inglesa, que curiosamente utiliza una palabra en español. Se llama Buenavista. Los de habla hispana tuvieron un desarrollo muy importante hasta 1985, cuando se realizó el tercer encuentro de las comunidades de habla hispana. Después se incorporaron comunidades de países de otros continentes, pero los hispanos constituyen la mayoría porque son unos 26 millones.

PEDRO SIWAK
TOMADO DE VIDA NUEVA CONO SUR No. 13
(Publicado en Noticelam)

Tomado de http://dar-y-comunicar.blogspot.com/2014/09/comunidades-eclesiales-de-base-alegres.html