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«Cada Pascua sorprende»: Reflexión de Mons. Pablo Galimberti

By 19/04/2019abril 20th, 2019No Comments

Pablo

El Obispo emérito de Salto, Mons. Pablo Galimberti a nima en Pascua a cristianos y a no creyentes a que “en las noches más largas no se pierda la esperanza”. “La luz llega”, asegura. «La fe es un don, no una manipulación ni simple razonamiento. No importa el laberinto en que cada uno se encuentre”, señala el Obispo. .

Mons. Galimberti señala la semejanza de la situación de los cristianos hoy en el mundo con la de los primeros cristianos. “Saben, conocen, han oído estos anuncios. Pero tocar la cercanía del Resucitado es el gran desafío”, sostiene.

El Obispo resalta que la Pascua es “fiesta de esperanza y fortaleza. Porque el camino es largo y a veces la noche es demasiado tenebrosa. Ahí es donde cada Pascua invita a decir con temor y audacia: ‘creo pero aumenta mi fe, Señor´”.

 

CADA PASCUA SORPRENDE 

El trajín de cada día a veces se torna monótono. De muchas formas buscamos emociones fuertes, experiencias que potencian nuestras capacidades. Proyectos, sueños, logros mezclados con fracasos de todo tipo.

Los primeros discípulos de Jesús vivieron la última etapa de la vida histórica de Jesús con expectativa y gran miedo. A pesar de los anuncios previos que el Maestro fue adelantando, el grupo cercano a Jesús no podía tragar el final doloroso. Y los anuncios de Jesús que al tercer día resucitaría se olvidaban enseguida.

La situación de los cristianos hoy en el mundo podría tener algún parecido con aquellos primeros cristianos. Saben, conocen, han oído estos anuncios.  Pero tocar la cercanía del Resucitado es el gran desafío.

La celebración en las parroquias y capillas de esta fecha es sin duda la mayor fiesta no sólo de los cristianos sino de todo el mundo. Hay vida después de la muerte. Tenemos el adelanto en el Jesús Resucitado que viene al encuentro de los discípulos y dice a Tomás: “acá están mis llagas, pon tu mano en mis manos y en mi costado”. Tomás queda atónito y sólo se anima a decir: Señor mío y Dios mío. En el Jesús Resucitado reconoce mucho más de lo que ve: Dios mío, afirma.

Jesús rubrica aquella escena declarando: Felices los que crean sin haber visto. O sea, esta es la alegría de cada Pascua. “Tocar” y “ver” con esos ojos nuevos que da la fe. Creo, Señor y confío.

Esta es la experiencia básica que los cristianos de Salto y los de todas las comunidades del planeta celebran en esta Pascua. Fiesta de esperanza y fortaleza. Porque el camino es largo y a veces la noche es demasiado tenebrosa. Ahí es donde cada Pascua invita a decir con temor y audacia: “creo pero aumenta mi fe, Señor”.

Para los lectores de Cambio y para todos los cristianos y también no creyentes: que en las noches más largas no se pierda la esperanza. La luz llega. Lo que aquellos discípulos “tocaron” esté quizás también muy cerca de cada uno. La fe es un don, no una manipulación ni simple razonamiento. No importa el laberinto en que cada uno se encuentre.