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Bendición de la Cruz en memoria de la acción misionera del Siervo de Dios, Mons. Jacinto Vera

By 04/09/2014septiembre 12th, 2014No Comments

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IGLESIA DEL SANTÍSIMO SALVADOR, TALA

El pasado 3 de setiembre, en la ciudad de Tala, en el marco de una emotiva ceremonia, se procedió a la bendición de una cruz en memoria de la acción misionera del Siervo de Dios Mons. Jacinto Vera.

Esta es la primera instancia de una agenda que aspira a colocar otras cruces de iguales características y con el mismo fin, en todos los sitios del país que Jacinto visitó. Se trata de un sobrio y significativo medallón diseñado por la escultora Martha Escondeur, que luce la sencilla frase: “Aquí misionó Mons. Jacinto Vera”.

Previo a la bendición de la cruz, instalada a la entrada del templo, el Obispo de Canelones, Mons. Alberto Sanguinetti, con amenidad y un estilo interactivo, recordó al público presente, que colmaba la Iglesia del Santísimo Salvador, la vida y obra de nuestro Obispo Gaucho: su generosidad, su desprendimiento, su gran amor a los pobres, su cercanía y sencillez, su simpatía, su alegría, su fortaleza y entrega, su capacidad de superar dificultades. Destacó, asimismo, la vocación misionera del Padre de la Iglesia Uruguaya: un hombre enamorado de Cristo, que creyendo que el mejor bien que podía acercarle a su pueblo era el don de la Fe, recorrió el país a campo traviesa, hasta sus últimos rincones.

Mons. Sanguinetti aprovechó la ocasión para compartir las noticias más recientes sobre la causa, informando que el próximo 18 de setiembre se pronunciarán sobre la misma los Teólogos de la Congregación para la Causa de los Santos, en el Vaticano.

Hubo un espacio para el recuerdo local, en la persona del Padre Falcón y el Padre Anacleto Fuentes y Vera, dos párrocos de la comunidad, que pudieron cursar sus estudios sacerdotales gracias al compromiso de Jacinto por formar sacerdotes uruguayos virtuosos, apostólicos e ilustrados.

Los alumnos del Liceo San José y del Colegio Divino Salvador, sentados en las primeras filas, demostraron con permanentes intervenciones cuánto conocían de la vida de Don Jacinto. “¡A veces hasta en carreta viajaba!”, aportó uno de los chicos. Se sorprendieron al conocer la jornada de trabajo de Jacinto durante las misiones, y rieron divertidos cuando el Obispo les contó cómo Jacinto regalaba hasta sus pantalones o elegía en solidaridad pasar la noche en la cárcel con los músicos que habían ido a alegrar la fiesta del día de su santo en la casa parroquial, injustamente arrestados por el Jefe Político.
Toda la comunidad rezó en conjunto la oración por la Canonización del Siervo de Dios, pidiendo el milagro que el proceso requiere, como signo para declararlo santo. La ceremonia culminó con la bendición de la cruz, y un sentido aplauso de todos los presentes.

 TALA