El 25 de julio de 1973 Uruguay emitió este sello con la escueta leyenda «Homenaje a Villa Soriano». Sin embargo, el diseño gráfico contiene ricos elementos de nuestro tema.
Villa Soriano es una localidad uruguaya ubicada en el departamento de Soriano. Su población (censo de 2004) es de 1.184 habitantes. Fue la capital del departamento desde la creación del mismo el 27 de enero de 1816, por el Gral. José G. Artigas, hasta el 6 de julio de 1857.
Fundada como reducción franciscana el 4 de junio de 1624 y emplazada originalmente en la isla del Vizcaíno, en la confluencia de los ríos Negro y Uruguay, con el nombre de Santo Domingo Soriano, constituye el asentamiento más antiguo europeo en suelo uruguayo, precediendo en la fundación a Colonia del Sacramento por más de cincuenta años. Es, entonces, el primer lugar de asentamiento de la Iglesia en el Uruguay. La reducción franciscana, con los indios Chanáes, es evocada por el dibujo que aparece en primer plano, con un fraile franciscano junto a tres indígenas.
En segundo plano aparece la iglesia de Villa Soriano, que fue sede parroquial y actualmente se encuentra anexada a la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores, de la ciudad de Dolores.
El templo pasó por muchas etapas. Su actual estructura fue obra de Juan José Acosta (quien yace sepultado dentro de la capilla), mandada construir en el año de 1772 por el Presbítero Manuel Antonio de Castro y Careaga, considerado también el fundador de la ciudad de Mercedes. Las obras se culminaron en 1797, constituyendo el edificio únicamente la nave central y sacristía. La torre vendría después.
Un significativo episodio de su historia trascurrió el 4 de Abril de 1811, cuando la capilla fue bombardeada desde el río por una flota española en reprimenda por el levantamiento conocido como Grito de Asencio, efectuado el 27 de febrero del mismo año en una zona próxima a Villa Soriano. Ante el tenaz ataque español, la capilla solo tenia a su favor la solidez que le otorgaban sus anchos muros, lo cual le permitió conservar parte de su estructura, y hasta detener algunas balas de cañón, de las cuales se ha podido recuperar una de 14 kg que había quedado inserta en el mismo muro.
Tras este bélico episodio, la reconstrucción de la capilla tardaría hasta 1815, año en el cual fue visitada por Dámaso Antonio Larrañaga, describiendo esa ocasión de la siguiente manera:“Al entrar en este templo me sentí poseído de un respeto y devoción extraordinaria al considerar que éste fue el primer lugar consagrado al Dios verdadero en esta nuestra Provincia Oriental, matriz de toda esta campaña…”