En la mañana del sábado 28 de agosto se celebró la Misa de exequias por el fallecimiento del P. Pablo «Paul» Dabezies. El lugar elegido para el homenaje fue la basílica Nuestra Señora del Carmen, comunidad en la que el P. Dabezies fue párroco entre los años 2006 y 2015.
La Eucaristía estuvo presidida por el Card. Daniel Sturla, y concelebrada por Mons. Pablo Jourdan, Obispo auxiliar de Montevideo, y Mons. Alberto Sanguinetti, Obispo emérito de Canelones. Además una gran cantidad de sacerdotes y diáconos acompañaron a muchos fieles, que se acercaron a despedir al sacerdote que trabajó incansablemente por los derechos humanos y la integración interreligiosa.
Al comenzar la celebración, el Arzobispo de Montevideo dio gracias a Dios por la vida del fallecido sacerdote y agradeció al Señor “por haber entregado a su Iglesia una figura como el padre Paul”.
Una vida de entrega por más de 50 años
La homilía estuvo a cargo del P. Pablo Bonavía, quien cultivó una gran amistad con el P. Dabezies y vivió con él durante los dos últimos años en la parroquia San Antonino, en el barrio Jacinto Vera. “Yo les cuento cómo disfrutaba la preparación de las homilías semana a semana con él, porque nos sorprendíamos mutuamente de decir ́esto no termina nunca ́; esto de Jesús, su proyecto y su reino. Para salir al encuentro con Jesús era salir aún más allá de los márgenes de lo que era nuestra comunidad”, dijo el sacerdote.
El P. Bonavía se refirió al P. Dabezies desde distintas facetas y roles. Primero habló del P. Dabezies como integrante de una gran familia. «Él bebió las convicciones básicas de la fe, y con la cual siguió entrañablemente entrelazado hasta el final», dijo. En segundo lugar lo recordó como el sacerdote que acompañó a estudiantes y profesionales católicos durante 50 años. En tercer lugar rememoró la época de estudiante del P. Dabezies, en la cual hizo toda su teología en torno al Concilio Vaticano II a lo largo de los cuatro años.
El P. Dabezies fue hombre de consulta y secretario de Mons. Carlos Parteli, Arzobispo de Montevideo entre 1976 y 1985. El P. Bonavía señaló que durante ese tiempo el P. Dabezies estuvo «en permanente diálogo en lo que fue orientación pastoral».
El párroco de San Antonino destacó el compromiso del P. Dabezies en la defensa de los Derechos Humanos desde las «épocas más oscuras» hasta hace unas semanas, cuando lo invitaron a presidir el Diálogo por la Vida junto a varias personalidades del país.
Otro aspecto fundamental de la vida del P. Dabezies que destacó el P. Bonavía fue su rol durante la dictadura cívico-militar: «se aguantó numerosos allanamientos donde él vivía y también interrogatorios».
Por otra parte, el P. Bonavía enfatizó en el rol que ejerció el P. Dabezies como asesor internacional en Lima, París, África y hasta en la India. Lo definió como un «historiador, preciso, puntilloso, sabio, que además se transformó en una pasión por la patrística». A su vez, habló de su pasión por el periodismo y su responsabilidad al frente de las publicaciones de la Arquidiócesis de Montevideo en los años de censura.
Una dimensión del P. Dabezies que fue destacada en la homilía fue su estilo de sacerdocio. “Fue un cura fraterno, que integró con muchos de nosotros un grupo de sacerdotes al que no quería faltar. Se ocupó de la salud integral de los demás presbíteros. También acompañó la experiencia naciente del diaconado permanente de Montevideo, y luego fue asesor durante años”, dijo el P. Bonavía.
Más adelante, el P. Bonavía describió al P. Dabezies como una persona consciente de sus limitaciones: “¿Quién no recuerda su fino sentido del humor para asumir sus propias limitaciones y las nuestras?”.
Para finalizar, el cura párroco de San Antonino pidió mantener el legado que dejó el P. Dabezies. “Paul es el hombre de una tradición como la concibe el Concilio Vaticano II: viva, creativa y fiel que siente que cada vez que vuelve a Jesús lo descubre con sorpresa, con alegría”, puntualizó.
«Paul nos enseñó a anunciar un evangelio inculturado, con la novedad de los lenguajes de las formas del tiempo de hoy pero también con la conciencia serena de una riqueza inagotable en la tradición de la Iglesia entera», concluyó.
Vivió hacia los demás
En el momento de las oraciones de los fieles, varias personas pidieron por la vida del P.Dabezies e incluso muchas se emocionaron. Algunas frases que se escucharon fueron: «Sabía ofrecer todas sus cualidades, su humildad, su saber, su espiritualidad a las personas y realidades concretas y tangibles». «Sabía moverse en áreas y ámbitos sociales y eclesiales con personas de sensibilidades y sintonías diferentes». «Cuando había que escuchar a personas muy dolidas con la Iglesia, ahí estaba Paul». «Acompañaba a los jóvenes y estudiantes». «Somos testigos de que vivió hacia los demás, demostrando con actitudes y dando las palabras justas, pensando en cada uno de nosotros hasta sus últimos días”, agregaron dos de sus sobrinas.
¡Gracias, P. Paul!
Al terminar la Misa de cuerpo presente, varios allegados agradecieron por el pasaje del P. Dabezies por sus vidas. Algunas frases que se escucharon fueron: «Gracias a lo largo de nuestras vidas por conjugar el verbo estar con esa profunda humanidad». «Gracias por esa manera sutil, fina y sencilla, poca rigurosa de estar presente». «Nadie lo supera en esa discreción y respeto a la libertad del otro» «Tuvo una modalidad de pastor cercana, servicial y siempre presente». «Nos ayudó a pensar, a interpelarnos, a seguir en búsqueda de una mayor hondura en nuestra vida de fe». «En cada una de sus reflexiones tenía algo para aportar, una mirada que abría horizontes y generaba esperanzas». «Con sus profundas reflexiones nos hacía mirar con ojos nuevos muchas realidades y perspectivas, y no solo mirarlas, sino tocarlas y mezclarnos con ellas». «Gracias, Paul, porque nos transmitiste y nos hiciste vivir la amistad y la ternura de Dios», finalizó el diác. José Lima.
Una breve reseña de su vida
Pablo Bernardo Dabezies Antía nació en Montevideo el 6 de julio de 1940, en el seno de una familia muy numerosa. Sus padres fueron Román Antonio Dabezies Massone y María Rosa Antía Errandonea.
Poco después de su ordenación sacerdotal, participó en el Concilio Vaticano II; con el tiempo vendrían también la Conferencia de Medellín y la de Puebla. En los años de dictadura tuvo un valiente rol como activista en los derechos humanos.
En el ámbito institucional de la Iglesia Católica del Uruguay, dirigió la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. Asimismo, participó en el Diálogo por la Vida, impulsado por la Iglesia Metodista en el Uruguay.
A nivel internacional, tuvo un papel destacado en el Movimiento Internacional de Intelectuales Católicos.
En los últimos 20 años acompañó de forma muy comprometida el trabajo del Observatorio del Sur (OBSUR). Hasta el final de su vida trabajó en diálogo por la paz, en la búsqueda de una salida de la pandemia sin divisiones y grietas sociales.
Falleció el 28 de agosto de 2021, a los 81 años.
Fuente: https://icm.org.uy/un-sacerdote-cercano-abierto-al-dialogo-y-defensor-de-los-derechos-humanos/