Reflexión para la Navidad del Obispo Emérito de Canelones, Mons. Orlando Romero
En su reflexión para esta Navidad, el Obispo emérito de Canelones, Mons. Orlando Romero, destaca que “a Dios no hay que buscarlo en lo admirable y en lo maravilloso, sino en lo ordinario y cotidiano, hay que rastrearlo en lo pequeño”. Recuerda que “el corazón de las fiestas navideñas es ‘un niño recostado en un pesebre’. Nunca lo hubiéramos imaginado que Dios se nos presentara en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo imaginamos poderoso y lejano, y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido”.
Mons. Romero sostiene en su reflexión que “el pesebre es una escuela de vida, donde podemos aprender el secreto de la verdadera pobreza y humildad”. “No consiste en tener muchas cosas, sino en sentirnos amados por el Señor, en hacernos don para los demás y querernos unos a otros. No importa cuánto podemos dar, lo que importa es cuánto amor ponemos en lo que damos”, enfatiza.
Texto completo del mensaje de Mons. Orlando Romero
Queridos amigos y hermanos:
Celebrar la Navidad es ‘volver a Belén’”
El corazón de las fiestas navideñas es “un niño recostado en un pesebre”. Nunca lo hubiéramos imaginado que Dios se nos presentara en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo imaginamos poderoso y lejano, y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido. El relato del Evangelio de San Lucas nos ofrece una clave para acercarnos a lo secreto de ese Dios. Insiste en la importancia del “pesebre”. María lo acuesta en un pesebre. A los pastores no se les da otra señal: lo encontrarán en un pesebre, efectivamente, en el pesebre lo encuentran al llegar a Belén. El pesebre es el primer lugar de la tierra donde descansa ese Dios hecho niño. El pesebre es la señal para reconocerlo, el lugar donde hay que encontrarlo.
Lucas está aludiendo a unas palabras del profeta Isaías en las que Dios se queja: “El buey conoce a su amo; el burro conoce el pesebre de su dueño. Pero Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende” (Is. 1,3). A Dios no hay que buscarlo en lo admirable y en lo maravilloso, sino en lo ordinario y cotidiano, hay que rastrearlo en lo pequeño. Los pastores nos indican en qué dirección buscar el significado dela Navidad: “¡Vayamos a Belén!”.
La Madre Teresade Calcuta contemplando el pesebre expresa: “¡Qué pequeño se ha hecho Jesús para mostrarnos que no espera cosas grandes de nosotros, sino cosas pequeñas con un amor grande!”. ¡Cuánto amó Dios al mundo que se anonadó de esta manera para darnos vida eterna!
El pesebre es una escuela de vida, donde podemos aprender el secreto de la verdadera pobreza y humildad. No consiste en tener muchas cosas, sino en sentirnos amados por el Señor, en hacernos don para los demás y querernos unos a otros. No importa cuánto podemos dar, lo que importa es cuánto amor ponemos en lo que damos.
El Papa Benedicto XVI nos dice: “Miremos al pesebre, María y José no parecen una familia muy afortunada; han tenido a su hijo en medio de grandes dificultades; sin embargo están llenos de profunda alegría, porque se aman, se ayudan, y sobre todo están seguros de que en su historia Dios está: se ha hecho presente en el pequeño Jesús. Necesitamos a un Dios cercano, que hace arder nuestro corazón y responde a nuestros anhelos más profundos”.
Hermanos y amigos, ¿qué otro anhelo puedo regalarles en esta Navidad? ¿Qué desearles ante un nuevo año? Que el amor, la paz, la humildad y la sencillez de Cristo, que contemplamos en el pesebre, encuentre eco en ustedes y en todos los corazones, amados por el Señor. “El nos da la paz, él nos deja su paz”. Un abrazo fraterno a todos y a cada uno.
+Orlando Romero
Obispo E. de CanelonesCanelones, Diciembre de 2012