En su primer Mensaje de Navidad como Obispo de Salto, Mons. Fernando Gil, invita a vivir los valores que “harían de la Navidad un tiempo más sagrado y fraterno: el reconocernos todos ‘peregrinos´ hacia la casa del Padre; la `solidaridad´ y el saber compartir; el abrir la puerta a otros; la ‘comunión de bienes» de lo que tenemos y de lo que somos; el ‘reconocer el signo» de la presencia de Dios en la vida frágil de un niño por nacer; la confianza en la providencia de Dios que siempre guiará nuestros pasos para la construcción de un mundo mejor”.
En su mensaje, el Obispo destaca que “la Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo”. También señala que la Navidad, en nuestro occidente, tiene en cada hogar una vivencia distinta y se le da un significado diverso: “Para algunos será la ocasión de reunir a sus familias. Para otros será la tristeza de tener a seres queridos ausentes o en países distantes. Otros tal vez evocarán con nostalgia tiempos familiares pasados”.
Desde el punto de vista religioso, las formas de celebrar varían, puntualiza el Pastor y explica cómo se hace en México en que se reproduce en la comunidad la “peregrinación “ de José y María y se llega a una casa de familia que oficia de “posaderos”, donde se comienza un diálogo con cantos populares y, finalmente, cuando se abre la puerta a los peregrinos, se reza la novena de navidad, compartiendo alguna comida típica que ofrecen «los posaderos»
“Como María, la Iglesia muestra a todos la `señal´ de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20)”, destaca Mons. Gil aludiendo a una cita del Mensaje de Navidad del Papa Francisco del año 2015.
Navidad, peregrinación y posada
A todo el Pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Salto, a las comunidades y parroquias de Salto, Artigas, Paysandú y Río Negro. Queridos hermanos y hermanas. Paz de parte de Dios nuestro Padre, de Jesucristo el Señor y del Espíritu Santo que vive entre nosotros.
Se acerca el tiempo de la Navidad y toda nuestra sociedad, todo nuestro occidente “cristiano” —¿podemos seguir llamándolo cristiano?— se prepara para una celebración en la que cada persona, cada hogar tiene una vivencia distinta y le da un significado diverso. Para algunos será la ocasión de reunir a sus familias. Para otros será la tristeza de tener a seres queridos ausentes o en países distantes. Otros tal vez evocarán con nostalgia tiempos familiares pasados. Desde el punto de vista religioso, también las formas de celebrar varían.
Como cristianos, nos preguntamos un año más: cuál es corazón de la Navidad y cómo vivir este día, este tiempo de esperanza y renovación de nuestra fe. Los pastores, primeros testigos del acontecimiento vieron clarita la «señal». En este día, ha nacido de la Virgen María Jesús, el Salvador.
El pesebre nos muestra la «señal» que Dios nos ha dado: «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12). Como los pastores de Belén, también nosotros vamos a ver esta señal, este acontecimiento que cada año se renueva en la Iglesia. La Navidad es un acontecimiento que se renueva en cada familia, en cada parroquia, en cada comunidad que acoge el amor de Dios encarnado en Jesucristo. Como María, la Iglesia muestra a todos la «señal» de Dios: el niño que ella ha llevado en su seno y ha dado a luz, pero que es el Hijo del Altísimo, porque «proviene del Espíritu Santo» (Mt 1,20).
En varios países latinoamericanos se reza la novena de navidad con varias tradiciones que la hacen viva y de participación popular y familiar. En México por ejemplo se celebran las «posadas». Cada tarde toda la comunidad «peregrina» a una casa de familia recordando la «peregrinación» de José y María. En la puerta de la casa los peregrinos piden posada con un diálogo en forma de canto popular que todos conocen. Finalmente, la familia le abre la puerta a los peregrinos y se reza la novena de navidad, compartiendo alguna comida típica que ofrecen «los posaderos». Al final les trascribo el texto de este diálogo cantado, porque encierra varios de los valores que harían de la Navidad un tiempo más sagrado y fraterno: el reconocernos todos «peregrinos» hacia la casa del Padre; la «solidaridad» y el saber compartir; el abrir la puerta a otros; la «comunión de bienes» de lo que tenemos y de lo que somos; el «reconocer el signo» de la presencia de Dios en la vida frágil de un niño por nacer; la confianza en la providencia de Dios que siempre guiará nuestros pasos para la construcción de un mundo mejor.
Ojalá que la vivencia de estos valores navideños, hagan nacer una vez más al Niño Jesús entre nosotros. Les deseo de todo corazón que la paz que nos da este Niño de Belén esté presente en las personas y en los hogares de esta porción del suelo uruguayo en el que vivimos. ¡Feliz Navidad para todos!
+Fernando, obispo de Salto
Canto de las Posadas
Los Peregrinos…
En el nombre del cielo,
yo os pido posada,
pues no puede andar,
mi esposa amada.
Los Posaderos…
Aquí no es mesón,
sigan adelante,
no les puedo abrir,
no vaya a ser un tunante.
Los Peregrinos…
No sean inhumanos
Dennos caridad
Que el Dios de los cielos
Se lo premiará.
Los Posaderos…
Ya se pueden ir,
y no molestar
Porque si me enfado
Los voy a apalear
Los Peregrinos…
Venimos rendidos
Desde Nazaret
Yo soy carpintero
De nombre José
Los Posaderos…
No me importa el nombre
Déjenme dormir
Pues yo ya les digo
Que no hemos de abrir
Los Peregrinos…
Posada le pido,
amado casero,
pues madre va a ser,
la reina del cielo
Los Posaderos…
Pues si es una reina,
quien lo solicita,
¿cómo es que de noche
anda tan solita?
Los Peregrinos…
Mi esposa es María
Reina del cielo
Y madre va a ser
Del Divino Verbo
Los Posaderos…
Eres tú José
Tu esposa es María
Entren peregrinos
No los conocía
Los Peregrinos…
Dios pague señores
nuestra caridad
y os colme el cielo
de felicidad
TODOS…
Dichosa la casa
Que abriga este día
A la Virgen pura
La hermosa María.
Entren Santos Peregrinos,
Reciban este rincón,
que, aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón.