El Obispo de Tacuarembó, Mons. Julio Bonino, destaca que en la Navidad “ese niño nacido en Belén, viene a los pesebre de nuestras vidas, proponiéndonos la revolución de la ternura”.
“Navidad es la fiesta donde al contemplar a un niño, a Jesús, que tiende sus bracitos hacia nosotros, podemos recibir la ternura de nuestro Padre Dios que quiere fortalecer nuestra esperanza”, subraya Mons. Bonino en su Mensaje para la Navidad 2013.
El Obispo propone la ternura como antídoto para las angustias y preocupaciones de papas y mamás que se sienten agobiados y desesperanzados. Invita, en este sentido, a “permitir que la esperanza y la ternura vayan empapando el corazón, renovando las fuerzas para reiniciar la lucha por mejores condiciones de vida”. “Ciertamente la ternura es la capacidad que el ser humano tiene de dar lo mejor de sí, para recibir como recompensa la felicidad del otro”, enfatiza Mons. Bonino.
NAVIDAD LLEGADA DE LA TERNURA DE DIOS A NUESTRAS VIDAS
Se ha repetido muchas veces “la esperanza es lo último que se pierde” Una afirmación que dice algo fundamental en la vida de cada ser humano .Entre las tres virtudes teologales Péguy llamó a la esperanza “la pequeña hermana”. Si la fe ha levantado iglesias y la caridad hospitales, sin la esperanza todo sería un cementerio.
Colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores, que la llevan de la mano, la pequeña esperanza avanza. Y en medio de sus dos hermanas aparenta dejarse arrastrar, como una niña que no tuviera fuerza para andar. Y en realidad es ella la que hace andar a las otras dos. La esperanza dinamiza la fe de donde brota; y el amor y la esperanza se refuerzan.
Vamos repitiendo, muchas veces con desesperanza: la iglesia, la familia, la educación, la seguridad, la sociedad, están en crisis. Y como alguien dijo la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer y luego de diagnosticar y adjetivar la hondura y anchura de la crisis no podemos eludir la pregunta ¿Qué hacer? Y miramos a nuestro alrededor buscando ayuda, inspiración, consejo. ¿Hay alguien que pueda y quiera ayudarnos? ¿Cómo renovar la esperanza de que vamos a poder resolver los desafíos de la crisis?
Muchas veces al compartir las angustias y preocupaciones de papas y mamás que se sienten agobiados y desesperanzados se me ocurre recomendarles algo que me enseñó una joven mamá: en la noche cuando los hijos se han dormido en la penumbra del dormitorio contemplarlos. Y así permitir que la esperanza y la ternura vayan empapando el corazón, renovando las fuerzas para reiniciar la lucha por mejores condiciones de vida. Y ciertamente la ternura es la capacidad que el ser humano tiene de dar lo mejor de sí, para recibir como recompensa la felicidad del otro.
Navidad es la fiesta donde al contemplar a un niño, a Jesús, que tiende sus bracitos hacia nosotros, podemos recibir la ternura de nuestro Padre Dios que quiere fortalecer nuestra esperanza. Porque ese niño nacido en Belén, viene a los pesebre de nuestras vidas, proponiéndonos la revolución de la ternura.
Cristo vino, viene y vendrá. Con humildad abramos las puertas de nuestros corazones y de nuestros hogares a la claridad de su luz y entonces ¡ Feliz Navidad.!
+Julio Cesar Bonino
Obispo de Tacuarembó