La Visita Ad Limina de los obispos uruguayos tuvo su punto alto en la mañana del jueves 16 de noviembre en el encuentro con el Papa Francisco.
Sentados en rueda con él a la cabecera, sostuvieron un diálogo sin protocolos. Le transmitieron el saludo y el deseo de gran parte del pueblo uruguayo de recibir su visita.
El Papa les manifestó a los 14 obispos presentes su deseo de, ante todo, escucharlos. Preguntó sobre la situación del país, la vida de la Iglesia, los jóvenes, los sacerdotes, las religiosas y las vocaciones.
Los obispos dialogaron sobre el esfuerzo de evangelización que la Iglesia realiza en una sociedad marcada por un proceso secularizador de largo tiempo, junto con los sacerdotes, laicos, religiosos y diáconos. Le presentaron la problemática causada por la fragmentación social, el bajo crecimiento demográfico del país, y el auge de la ideología de género.
En un diálogo que duró más de dos horas, el Papa manifestó su cariño por el Uruguay, les manifestó su deseo de visitar el país cuando le sea posible, y les dejó algunas recomendaciones: dar valor a las raíces -evocando a la figura de Artigas-, de modo de armonizar pasado, presente y futuro en la construcción de un pueblo; enseñar la verdad sobre la familia formada a partir de la unión del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios, proponer a los jóvenes actividades concretas, especialmente de servicio, como forma de iniciar un acercamiento que pueda llevar al encuentro con Cristo. También los invitó a seguir valorando la vida religiosa femenina; ser cercanos a los sacerdotes y cuidar las vocaciones, tanto en la selección como en el acompañamiento y la formación.
Después de este encuentro con el Papa Francisco los obispos salieron renovados e invitados a seguir con el camino invitando a a vivir un encuentro personal con Jesucristo en Su Iglesia.
DETALLES DEL ENCUENTRO CON EL PAPA
Alrededor de las 9.30 horas de la mañana los obispos se dirigieron a la Puerta de Bronce por la que se accede al Palacio Apostólico donde serían recibidos por el Papa Francisco.
Luego de atravesar varios pasillos y escaleras los obispos, 4 laicos, el P. Andrés Paredes y el Secretario Adjunto de la CEU, Fr. José Luis Cereijo ohm cap, fueron conducidos a la Sala del Consistorio donde aguardaron hasta la hora del encuentro. El Papa, mientras tanto, se encontraba con el Presidente de Austria.
La Sala del Consistorio está decorada con antiguos tapices que representan escenas bíblicas y desde sus ventanales se puede divisar la Plaza de San Pedro y la columnata de Bernini por donde se accede a la Basílica.
Durante el tiempo de espera los obispos tomaron algunas fotos y se notaba su alegría y expectativa por el encuentro.
Llegada la hora, un miembro de la Prefectura de la Casa Pontificia condujo a los obispos y a sus acompañantes hasta la sala de audiencias donde el Santo Padre los esperaba.
Los obispos portaban algunos regalos, entre ellos una manta de lana cruda, tejida de forma artesanal en nombre del episcopado, con los colores de la bandera nacional. Otros le entregaron algunos productos típicos uruguayos, cartas de las comunidades y otros presentes.
Cada obispo recibió el afectuoso saludo del Papa, quien los reconocía por su nombre y alguna característica propia.
El Cardenal y el Consejo Permanente le presentaron al Papa a los laicos y sacerdotes acompañantes, dando ocasión para comentarios simpáticos en los que no faltaron las risas.
MISA EN LA BASÍLICA SAN PABLO EXTRAMUROS
En la tarde visitaron la tumba del Apóstol San Pablo en esta Basílica vaticana, donde celebraron la Eucaristía presidida por el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti.
Haciendo memoria de la conversión del Apóstol, Mons. Galimberti focalizó su homilía en un comentario a la Carta de San Pablo a los cristianos de Roma debido a que este fue el texto que a lo largo del año propuso la Animación Bíblica de la Pastoral para la reflexión en las comunidades de Uruguay.
El obispo recordó que para Pablo, “hombre del mundo entero”, Roma era “lugar de resonancia mundial”.“Encontrar a Cristo le abrió un mundo novedoso”, subrayó.
El Obispo de Salto aludió a la expresión de Pablo en su carta “no me avergüenzo por el Evangelio, que es fuerza de Dios”. “Dar la cara por Jesucristo significa no tener vergüenza y nos permite superar barreras y miedos”, acotó. “El mundo sin Cristo es oscuro como lo plantea el Apóstol, es un mundo de pasiones tristes. El hombre se vuelve una pasión inútil”, dijo el Obispo.
Ante este escenario la invitación del Apóstol es a creer en la gran novedad: “El amor de Dios, su misericordia ofrecida, regalada”, enfatizó. Manifestó que “para mucha gente Dios parece estar lejos, casi desconocido, casi ausente”. “Muchos se preguntan por qué tanta injusticia, deshumanización, desconfianza. Sin Jesús la vida es como un túnel sin salida”, aseveró.
“Dios nos hace justos y santos mediante la fe en Jesucristo. Esta es la fuerza de la fe y Dios es el Señor de lo imposible”, señaló.
Mons. Galimberti concluyó su homilía pidiendo que por la ayuda de María “esta visita de frutos de ardor apóstolico, valentía y renovación de nuestras vidas para nosotros y nuestros sucesores”.
Terminada la Misa los obispos se dirigieron a la cripta debajo del altar mayor donde, en silencio, veneraron las reliquias del Apóstol San Pablo.
PRESENTACIÓN DEL LIBRO “MEMORIA, CORAJE Y ESPERANZA”
En la noche, los obispos asistieron a la presentación del libro “Memoria, coraje y esperanza” del Dr. Guzmán Carriquiry, uruguayo, padre de familia, que trabaja desde hace muchos años en distintos organismos de la Santa Sede y es actualmente Vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
Presentaron el libro el Dr. Mario Cayota, recientemente designado Embajador de Uruguay ante la Santa Sede y el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, entre otros.
El libro es una reflexión histórica pero, a la vez, un llamado a afrontar el presente y el futuro de América Latina con conciencia de los errores del pasado y con responsabilidad para con su compleja realidad actual. El norte de esta reflexión es el bien de sus pueblos y, en especial, de los más pobres y necesitados.
La publicación cuenta con una presentación escrita este año por el Papa Francisco y el prólogo escrito en el año 2011 cuando aún era Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires.