Al menos una docena de veces el entonces Cardenal Bergoglio solicitó audiencia a la presidenta CK, sin éxito. Una vez, después de dos horas, una secretaria le comunicó que la presidenta no podía recibirlo.
Pero los caminos de Dios sorprenden. Ahora el papa Francisco recibió a CK, invitándola además a un almuerzo. ¡Cuántas ganas de imaginar ese diálogo en clave de revancha futbolística! Pero nada de eso.
Ante la noticia del nuevo papa, la primera reacción del gobierno argentino fue ignorarlo. Una senadora lo anunció en la cámara pero le negaron la interrupción, mientras en las calles desbordaba el entusiasmo popular.
Un sector del kirchnerismo acusó al papa Francisco de complicidad con la dictadura, pero sin pruebas, pues la Justicia jamás lo acusó. Para ese sector lo único que vale es la acusación misma. No le importó que el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti haya dicho que Bergoglio es “inocente”. Tampoco evaluó que la Corte de Lorenzetti fue la que en 2005 reabrió las causas por violaciones a los derechos humanos. Menos aún reparó ese sector en que el presidente del tribunal oral (TOF No. 5) que juzgó la causa ESMA haya dicho que el tribunal revisó todo el expediente con detenimiento y nunca encontró indicio alguno que involucrara al arzobispo Bergoglio.
El padre Francisco Jálics, uno de los dos jesuitas secuestrados durante la dictadura militar acaba de declarar: “estos son los hechos: Orlando Yorio y yo no fuimos denunciados por Bergoglio”.
Un periodista de la vecina orilla se preguntó “¿Qué hace la Presidenta con esas críticas? ¿las fogoneó mientras visitaba al Papa? o acaso ¿las condenará? El gobierno, por una indicación de CK, parece ahora realinearse detrás del Papa. No lo hace por el peso de la falta de pruebas judiciales que desmentían su versión ni por convicción. Lo hace por una lectura de oportunismo político. Pero es un comienzo”.
Al margen de esto lo que me interesa destacar es la actitud de Papa Francisco. Con simpatía y espíritu dialogante recibió a la presidenta de su país, queriendo ayudar a su gente y al actual gobierno en momentos difíciles.
En conferencia de prensa la presidenta expresó luego del encuentro con el Papa, que “le solicitó su intermediación para lograr el diálogo en la cuestión Malvinas”.
Dejando de lado los laberintos de la política argentina, lo más destacable es la actitud del papa Francisco, que expresa el genuino espíritu evangélico que invita al perdón no sólo siete sino setenta veces siete, o sea, sin límites, como respondió Jesús a Pedro cuando éste le preguntó cuántas veces debía perdonar.
Eligiendo el nombre de Francisco el papa destaca un aspecto central del Evangelio. En la biografía del santo de Asís hay una anécdota muy ilustrativa.
Sucedió que el obispo de Asís excomulgó al jefe político y también judicial de la ciudad. En represalia, este prohibió cualquier tipo de intercambio comercial o contrato con el obispo. A tal punto se odiaban recíprocamente.
Francisco que estaba muy enfermo, tuvo piedad de los dos, al ver que nadie hacía nada por restablecer la paz entre ellos. “Gran vergüenza es para nosotros que el obispo y el jefe político se odien y ninguno se interese en que hagan las paces. Entonces compuso esta estrofa para añadir al Canto de Alabanza que había compuesto: “Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor y soportan enfermedades y tribulaciones…”
Después mandó llamar al jefe político con otros colaboradores al obispado. Y pidió a dos frailes que entonaran el Cántico al Hermano Sol en presencia del obispo y su adversario. Tengo confianza en el Señor que harán las paces. Los frailes comenzaron a cantar y el jefe político mostró signos de compunción por la gran veneración hacia Francisco. Y añadió: Les digo que no sólo al obispo sino también a quien haya asesinado a mi hermano o hijo. Y se arrojó a los pies del obispo. Este lo abrazó y declaró: yo debería ser humilde; lamentablemente tengo un temperamento iracundo. Perdóname. Y los dos se abrazaron y besaron cordialmente.
Es apenas un ejemplo del programa incluido en el nombre de Francisco.
Columna de Mons. Pablo Galimberti, publicada en Diario «Cambio», el 22 de marzo de 2013