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Mons. Pablo GalimbertiNoticeu

Mons. Pablo Galimberti opina sobre las «Confesiones del Papa Bergoglio»

By 25/10/2013noviembre 1st, 2013No Comments

Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti

El Papa Francisco concedió una entrevista al director de la revista La Civiltà Cattolica, perteneciente a los Jesuitas y con oficina de redacción en Roma.

El Padre Antonio Spadaro llegó a la cita, grabadora en mano, papel y lapicera, pero dice: “enseguida dejé de tomar apuntes; escuchaba al Papa”.

El Papa por su lado, le manifestó su perplejidad. “A mí las respuestas justas me llegan a lo cinco minutos de que alguien me haga la pregunta”.

La entrevista de seis horas recoge los encuentros del 19, 23 y 29 de agosto en el estudio privado del Papa en Santa Marta. Extraño: durante la entrevista declara ser renuente a las entrevistas.

El Papa habla de sus recuerdos personales, sus padres y la querida abuela Rosa. También aparece el perfil del joven jesuita que eligió ingresar en la Compañía de Jesús (ese es el nombre oficial que le dio  Ignacio de Loyola, su fundador) por el ambiente de comunidad que allí vislumbraba; no le gustaba ser un cura solo.

“Me impresiona lo esencial de los muebles y las demás cosas. Los libros son pocos, pocos los papeles y los objetos. Entre estos, una imagen de san Francisco, una estatua de  Nuestra Señora de Lujan, patrona de Argentina, un crucifijo y una estatua de san José sorprendido en el sueño”. Al entrevistador subraya que la vida de Bergoglio no está hecha de “energías en armonía”, como las llamaría él, sino de rostros humanos.

Comienza preguntando sobre la Jornada Mundial de Jóvenes en Brasil. El Papa la considera “un misterio”. No estaba acostumbrado a hablar a tanta gente: “Yo suelo dirigir la vista a las personas concretas, una a una, y ponerme en contacto de forma personal con quien tengo delante”.

Eso le satisface, poder ser el que es, no sentirse obligado a cambiar su modo normal de comunicarse con los demás, ni siquiera cuando tiene delante a millones de personas, como ocurrió en la misa final en la playa de Copacabana.

Le confiesa al Padre Spadaro que cuando comenzó a darse cuenta de que podría llegar a ser elegido, el miércoles 13 de marzo durante la comida, sintió que le envolvía una inexplicable y profunda paz junto con una oscuridad total que dejaba en sombras el resto de las cosas.

 ¿Quién es Jorge Mario Bergoglio? le pregunta a quemarropa. Se me queda mirando en silencio y me dice: “No se cuál puede ser la respuesta exacta… Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar. El papa sigue concentrado, como si no se hubiese esperado esta pregunta. “Bueno, quizá podría decir que soy despierto, que sé moverme, pero que, al mismo tiempo, soy bastante ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro y siento más verdadera es esta: “Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos”.

Comenta el Papa que cuando viajaba a Roma solía acercarse a un templo para contemplar un cuadro de Caravaggio: la conversión de Mateo. Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero como diciendo: “¡No, a mí no! Este dinero es mío. Esto es lo que soy: un pecador a quien el Señor ha dirigido su mirada.

A la respuesta por qué se hizo jesuita, el Papa responde que una de las cosas que le gustó fue la disciplina. “Y esto es curioso, porque  ¡soy un indisciplinado nato!”.

Hablando de los cambios, dice: Son muchos los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero. Mis decisiones, incluso las que tienen que ver con la vida normal, como el usar un coche modesto, van ligadas a un discernimiento que responde a exigencias que nacen de las cosas, de la gente. El discernimiento, es decir, lo que Dios quiere de mí -ahora-, me guía en mi modo de gobernar”.

Con una imagen muy gráfica el Papa Francisco habla sobre la prioridad de la iglesia, hoy. “Lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles. Cercanía. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene alto el colesterol o el azúcar!” Después vendrá el resto.

La entrevista cautiva; esto es apenas un botón de muestra!

Columna publicada en el diario «Cambio» del viernes 25 de octubre de 2013