El Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, dedicó el último post de su blog (www.desdelverdun.org) a la eutanasia, en momentos en que Holanda y Bélgica dan pasos hacia la ampliación de la actual ley a los menores de edad.
El Obispo señaló la necesaria definición del combate «cultura de la muerte» vs. «cultura de la vida». Mons. Fuentes destaca, en este sentido, que “de la discusión teórica conviene pasar a la práctica de una existencia vivida con sentido”.
“¿Tiempo complicado el nuestro? “ plantea el Pastor al tiempo que responde “sí, pero respuestas sobran para entenderlo”.
LAS BARBAS DE TU VECINO
Primero fue Holanda y ahora es el parlamento de Bélgica el que está debatiendo ampliar la actual ley de eutanasia a los menores de edad, con el fin de que los jóvenes y niños puedan decidir si terminan con sus vidas.
Quien tenga interés (por aquello de que «cuando las barbas de tu vecino veas cortar…», todos debemos interesarnos), lea la información completa e introdúzcase en el tema eutanasia.
Es necesario definirse en este combate: «cultura de la muerte» vs. «cultura de la vida». Dar razones, explicar que la vida es el mayor regalo que Dios nos ha hecho… ¿Y por qué el dolor, y por qué el sufrimiento, y por qué no puedo terminar con él si soy yo el que lo sufro? ¿Y por qué no voy a hacer con mi vida lo que se me canta?
Pienso que de la discusión teórica conviene pasar a la práctica de una existencia vivida con sentido: porque no estoy solo en el mundo (y acompañar a quien sufre la soledad); porque no padezco solo (y com-padecer); porque ese Dios, lejano para tantos, está muy cerca y tiene nombre -Jesús-, y vive, me escucha, me ayuda, me perdona, me alienta.
¿Tiempo complicado el nuestro? Sí, pero respuestas sobran para entenderlo. Manrique, hace seis siglos, por ejemplo:
Este mundo bueno fue
si bien usáramos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel hijo de Dios,
para subirnos al cielo
descendió
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
No tengamos tiempo ya
en esta vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
y consiento en mi morir
con voluntad placentera,
clara y pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.