“En nuestro país avanzamos pero aún queda mucho por recorrer” en el cuidado de la “casa común” y en la construcción de la “ciudadanìa ecológica”, plantea el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su habitual columna publicada en el Diario “Cambio”.
Mons. Galimberti detalla y ofrece claves de lectura para algunas iniciativas mundiales, como la Marcha Mundial por el clima convocada por la Iglesia Católica para el Domingo 29, y para actividades que se vienen desarrollando en nuestro territorio tendientes al cuidado de la “casa común”. En este sentido, indica algunos avances como el ataque al tabaquismo impulsado por el Presidente de la República Tabaré Vázquez pero señala algunos temas pendientes que hacen a la construcción de la conciencia ecológica y el cuidado de la casa común como los accidentes de tránsito y la Violencia contra la Mujer.
Al refereirse a una manifestación organizada por la Intendencia de Salto en el el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Mons. Galimberti expresa que “es de esperar que también sirva para frenar al machismo salvaje aún no domesticado como sería deseable”. “Pero ¿quién educa o quién para la mano si faltó un padre que frenara un capricho o que de vez en cuando enderezara un arrebato con un oportuno y saludable castigo (no me refiero al físico) desde los primeros años?”, plantea el pastor.
“Uruguay es el país de la región donde mueren más mujeres a manos de su pareja o ex pareja. Hasta hace dos días las mujeres asesinadas por esta causa, en lo que va del año, sumaban 25, cifra superior a la registrada en ese mismo tiempo el año pasado¨, recuerda el Obispo de Salto. y destaca que “el clima de la ´casa común´ es la suma de cada casa o núcleo familiar, donde se entrecruzan otras violencias, como la de hijos adictos involucrados en el circuito de la droga, que llegan a exigir lo imposible”.
Ciudadanía Ecológica
Mons. Pablo Galimberti
El próximo Domingo 29 de noviembre, alrededor de un millón de hombres, mujeres y niños participarán en la Marcha mundial por el clima convocada por la Iglesia Católica. Unas tres mil ciudades del mundo ya han adherido al evento.
El fin de esta movilización puede comprenderse, como toda gestualidad humana, desde dos claves de lectura.
La primera expresa una idea fuerza: queremos un mundo en el que nuestras economías sean prósperas para todos, no sólo para el 1% más rico del mundo.
La segunda podría expresarse con el término “empoderamiento”. Señala que el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, potencias o élites. De la economía como de la política. Sino, fundamentalmente, en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en las manos de quienes alientan, con humildad, paciencia y convicción este proceso de cambio. Sería una expresión de soberanía proactiva o despierta.
Ambas perspectivas convergen y podemos comprenderlas como expresión mundial de ciudadanía ecológica, en vísperas de la cumbre mundial que reunirá en París a 50 mil representantes, 25 mil delegados oficiales y otros tantos participantes.
Aterricemos en Salto. El Domingo pasado la parroquia del Cerro realizó la caminata anual que partió a las 6 de la mañana en dirección a la imagen del Cristo en la costanera norte. El lema propuesto durante el trayecto era: el clamor o cuidado de la “casa común”. Así titula el Papa Francisco su último documento para referirse al medio ambiente.
En la primera de las tres paradas colocaron un cartel delante de un basural, de los tantos que espontánea y de modo reiterativo surgen en la ciudad. El mensaje que allí quedó se le atribuye al gran jefe Seattle: “Sólo después que el último árbol haya sido cortado. Sólo después que el último río haya sido envenenado. Sólo después que el último pez sea apresado. Sólo entonces entenderás que el dinero no se puede comer.”
En nuestro país avanzamos pero aún queda mucho por recorrer. Ayer el presidente Vázquez retomó con fuerza un aspecto de la salud: la guerra contra el tabaquismo. Y comunicó dos nuevas medidas: aumentar los impuestos de los cigarrillos y luchar contra el contrabando.
Otro capítulo del cuidado de la “casa común” son los frecuentes accidentes de tránsito. Son señal de que los uruguayos aún podemos mejorar mucho en cuanto al manejo y circulación responsable por la ciudad y las rutas, aunque nos quejemos por el estado de algunas rutas en mal estado debido al transporte maderero.
También ayer, conmemorando el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se realizó en nuestra ciudad una significativa manifestación organizada por la Intendencia de Salto. Con cuatro “no”, dirigidos a todas las mujeres de nuestra ciudad, se hizo un llamado de atención. No esperes. No te aísles. No es amor. No estás sola.
Es de esperar que también sirva para frenar al machismo salvaje aún no domesticado como sería deseable. Pero ¿quién educa o quién para la mano si faltó un padre que frenara un capricho o que de vez en cuando enderezara un arrebato con un oportuno y saludable castigo (no me refiero al físico) desde los primeros años?
Uruguay es el país de la región donde mueren más mujeres a manos de su pareja o ex pareja. Hasta hace dos días las mujeres asesinadas por esta causa, en lo que va del año, sumaban 25, cifra superior a la registrada en ese mismo tiempo el año pasado.
El clima de la “casa común” es la suma de cada casa o núcleo familiar, donde se entrecruzan otras violencias, como la de hijos adictos involucrados en el circuito de la droga, que llegan a exigir lo imposible.
Es también resultado de ambientes educativos capaces de contener, canalizar y educar inquietudes y energías juveniles, tanto en el aula como en el patio o en iniciativas comunitarias en bien de la comunidad. A veces surgen propuestas para crear una escuelita de fútbol o limpiar los basurales del barrio o auxiliar a una mujer sola que se le inundó la vivienda.
La “ciudadanía ecológica” aún tiene muchas tareas pendientes.
Columna publicada en el Diario «Cambio» del viernes 27 de noviembre de 2015