En la Fiesta del Cura de Ars y Jornada de oración por la santificación de los sacerdotes, el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, dirigió una carta a los sacerdotes de su Diócesis en la que los exhorta a renovar y santificar su vida sacerdotal.
El Pastor subraya que en los días en que se recuerda especialmente al Patrono de los Sacerdotes, “sentimos fuertemente el llamado a renovar nuestra entrega y compromiso asumido el día de nuestra Ordenación”. Admite que son muchas las dificultades al tiempo que reconoce que también son muchas las alegrías que “la gracia nos dispensa en la actividad pastoral”. En este sentido Mons Galimberti precisa que “la fuerza no nos viene de nosotros mismos sino de Aquél que nos amó y se entregó por nosotros”.
El Obispo de Salto destaca la misión del sacerdote de ser signo de la presencia del Señor “en medio de las situaciones más dolorosas, de las angustias y esperanzas de nuestro pueblo”, posible por la fortaleza que conceden la oración y los sacramentos.
“Al acercarse el comienzo del año de la fe, a 50 años de la inauguración del Concilio, qué mejor ofrenda y celebración que la renovación y santificación de nuestra vida, don de Dios para su Reino”, plantea el Obispo.
>> Texto completo de la carta de Mons. Pablo Galimberti a los sacerdotes de la Diócesis de Salto:
Queridos hermanos en Cristo, Buen Pastor:
“ El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús” repetía frecuentemente Juan María Vianney.
En estos días, en que lo tenemos especialmente presente como modelo de nuestro ministerio y queremos reavivar nuestra vocación común a la santidad, sentimos fuertemente el llamado a renovar nuestra entrega y compromiso asumido el día de nuestra Ordenación.
Son muchas las dificultades así como son también muchas las alegrías que la gracia nos dispensa en la actividad pastoral. La fuerza no nos viene de nosotros mismos sino de Aquél que nos amó y se entregó por nosotros: “es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar” (Porta fidei n.7).
¡Cómo quisiéramos reflejar, en nuestras vidas, la experiencia relatada por aquel peregrino, que respondía a quién le preguntaba qué había visto en Ars: “¡He visto a Dios en un hombre!”
En este camino diocesano de “revitalizar el encuentro con Cristo” la serena certeza de su cercanía nos sigue animando a vivir en su “radical forma comunitaria” nuestro servicio a la Iglesia (DA 195). Fortalecidos en la oración y los sacramentos vamos al encuentro del Señor que nos llama a ser signos de su presencia en medio de las situaciones más dolorosas, de las angustias y esperanzas de nuestro pueblo.
Al acercarse el comienzo del año de la fe, a 50 años de la inauguración del Concilio, qué mejor ofrenda y celebración que la renovación y santificación de nuestra vida, don de Dios para su Reino.
Que el Santo Cura interceda por nosotros para que vivamos en fidelidad y unidad, en el Señor, cuidando a aquellos que nos ha encomendado.
Con mi bendición,
+ Pablo