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Mons. Galimberti: «En el Niño de Belén está nuestra dignidad y destino»

By 21/12/2012diciembre 28th, 2012No Comments

“El valor de una persona no se compra ni se vende ni depende de una votación; es una marca de origen, grabada en el momento en que fuimos concebidos”, destaca el Obispo de Salto, Moneñor Pablo Galimberti en su mensaje para la Navidad 2012.

“En este año hemos visto cómo el derecho a la vida perdió fuerza en algunos sectores de nuestro pueblo y cómo se socavan las bases de la familia formada por varón y mujer, equiparándola a uniones homosexuales que son imitaciones del matrimonio”, señala el Pastor.

Mons. Galimberti asegura que “en el Niño de Belén está nuestra dignidad y destino. La vida es frágil pero creemos que no termina en un montoncito de cenizas. El valor no lo da el salario ni el barrio ni el lugar de trabajo o la profesión, ni el carné de salud, ni lo que compartimos en la mesa navideña. El valor de una persona no se compra ni se vende ni depende de una votación; es una marca de origen, grabada en el momento en que fuimos concebidos”.

El Obispo de Salto destaca que “a toda persona inquieta, insatisfecha y con deseos de internarse en el acontecimiento de la ‘Navidad’, se le ofrecen pistas; las mismas que pusieron en movimiento a los pastores en dirección hacia Belén para ver al Niño Dios”. “Fue un encuentro desconcertante para una lógica racionalista. Dios Todopoderoso manifestándose en una humanidad  frágil. Un Dios que necesita nuestras manos para envolverlo. Verdadero Dios y verdadero hombre, tal como lo creyeron gradualmente y hasta con algunos tropiezos los primeros discípulos. No es un fantasma, su realidad posee un atrayente espesor humano”, puntualiza el Pastor.

“Hacia el rincón de Belén van nuestros ojos y deseos de felicidad. Basta creer que el milagro de aquella Noche de Paz se repite hoy cuando creemos que en ese Niño empezó a latir Dios en un corazón como el nuestro. Ya no hay que mirar lejos sino cerca y muy adentro para encontrar un sentido a tanto sinsentido de este mundo”, asevera Mons. Galimberti

LA PUERTA Y LA ALEGRÍA DE LA FE

SALUDO de NAVIDAD

Pablo Galimberti, obispo de Salto

“Encontrarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales, y acostado en un pesebre.” (San Lucas, cap. 2)

A toda persona inquieta, insatisfecha y con deseos de internarse en el acontecimiento de la “Navidad”, se le ofrecen pistas; las mismas que pusieron en movimiento a los pastores en dirección hacia Belén para ver al Niño Dios.

Fue un encuentro desconcertante para una lógica racionalista. Dios Todopoderoso manifestándose en una humanidad  frágil. Un Dios que necesita nuestras manos para envolverlo. Verdadero Dios y verdadero hombre, tal como lo creyeron gradualmente y hasta con algunos tropiezos los primeros discípulos. No es un fantasma, su realidad posee un atrayente espesor humano. Mucho tiempo después escribirá el apóstol Juan: “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos … es lo que les anunciamos.

Esas pistas pueden ayudarnos también hoy para atravesar la cáscara y el folklore navideño y llegar a lo novedoso de la Navidad cristiana. La fe de aquellos pastores, que cuidaban sus ovejas durante las heladas horas de la noche, cambió la monotonía y el destino de sus vidas.

¿Quién no soporta horas grises en su actividad laboral o en las rutinas de todos los días para ganar el sustento para sí y su familia?

En este año hemos visto cómo el derecho a la vida perdió fuerza en algunos sectores de nuestro pueblo y cómo se socavan las bases de la familia formada por varón y mujer, equiparándola a uniones homosexuales que son imitaciones del matrimonio.

En el Niño de Belén está nuestra dignidad y destino. La vida es frágil pero creemos que no termina en un montoncito de cenizas. El valor no lo da el salario ni el barrio ni el lugar de trabajo o la profesión, ni el carné de salud, ni lo que compartimos en la mesa navideña. El valor de una persona no se compra ni se vende ni depende de una votación; es una marca de origen, grabada en el momento en que fuimos concebidos.

Hacia el rincón de Belén van nuestros ojos y deseos de felicidad. Basta creer que el milagro de aquella Noche de Paz se repite hoy cuando creemos que en ese Niño empezó a latir Dios en un corazón como el nuestro. Ya no hay que mirar lejos sino cerca y muy adentro para encontrar un sentido a tanto sinsentido de este mundo.

Que la puerta y la alegría de la fe permitan entrar la Paz de la Nochebuena en nuestras vidas y hogares.

Son mis augurios para cada uno de ustedes, junto a sus familias y comunidades de esta Diócesis.

19 Diciembre 2012

+Pablo Galimberti, obispo de Salto