Al conmemorarse el 1 de Mayo el Día de los Trabajadores, los obispos del Uruguay elaboraron un mensaje en el que invitan “a todas las personas de buena voluntad a que, a través de un diálogo sincero, busquemos juntos las mejores soluciones para todos los habitantes de este país”. En este sentido, animan a, como hermanos, «redoblar esfuerzos y solidaridades”.
En su mensaje saludan a todos los trabajadores de nuestro país en la ciudad y en el campo y expresan su agradecimiento especialmente a todos los que «siguen sosteniendo servicios” en estos tiempos “difíciles que atravesamos como país y como humanidad toda”, en esta «hora de escasez, inseguridad, múltiples exigencias y pocas satisfacciones para sus esfuerzos».
Los obispos expresan su solidaridad «con quienes, por la pandemia, han perdido su fuente laboral o la conservan en una situación precaria». «Nuestro país se ha forjado por el trabajo y el esfuerzo de su gente, atravesando otras tormentas. Confiamos en que en esta hora que nos ha tocado de tanto sufrimiento y temor, también saldremis adelante por el trabajo y el esfuerzo de todos», destacan.
Recuerdan también con gratitud a todos los trabajadores rurales, que este 30 de abril celebran su día.
«‘Los hombres sin historia son la Historia’. La vida del nazareno, a lo largo de esos treinta años, fue muy semejante a las de nuestros más humildes compatriotas. Jesús y su familia supieron de silencios, sacrificios y rutinas; vivieron la precariedad, la inmigración, la incertidumbre cotidiana. Por eso podemos proponerlos como luz y horizonte para todos los trabajadores y trabajadoras en este 1º de Mayo”, expresan.
Los obispos del Uruguay finalizan su mensaje recordando expresiones del Papa Francisco en su reciente Carta sobre S. José:
“La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”.
TEXTO COMPLETO
Mensaje a los Trabajadores con motivo del 1º de mayo 2021
En estos tiempos difíciles que atravesamos como país y como humanidad toda, tras un largo año de pandemia y de sus consecuencias, queremos saludar a todos los trabajadores de nuestro país en la ciudad y en el campo.
Sabemos que este saludo llega en una hora de escasez, inseguridad, múltiples exigencias y pocas satisfacciones para sus esfuerzos.
Como Iglesia Católica en el Uruguay: fieles laicos, personas consagradas, diáconos, sacerdotes y obispos estamos, al decir del Papa Francisco, “en la misma barca” con todos nuestros compatriotas, zarandeados por un tsunami que no deja de sorprendernos, en un momento de crisis y gran incertidumbre. Pero nos sabemos “parte de lo mismo”;compartimos los problemas y el dolor de nuestro pueblo. Por ello, invitamos a todas las personas de buena voluntad a que, a través de un diálogo sincero, busquemos juntos las mejores soluciones para todos los habitantes de este país.
Agradecemos especialmente a todos los trabajadores que siguen sosteniendo servicios esenciales para el funcionamiento de nuestra sociedad en estos momentos.
Recordamos también con gratitud a todos los trabajadores rurales, que celebraron ayer su día.
Expresamos nuestra solidaridad con quienes, por la pandemia, han perdido su fuente laboral o la conservan en una situación precaria.
Nuestro país se ha forjado por el trabajo y el esfuerzo de su gente, atravesando otras tormentas. Confiamos en que en esta hora que nos ha tocado de tanto sufrimiento y temor, también saldremos adelante por el trabajo y el esfuerzo de todos.
Como cristianos les compartimos nuestra fe y una buena noticia: en Jesús y en su hogar de Nazaret podemos reconocernos como familia que hace frente a sus dificultades y encontrar en ellos un remanso de esperanza.
Antes de ser el predicador que recorrió los pueblos de su tierra anunciando: “El Reino de Dios está cerca”, Jesús, el Hijo de Dios, llevó durante treinta años una vida anónima y silenciosa. Conocido como el hijo de un carpintero, de quien aprendió el oficio, vivió en una pequeña aldea de la Galilea empobrecida y sojuzgada por el imperio romano.
Él es modelo de encarnación en la historia que le tocó vivir; modelo de trabajador, que compartió los sufrimientos, búsquedas, gozos y esperanzas de sus vecinos.
“Los hombres sin historia son la Historia”. La vida del nazareno, a lo largo de esos treinta años, fue muy semejante a las de nuestros más humildes compatriotas. Jesús y su familia supieron de silencios, sacrificios y rutinas; vivieron la precariedad, la inmigración, la incertidumbre cotidiana. Por eso podemos proponerlos como luz y horizonte para todos los trabajadores y trabajadoras en este 1º de Mayo.
Como nos ha dicho el Papa Francisco en su reciente Carta sobre S. José:
“La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos un llamado a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”
En esta Fiesta de San José Obrero, nos animamos mutuamente, como hermanos, a redoblar esfuerzos y solidaridades, a fin de celebrar más temprano que tarde ese banquete abundante en todos los hogares de esta bendita tierra, que ponemos bajo la protección de Nuestra Señora de los Treinta y Tres, patrona de la patria.
Los Obispos del Uruguay