La Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) elaboró la “Declaración sobre la Eutanasia y el Suicidio médicamente asistido. Un aporte para el debate público” con el objetivo de «hacer pública nuestra valoración sobre la eutanasia y el suicidio asistido, para contribuir al necesario y civilizado debate público sobre un tema tan relevante».
El viernes 19 de junio, Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el Secretario General y Portavoz de la CEU, Mons. Milton Tróccoli (Obispo de Maldonado-Punta del Este- Minas), y Mons. Pablo Jourdan (Obispo auxiliar de Montevideo, Dr. en Medicina, quien elaboró el documento) recibieron en la sede de la CEU a los periodistas para presentar la referida Declaración. «Necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa», destacaron los obispos.
Aseguraron que «no es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona…esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico» y, aclararon, que tampoco «es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente».
Los Pastores resaltaron que «nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido». Asimismo, enfatizaron que «jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio medicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos».
Compartimos a continuación el Resumen conclusivo de la Declaración. Texto Completo “Declaración sobre la Eutanasia y el Suicidio médicamente asistido. Un aporte para el debate público”
RESUMEN CONCLUSIVO
- A fin de que los lectores puedan comprender mejor los mensajes principales que queremos trasmitir en este documento, hacemos un resumen conclusivo:
- La dignidad de la persona se fundamenta en el mismo hecho de pertenecer a la especie “humana”. La vida de cada persona es bella, única, irrepetible e insustituible. Además es limitada, la acompaña diversos sufrimientos y también la muerte. Necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa.
- Valoramos enormemente la forma de accionar de la Medicina Paliativa. Lo propio de ella es cuidar, aliviar y consolar, humanizando el proceso de la muerte de forma profesional, afectuosa y cercana.
- No es éticamente aceptable causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona. En última instancia, esa acción constituye un género de homicidio llevado a cabo en contexto clínico.
- Tampoco es éticamente aceptable la obstinación terapéutica que consiste en querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se proporciona un beneficio al paciente. La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía.
- La sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que le provocan un sufrimiento intolerable. Exige un control clínico permanente del efecto buscado y requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente, o en caso de incapacidad, delegado en un familiar directo.Los cuidados básicos (alimentación, hidratación, aseo, cambios posturales) deben continuarse y ser periódicamente evaluados.
- Nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido. Valoramos las leyes que han permitido el acceso universal a programas de salud mental, a la medicina paliativa y al sistema nacional de cuidados, pero aún es preciso desarrollar programas que faciliten su cumplimiento y la accesibilidad real a toda la población.
- Jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos.
- Se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio, mediante el uso de términos genéricos tales como “sufrimientos insoportables” y cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como “autonomía absoluta”, “vida indigna de ser vivida” y “muerte digna”. Ninguno de estos términos tienen interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que terminan dando lugar a diversos abusos.
- En las enfermedades graves y más aún cuando probablemente se acerca la muerte, las personas se encuentran por lo general especialmente necesitadas y deseosas de múltiples apoyos, así como de asistencia religiosa. Se trata de un hecho coherente con la naturaleza espiritual del ser humano constatado a nivel sociológico. La Iglesia, servidora de la humanidad, quiere ofrecer la luz de la vida eterna que emana de Cristo muerto y resucitado, capaz de llenar de amor, misericordia y esperanza las situaciones más complejas y, en muchas ocasiones, dolorosas de la existencia humana. Solo así podremos llegar con paz y dignidad a expresar en el momento final sentimientos confiados y palabras similares a aquellas de Jesucristo en su agonía: “En tus manos, Padre, encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).
Como obispos del Uruguay hemos querido hacer nuestro aporte en esta importante problemática moral. Invocamos la protección del Altísimo para que ilumine a los representantes del Pueblo a fin de que legislen a la luz de la dignidad de la persona y los Derechos Humanos. Del mismo modo pedimos a Dios que oriente y fortalezca al personal de la salud, a las comunidades cristianas y a las familias, para que cuiden y respeten el valor incondicional de las personas que se acercan al final de la vida.