En tiempos en que la convivencia se ha convertido en una tarea “ardua”, los gestos “pequeños, sencillos en su apariencia, accesibles a cualquier persona con sentido común, y mucho más si vive inspirada por una fe cristiana o inspiradora de valores espirituales”, pueden cambiar el mundo, asegura el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su columna semanal en el Diario “Cambio”.
El Obispo afirma que “profeta es el que muestra caminos y enciende luces en la oscuridad”. Ante la “seguidilla de hechos que atentan contra la vida y seguridad de las personas”, en nuestra sociedad, Mons. Galimberti señala que se debería “intentar descubrir las causas lejanas y próximas, tratando de despertar conciencia». «Los cambios tienen que empezar por cada uno. `Si quieres cambiar el mundo empieza por tender la cama´, decía un Almirante a los graduados de una universidad americana. Y un poeta latino escribió: ‘carpe diem´, o sea, aprovecha el momento», concluye.
Gestos “proféticos”
Mons. Pablo Galimberti
Cuando la dignidad de la vida humana se pisotea y atropella, una tentación puede ser achicarnos y dar la batalla por perdida. Pero es precisamente en esos momentos cuando valen los gestos pequeños, sencillos en su apariencia, accesibles a cualquier persona, con sentido común y mucho más si vive inspirada por una fe cristiana o inspiradora de valores espirituales.
A veces se escuchan en la sociedad voces con tono prepotente, escudadas detrás de la pantalla de títulos, instituciones “oficiales”, etc. que intentan silenciar voces del pueblo que no concuerdan con sus consignas. Pero resulta difícil acallar los gritos que el alma pronuncia.
Sucedió en Salto con los médicos que plantearon con valentía su “objeción de conciencia” ante la aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, conocida como ley pro aborto.
Hay veces que callar es de maulas. El evangelio refiere que al ingresar Jesús en Jerusalén, pocos días antes de la crucifixión, los discípulos se pusieron a alabar a Dios en voz alta por todos los milagros que habían presenciado. Y decían: “Bendito sea el rey que viene en nombre del Señor”. Algunos fariseos propusieron a Jesús cortar esas aclamaciones. Pero él respondió: “Yo les digo que si éstos callan, gritarán las piedras”. La ceguera del pueblo fue causa de la destrucción de esa ciudad, al punto de no dejar de ella piedra sobre piedra. Profecía cumplida al menos en parte en el año 70 durante el sitio de Jerusalén por los romanos.
Profeta es el que muestra caminos y enciende luces en la oscuridad. Nuestra sociedad parece muchas veces sumergida en una seguidilla de hechos que atentan contra la vida y seguridad de las personas. Ante esto debemos intentar descubrir las causas lejanas y próximas, tratando de despertar conciencia.
Convivir se ha convertido en muchos lugares en ardua tarea. Entre vecinos de un barrio, en las aulas escolares, en una cancha de fútbol o lugar bailable. Todos podemos, en el lugar donde nos encontramos, intentar jugar la carta que podamos.
Lourdes, vecina de un barrio capitalino, que tomó la decisión de pelear por una convivencia solidaria, contaba: “Hoy vi a unos chiquilines que habían comprado cohetes y los pensaban tirar para el gimnasio de la plaza de deportes del barrio. Adentro había nenes de 3 años en gimnasia. Entonces me acerqué y les dije: Los que están ahí podrían ser sus hermanos. Por suerte los vi y no pasó nada”.
La historia de Lourdes fue dura. Criada en un barrio periférico por su madre que trabajaba todo el día para mantener a sus hijos. Siguió los pasos de su madre y estudió enfermería. Empezó en el barrio del Cerro de a poco. Primero como vecina, después como enfermera. “Quiero lo mejor para el barrio porque acá es donde voy a envejecer y donde va a vivir mi hijo” afirma.
Su trabajo le ha permitido acercarse al barrio y detectar indicadores de futuras enfermedades: “comer saludable es más caro que los alimentos ricos en grasas y en azúcares, por lo que hay muchas familias que no pueden elegir qué comprar porque no les alcanza el dinero. El niño tiene que recibir una buena alimentación durante la primera infancia. Después no hay nada que hacer”.
Los cambios tienen que empezar por cada uno. “Si quieres cambiar el mundo empieza por tender la cama”, decía un Almirante a los graduados de una universidad americana. Y un poeta latino escribió: “carpe diem”, o sea, aprovecha el momento.
Columna publicada en el Diario «Cambio» del viernes 6 de abril de 2018