El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) a través de su departamento de Comunicación Social, elaboró un especial sobre el Sínodo sobre Nueva Evangelización, en el que publica intervenciones y entrevistas a protagonistas de América Latina. En esta edición compartimos la entrevista efectuada al Presidente del CELAM, Mons. Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de Tlalneplantla, México.
MONSEÑOR CARLOS AGUIAR RETES, ARZOBISPO DE TLALNEPANTLA, MÉXICO, PRESIDENTE DEL CELAM
•Una lectura sintética del Sínodo
A esta altura creo que el Sínodo va a tener un final feliz. Las propuestas que aparecen son muy consistentes en algunos puntos y están orientadas a abrir un camino en algunos de los hábitos de la Iglesia y en otros van a confirmar lo que ya estamos haciendo en varias Conferencias Episcopales, particularmente de América Latina y del Caribe. Esto me llena de alegría y esperanza. Puedo decir que las insistencias que aparecieron en los cinco continentes, por ejemplo, sobre el hecho de que el sujeto principal de la Nueva Evangelización es la iglesia local, es muy importante. Ya se hablaba de esto; sin embargo, es muy importante que haya salido del Sínodo, exactamente en el sentido de aquello que la Iglesia particular da a la experiencia de todos los fieles cristianos, es decir, la experiencia de la Iglesia. En este sentido, creo que la asamblea sinodal fue muy respetuosa de los Movimientos y de las Asociaciones, reconociendo que son un don, un carisma para la Iglesia, pero también fue muy clara la posición de que deben integrarse, para ser ellos mismos, a los planes diocesanos de pastoral y a las parroquias donde están. Es una constatación subrayada por los obispos de los cinco continentes y que seguramente va a plasmarse en alguna de las propositiones.
• ¿Por qué la Nueva Evangelización?
Muchas intervenciones mostraron de manera clara y fuerte la convicción de la necesidad de la Nueva Evangelización y, más allá de eso, las características fundamentales del porqué es necesaria la Nueva Evangelización: responder al hombre de hoy sus preguntas con el lenguaje de la cultura actual. La Iglesia debe aprender el lenguaje de la sociedad actual, adaptándose, utilizando los medios, los diferentes instrumentos que existen hoy para la comunicación humana, pero sin descuidar la comunicación directa y testimonial.
El otro papel que existe y subyace debajo de todas estas preguntas es que la Iglesia nace para evangelizar, pero evangeliza educando a la persona, haciendo que se ponga en el centro la dignidad humana y el cuidado y respeto para que pueda crecer como persona. Para eso es necesaria la interacción de las relaciones humanas.
•¿Qué visión de la Iglesia se puso en evidencia?
Creo que fue magnífica la insistencia en que es el Espíritu Santo quien conduce a la Iglesia, según una eclesiología de comunión como la que se presenta en la Lumen Gentium y que, en esta dimensión, deben entrar todos los fieles, conscientes de que son llamados a la santidad, a la participación en la vida de la Trinidad, que es la vocación universal de los cristianos. Creo que esto va a facilitar un aspecto que apareció menos, pero que yo puse en mi intervención, o sea, que los protagonistas en la Nueva Evangelización son los laicos, en su vida profesional, en la familia, en el trabajo, etc.
•¿Cómo vio la presencia, la contribución de América Latina?
Fue muy manifiesta, muy reconocida y un síntoma es la pregunta hecha por uno de los participantes: “¿Por qué hubo tanta alusión a Aparecida?” por parte de un cardenal africano. Fue muy lindo el hecho de que se ofreció el Documento de Aparecida a los padres sinodales en italiano. Son hechos que muestran en qué medida Aparecida está dentro de la reflexión del Sínodo.
Otro aspecto que apareció menos, pero señalado de otra manera, fue la temática del discipulado, que para nosotros es muy claro como un hilo conductor en la formación de laicos, para pasar de ser simples fieles a ser discípulos y comunidades de discípulos.
•¿Hay algo que vino de afuera y puede ayudar en el camino de la Iglesia latino-americana?
En primer lugar, tenemos la confirmación de que estamos en el buen camino. En el Sínodo hubo consenso sobre el hecho de que la Iglesia local es el sujeto principal en donde se vive la experiencia de la Iglesia en su plenitud y, con eso, las otras Iglesias confirman aquello que señaló Aparecida. Es muy interesante lo que escuchamos por parte de Europa, la preocupación por recoger y articular las presencias activas y dinámicas que existen a pesar de la secularización y del relativismo. Cuando escuchamos los testimonios de Europa, de Medio Oriente, de África, de Asia, con circunstancias tan adversas, tan difíciles de afrontar, es un consuelo y un estímulo para dar más de sí mismo a los otros. En general, en América Latina las condiciones son más favorables para la evangelización, aunque haya ciertos países que enfrentan circunstancias muy difíciles, por las relaciones con los gobiernos o por contextos particulares, como Haití. Ahora, escuchar que otros luchan, están entusiasmados por la causa del Reino de Dios, fortalece nuestras convicciones.
En conclusión, escuchando las experiencias de muchos que, de manera discreta, pequeña, pero real y constante, fuerte en su condición, se están llevando a cabo en todas partes, nos confirma que el mandato de Cristo de ir a enseñar y hacer discípulos para bautizarlos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, a pesar de los pesares, continúa siendo actual.