20 de octubre de 2024.
Dedicación de la Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes, en Estación Atlántida.
Iglesia declarada en 2021 por UNESCO «Patrimonio cultural de la Humanidad», como obra más significativa del Ingeniero Eladio Dieste.
En este video se recogen cuatro momentos de la dedicación de la Iglesia Cristo Obrero de Estación Atlántida, celebrada el 20 de octubre de 2024.
1. Oración de consagración
2. Unción del altar con el santo Crisma
3. Incensación del altar
4. Bendición final y envío
La Dedicación se hace dentro de la Misa, en la cual se van dando algunos detalles diferentes:
– al comienzo, bendición del agua y aspersión a todos los presentes «en señal de penitencia y en recuerdo del Bautismo», como dice la oración para la bendición del agua.
– la Misa continúa con su curso normal: Gloria, oración colecta, lecturas, homilía, Credo.
– en lugar de la oración de los fieles, a continuación del Credo se cantan las letanías de los santos, por las que se pide al Señor que «por la intercesión de la santísima Virgen María y de todos los santos», «este lugar que va a ser dedicado a tu nombre sea casa de salvación y de gracia, donde el pueblo cristiano, reunido en la unidad, te adore con espíritu y verdad y se construya en el amor.»
– a continuación de las letanías, sigue la oración de Dedicación, que se transcribe aquí totalmente:
Oh Dios, santificador y guía de tu Iglesia,
celebramos tu nombre con alabanzas jubilosas,
porque en este día tu pueblo quiere dedicarte, para siempre,
con rito solemne, esta casa de oración,
en la cual te honra con amor,
se instruye con tu palabra
y se alimenta con tus sacramentos.
Este edificio hace vislumbrar el misterio de la Iglesia,
a la que Cristo santificó con su sangre,
para presentarla ante sí como Esposa llena de gloria,
como Virgen fecunda por el poder del Espíritu.
Es la Iglesia santa, la viña elegida de Dios,
cuyos sarmientos llenan el mundo entero,
cuyos renuevos, adheridos al tronco,
son atraídos hacia lo alto, al reino de los cielos.
Es la Iglesia feliz, la morada de Dios con los hombres,
el templo santo, construido con piedras vivas,
sobre el cimiento de los Apóstoles,
con Cristo Jesús como suprema piedra angular.
Es la Iglesia excelsa,
la Ciudad colocada sobre la cima de la montaña,
accesible a todos, y a todos patente,
en la cual brilla perenne la antorcha del Cordero
y resuena agradecido el cántico de los bienaventurados.
Te suplicamos, pues, Padre santo,
que te dignes impregnar con santificación celestial
esta iglesia y este altar,
para que sean siempre lugar santo
y una mesa siempre lista para el sacrificio de Cristo.
Que en este lugar el torrente de tu gracia
lave las manchas de los hombres,
para que tus hijos, Padre, muertos al pecado,
renazcan a la vida nueva.
Que tus fieles, reunidos junto a este altar,
celebren el memorial de la Pascua
y se fortalezcan con la palabra y el cuerpo de Cristo.
Que resuene aquí la alabanza jubilosa
que armoniza las voces de los ángeles y de los hombres,
y que suba hasta ti la plegaria por la salvación del mundo.
Que los pobres encuentren aquí misericordia,
los oprimidos alcancen la verdadera libertad,
y todos los hombres sientan la dignidad de ser hijos tuyos,
hasta que lleguen, gozosos, a la Jerusalén celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
– Unción del altar y de los muros de la iglesia.
Mientras dos presbíteros, enviados por el obispo ungen las doce cruces que están colocadas en los muros (significando la unción de los mismos), el obispo se quita la casulla y se coloca un delantal llamado gremial. Derrama un poco de Crisma en el centro y en las cuatro esquinas del altar y, luego, con sus manos, extiende el óleo sobre toda la superficie del altar. Mons. Heriberto ha manifestado que ese fue para él el momento más fuerte, más emotivo de la celebración. Un momento muy «físico», de contacto, que, a la vez toca el corazón y el espíritu.
– Incensación del altar. Un brasero encendido es colocado sobre el altar. Se quema en él incienso, al tiempo que dos ministros van con incensarios hacia la asamblea. El templo se llena del humo del incienso. Al colocar el incienso en el brasero que está sobre el altar, el obispo dice:
Suba, Señor nuestra oración
como incienso en tu presencia
y, así como esta casa se llena de suave olor,
que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.
– Sigue después la iluminación del altar y de la Iglesia, lo que en esta Iglesia que, en pleno día, guarda cierta penumbra, no deja de tener un efecto especial, aunque se haga ya cerca del mediodía. También se reviste el altar con el mantel, aunque se tiene en cuenta que el altar ha sido ungido, por lo que se coloca una cubierta de nylon o de hule, para que el mantel no se impregne con el óleo.
– En las doce cruces que fueron previamente colocadas en las paredes para ser ungidas y que quedan como signo de que la Iglesia ha sido dedicada, hay también doce candelabros, cada uno integrado a una cruz. Al iluminarse la Iglesia, también son encendidas las doce velas que se encuentran en ellos.
– Sigue después la liturgia eucarística, en la forma acostumbrada.
– Al terminar la liturgia eucarística, con la oración post comunión, hubo en esta celebración otros momentos.
Se hizo reserva solemne del Santísimo Sacramento y se bendijo una nueva imagen de la Virgen de Lourdes que se encuentra en la capilla del Santísimo.
Se leyó el decreto de nombramiento del nuevo párroco, el P. Fabián Silveira y, simbólicamente, el obispo le entregó la llave del sagrario y el párroco dirigió unas palabras a la asamblea.
La Liga de Fomento de Atlántida hizo entrega de una placa en adhesión a los 75 años de la creación de la parroquia de Cristo Obrero y de la Virgen de Lourdes.
– La celebración concluyó con la bendición final, el envío y el canto de salida.
Homilía de Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Canelones.
Queridos hermanos y hermanas:
En 1949, hace 75 años, el entonces arzobispo de Montevideo, Antonio María Barbieri, dispuso la creación de la “parroquia de Cristo Obrero y de la Virgen de Lourdes”, desprendiendo de Inmaculada Concepción de Pando el territorio que tiene hoy día, que incluye las capillas Sagrado Corazón de Jesús en el balneario, Nuestra Señora del Luján y San José de los Obreros en Parque del Plata y Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa en Las Toscas.
Desde tiempo atrás venían impulsando el desarrollo de la comunidad católica en Atlántida los esposos Alberto Giudice y Adela Urioste, cuyos restos descansan en este templo; quienes, en palabras del P. Luis Díaz, fueron “verdaderos apóstoles que trabajaron con fe, entusiasmo y espíritu misionero en la formación cristiana de varias generaciones”.
Por eso, no es de extrañar que fueran ellos los grandes contribuidores con lo necesario para la construcción de esta iglesia parroquial, cuya obra comenzó en 1958. El proyecto del ingeniero Eladio Dieste fue hecho realidad por la empresa Dieste-Montañez, aplicando la técnica de ladrillo o cerámica armada, prescindiendo de columnas y vigas de cemento.
Cuando decimos “iglesia”, debemos recordar que la palabra designa, ante todo, no al edificio destinado al culto, sino a la comunidad que ha aceptado en la fe la salvación manifestada en el misterio Pascual: la muerte y resurrección de Cristo.
Iglesia viene del griego ekklesía, palabra que puede ser traducida como “asamblea” o, mejor aún, “convocatoria” (1). Esta palabra expresa que los miembros de la comunidad han sido llamados conjuntamente, convocados por Dios para constituir con ellos su Pueblo, el Pueblo de Dios. Convocados para reconocer, celebrar y servir al Reino de Dios que se abre camino en la historia de los hombres.
Pero desde muy antiguo se llamó también «iglesia» al edificio en el cual la comunidad cristiana se reúne para escuchar la palabra de Dios, unida orar por sus necesidades y las del mundo, recibir los sacramentos y celebrar la eucaristía; en fin, para encontrarse con el Señor, que prometió hacerse presente cuando nos reunimos en su Nombre (2). Y aquí estamos nosotros como comunidad cristiana, creyente y orante, para dedicar esta Iglesia al Señor.
Como pastor de la Iglesia diocesana, el Obispo preside esta celebración y en nombre de la comunidad, presenta esta construcción al Señor. Al dedicar esta iglesia a Él, la ponemos a Su disposición, para que Él la consagre, es decir, para que la convierta en un lugar sagrado, donde todo esté dispuesto para celebrar dignamente el sacrificio de Cristo.
Es verdad que ya cuando es levantado un edificio con la finalidad de dedicarlo al culto, éste adquiere una dignidad especial y, en cierto modo, se vuelve un lugar sagrado, y así lo consideramos desde que comenzó a celebrarse aquí la Misa. Sin embargo, al dedicarla a ese fin a través de una celebración como ésta, imploramos una especial presencia y protección de Dios, que santifique y derrame su gracia sobre todos aquellos que vengan a visitarla y a hacer aquí sus oraciones.
Dicen los libros litúrgicos, hablando de los edificios:
“La iglesia, como lo exige su naturaleza, debe ser apta para las celebraciones sagradas, hermosa, con una noble belleza que no consista únicamente en la suntuosidad, y ha de ser un auténtico símbolo y signo de las realidades sobrenaturales.” (3).
Esta construcción ha tenido el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación, como patrimonio de la Humanidad (4). Esta distinción es otorgada a aquellos bienes construidos por el hombre que representan un valor único para la humanidad. Es bueno recordar que este reconocimiento incluye el fin propio del edificio: un lugar de culto. Tan es así, que si esta iglesia, lamentablemente, dejara un día de utilizarse para esa finalidad, perdería el título de “patrimonio de la humanidad”.Muchas personas vienen semanalmente a conocer este templo, a veces en visitas guiadas. Algunas son creyentes, otras no; quiera Dios que todos los que entren aquí, descubran la dimensión espiritual que quiso comunicar Eladio Dieste al proyectar la disposición de sus paredes y de sus fuentes de luz. Hablando de la construcción de la iglesia, nos dice el ingeniero: “no hice ese esfuerzo para que vayan los turistas a visitarla, ni para que se publique en revistas extranjeras: lo hice como creyente, construyendo un templo para otros fieles como yo” (5).
Para otros fieles… pero también para quienes estén buscando una realidad trascendente, más allá de lo visible. La materia inerte de la iglesia de ladrillos, ha sido dispuesta de tal manera por el ingenio humano que sus formas y su penumbra pueden hablar a los hombres del Dios invisible. Por eso vale la pena que esté abierta a todos, creyentes y no creyentes. Y con más razón la iglesia de piedras vivas, la comunidad de fieles, la comunidad parroquial debe estar abierta a recibir cordialmente a quienes lleguen y, también, a salir en misión.
El evangelio de este domingo nos pone, como ministros y comunidad, ante el Señor que se presenta como aquel que “no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (6).
Por eso, una comunidad que se hace servidora, a semejanza del Señor, no solo cuidará a “los suyos”, los fieles o feligreses, sino que también, como iglesia samaritana, ofrecerá auxilio a quienes aparecen hoy heridos en los caminos de la vida y llevará el anuncio del evangelio con la palabra y el testimonio de vida cristiana a todos sus vecinos.
Una comunidad eclesial es todo lo contrario a un club privado. Por eso, no solo está abierta a todos, para que en ella puedan encontrar al Señor de la Misericordia, sino que sale también al encuentro de quienes deambulan por la vida sin conocer la alegría del Evangelio (7).
La parroquia comienza hoy una nueva etapa.
El año pasado, tras el fallecimiento del P. Luis Díaz, querido párroco de Atlántida, que fue ordenado en este templo, el P. Fabián Silveira, de la Sociedad del Apostolado Católico (Palotinos) asumió la conducción de la comunidad como administrador parroquial, hasta el 31 de agosto pasado.
Cumplido ese plazo, los superiores Palotinos, el P. Fabián y el Obispo de Canelones hemos acordado que el sacerdote permanezca en esta parroquia, ahora con la autoridad de cura párroco, con plenas facultades desde el 1 de septiembre de 2024, hasta el 31 de diciembre de 2027, quedando abierta la posibilidad de renovar ese acuerdo por tres años más.
Nuestra diócesis, que perdió en este año a otro sacerdote, quedando con 16 parroquias que no cuentan con párroco residente, agradece de corazón al P. Fabián y a la comunidad palotina, representada aquí por su superior, el P. Fernando Vannelli, aquí presente, por esta generosa ayuda.
En esta Iglesia que tiene como patrono principal a Cristo Obrero, creo que vale recordar una imagen que viene del mundo de la construcción: los cascos amarillos y el casco blanco. Invito a cada miembro de la comunidad parroquial, en sus diferentes capillas, a ponerse el casco amarillo de los obreros. Estoy seguro de que el P. Fabián se lo pondrá más de una vez para trabajar codo a codo con ustedes. Sin embargo, no debemos olvidar que a él y sólo a él le corresponde aquí el casco blanco, el de los jefes de obra, en cuanto servidor de todos y responsable último de la comunidad parroquial.
Él, luego de escuchar sus consejos, sabrá tomar las decisiones pertinentes, sin nunca perder de vista la enseñanza que nos dejó san Pablo VI:
“la evangelización … constituye la misión esencial de la Iglesia (…) Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda”. (8)
Esa es la obra a la que todos hemos sido convocados, hoy más que nunca, y para la que el Señor nunca deja de enviarnos y darnos su auxilio; Él, que nos ha prometido “yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (9). Que así sea.o0o0o0o0o
(1) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 751.
(2) Cf. Mateo 18,20
(3) Pontifical Romano, Dedicación de una Iglesia, 3.
(4) UNESCO. Resolución del Comité del Patrimonio de la Humanidad en su 44ª sesión, el 27 de junio de 2021. El Estado uruguayo la declaró en 1997 monumento histórico nacional.
(5) Citado por Esteban Dieste, «Iglesia de Atlántida, testimonio de su desprotegida existencia», 2014.
(6) XXIX domingo durante el año, evangelio: Marcos 10,35-45
(7) Cf. Papa Francisco, Evangelii Gaudium, la alegría del Evangelio, 2013.
(8) San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, acerca de la Evangelización en el mundo contemporáneo, 1975.
(9) Mateo 28,20.