Quedan pocas horas. Mañana parte la delegación salteña rumbo a Río. Llevan nuestros colores y arden con ganas de sumar su cuota de fe a la de los dos millones de jóvenes que van a participar en la 28ª. edición de la Jornada Mundial de la Juventud. Acabada la “misa de envío” de las 19 horas en la Catedral de Salto, ponen proa hacia el Corcovado. A mitad de camino harán una parada en Joinville, entre Florianópolis y Curitiba, en una comunidad salesiana, para hacer noche antes del último tramo.
El Papa Francisco llega el próximo martes para presidir los grandes momentos de la Jornada, donde estarán también los uruguayos con cantos e insignias. Tres sacerdotes jóvenes y varios seminaristas integran la delegación salteña que viaja en ómnibus acompañados de algunos adultos.
Se estima que serán unos 3.500 jóvenes uruguayos de todo el país que participarán. Unos provienen de parroquias, otros de centros educativos, otros de diversas organizaciones católicas. Hace meses que vienen templando el corazón, ahorrando para pagar el pasaje y soñando con estos días donde el centro magnético de los participantes será su Fe en que ¡Cristo está! En la historia de cada joven, en sus sueños y búsquedas. En la multitud y en la soledad, en la alegría y en los tropezones y caídas. En la Iglesia y sus guías visibles, en la Palabra de Dios que escuchamos, en su presencia que nos nutre en cada misa.
Las energías se suman viendo el rostro de jóvenes que vienen de otros continentes, que contarán sus peripecias, logros y desafíos para mantener viva la Fe en medio de una sociedad indiferente que muchas veces los considera potenciales clientes pero que no tiene tiempo de poner un oído en sus preguntas y aportes.
Estas Jornadas Mundiales han sido una pegada. Los jóvenes se ponen en movimiento muchos meses antes. Al llegar al país cada grupo desarrolla su propio itinerario. En el 2002 participé en la Jornada Mundial en Toronto invitado por una comunidad francesa que había propuesto dos itinerarios, según los intereses de cada participante. Unos recorrían tramos en bus, otros en canoa, otros haciendo paradas en parroquias o lugares designados de antemano.
Un momento muy significativo fue la visita al lugar del martirio de los primeros mártires canadienses a mediados del siglo XVII. Eran ochos jesuitas franceses que a mediados del siglo XVII sufrieron el martirio de manos de los indios pielesrojas.
En algunos aspectos las Jornadas Mundiales se parecen a grandes ferias o exposiciones. En grandes stands cientos de comunidades muestran su propio perfil, características de su trabajo y los lugares del mundo donde están presentes. Yo tomé contacto con unas religiosas canadienses que hoy están trabajando en una parroquia de San José.
Conservo también otra imagen de un grupo de música cristiana, con la poesía y el ritmo propio del rap. Sus miembros eran frailes franciscanos del complicado distrito neoyorkino del Bronx. Intrigado entré para verlos y escucharlos. Con hábito y movimientos los religiosos traducían en ritmos y palabras el mensaje del evangelio. En esa carpa, grande como de circo, estuve un buen rato admirando ese espectáculo de fe contagiosa.
¿Qué preocupaciones llevan los jóvenes uruguayos? Difícil decirlo en pocas palabras. Es probable que sus inquietudes giren en torno a cómo vivir y comunicar fe y certezas en el actual clima estudiantil. La educación que reciben los prepara para tejer redes solidarias o más bien competitivas?
Quienes viajan lo hacen con un compromiso. No viajan solos. En sus memorias flotan rostros de personas cercanas al corazón, del lugar donde estudian, barrio, barra y familia. De los compañeros que ni estudian ni trabajan o de los desanimados por los paros.
Un rasgo común durante la Jornada Mundial es la manifestación contagiosa de Cristo. Cantos, oraciones, danzas, misas. Cada uno lleva una chispa para arrimar a ese gran fogón, que tiene que encender los rincones fríos y distantes, donde predomina el aburrimiento y alguna diversión de a rato.
Esperamos el regreso de estos jóvenes para que nos compartan algo de lo cosechado en estas Jornadas.
>> Columna publicada en el Diario «Cambio» del viernes 19 de julio de 2013