El Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, dirigió una carta abierta a los legisladores del país en la que les expresa que “el proyecto de ley de eutanasia y suicidio aparece por demás sombrío” y subraya que “hoy, más que nunca, necesitamos en Uruguay un proyecto colectivo entusiasmante: nuestro mayor problema es la falta de población”.
El Obispo emérito de Minas, les recuerda a los legisladores que se espera de ellos que estudien el problema demográfico de Uruguay y que trabajen por un Uruguay mejor.
A lo largo de su carta Mons. Fuentes opina que el referido proyecto “le erre feo” y ofrece varios argumentos que refuerzan el “sinsentido” de una posible legalización del derecho a quitar y quitarse la vida.
CARTA ABIERTA A LOS SEÑORES LEGISLADORES
Señores legisladores:
aliviar el sufrimiento de las personas que, padeciendo una enfermedad terminal, sufren dolores que pueden llegar a ser insoportables, es un deseo generalizado. Coincidiremos todos en la necesidad de buscar los modos de hacerlo, más y mejor; como sociedad, tenemos un deber que cumplir.
En esta línea quiere ir el Proyecto de ley eutanasia y suicidio asistido. Pero entiendo que le erra feo.
- ¿No es un completo sinsentido legalizarlos, en un país que tiene el mayor número de suicidios de América Latina y uno de los mayores del mundo?
- Solamente en cinco países es legal la eutanasia: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia; y solo en Suiza se permite el suicidio asistido. En Bélgica, después de su legalización había solo unos cientos de casos de eutanasia al año. Actualmente hay más de 2.300 casos oficialmente registrados y la tendencia va en aumento (Deutsche Welle, 26.II.20), como en Uruguay. ¿Queremos seguir por este camino, alentando a los suicidas en potencia? Las leyes influyen, para bien o para mal, en el conjunto del comportamiento social.
- Resulta macabro el mensaje que recibirán las pocas nuevas generaciones, si los médicos reciben licencia para matar. En todo caso, ¿por qué sólo ellos?… El médico estudia para curar, no para matar.
- Dicen que, con la ley, se respetará la libertad individual de decidir cuándo acabar con la propia vida. Pero ¿no vivimos en sociedad y somos inter dependientes? Si alguien ve a una persona que intenta suicidarse, ¿no trata por todos los medios de disuadirlo? ¡Porque es humano, nomás! Con la ley que se propone, “¡por mí que se mate, si es legal!”… ¿Esta es la sociedad que queremos, individualista hasta el colmo?
- Se olvida que el fin no justifica los medios. La vida humana posee la mayor de las dignidades y, por lo tanto, reclama el mayor de los cuidados. Decidir cada uno por su cuenta cuándo darse muerte, ¿es un derecho humano?, ¿quién lo dijo, dónde está escrito?
En el tiempo pandémico que estamos viviendo, mientras nos cuidamos de un contagio mortal, el proyecto de ley de eutanasia y suicidio aparece por demás sombrío. Hoy, más que nunca, necesitamos en Uruguay un proyecto colectivo entusiasmante: nuestro mayor problema es la falta de población. Hungría, Rusia, Serbia, Alemania…, que también lo tienen, han hecho planes concretos para incentivar la natalidad y lo están consiguiendo; en nuestro cercano y silencioso Paraguay, que en el año 2000 tenía 5 millones y pico de habitantes, hoy son más de 7 millones y su PBI crecerá 4% en el 2021 (Banco Mundial). Y nosotros, ¿no podemos hacer nada?
Señores legisladores: estudiar el problema y trabajar por un Uruguay mejor –“se precisan niños para amanecer”, ¡claro que sí!– es lo que se espera de ustedes. Agradezco la atención prestada y me despido, atentamente,
Dr. Jaime Fuentes
Obispo emérito de Minas