Asumió el domingo 15 de diciembre como nuevo párroco de la Parroquia Santa Teresita de la ciudad de Minas, el Pbro. Fernando Gustavo Pereira Chaparro.
La celebración, que contó con una gran concurrencia de fieles y familiares, tuvo presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Jaime Fuentes, y concelebrada por algunos sacerdotes, entre ellos, el Vicario Parroquial. Pbro. Fausto Alejandro Castaño.
Al comienzo de la celebración la Secretaria Canciller de la Diócesis, Hna. Ana Laura Lois sctjm, leyó el decreto de nombramiento al comienzo de la celebración.
En la Liturgia de la Palabra, el Obispo le entregó al Pbro. Pereira el Libro de los Evangelios con estas palabras: “Recibe el Evangelio de Cristo, del cual fuiste constituido mensajero; anuncia su mensaje de salvación con deseo de enseñar y con toda paciencia”.
El flamante párroco proclamó, seguidamente, el Evangelio del III Domingo de Adviento. Como en cada una de las celebraciones de toma de posesión de los párrocos, el P. Pereira, frente a toda la comunidad y al Obispo, hizo su profesión de fe recitando el Credo y adhiriendo su fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Además realizó la renovación de sus promesas de ordenación sacerdotal. Mediante un diálogo, el Obispo preguntó al nuevo párroco: “¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal como buen colaborador del orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándote guiar por el Espíritu Santo?”, a lo que respondió: “Si, esto dispuesto”.
Agradecimiento del Padre Fernando PereiraAlabado sea Jesucristo, sea por siempre bendito y alabado
Queridos hermanos y hermanas:
Ante todo, quiero expresar un solemne cántico de acción de gracias a Dios, porque me ha permitido volver a la sierra a ejercer aquí mi ministerio sacerdotal y a la parroquia que me trasmitió la fe y descubrí mi vocación al sacerdocio, un gracias especial al Padre Inmediato quien fue mi padre y pastor que hoy le hubiese gustado estar entre nosotros. Gracias a nuestro Obispo Jaime por su confianza, cercanía y por ser padre y pastor. Gracias al P. Alejandro que él Señor nos ha puesto juntos para poder acompañar a las almas que se nos ha confiado, a los hermanos sacerdotes y diácono que nos acompaña. Gracias a los feligreses de las parroquias de Mariscala y Aiguá que han venido a acompañarnos y a confirmar nuestra eclesialidad de estar unidos ya que seguiremos trabajando juntos. Y gracias, muy especiales, a todos los familiares y amigos que han venido de cerca y de lejos a compartir junto está ceremonia. Gracias a esta querida comunidad parroquial que nos ha recibido con tanto cariño y afecto.
En estos días he venido rezando por este nuevo encargo que se me confía y aparecía en mi mente ya que estamos en este tiempo de Adviento una frase: “Ser testigos alegres de la esperanza” porque supone un auténtico compromiso es que nuestra parroquia siga creciendo cada día más para ser realmente misionera a ejemplo de Santa Teresita, siempre ‘en salida’ y sea ese “hospital de campaña” que recibe a tantos hermanos heridos en el camino de la vida para sanar, cuidar, liberar y consolar. Una Iglesia misericordiosa y comprometida, alegre y servidora, que por la acción del Espíritu, ofrece a todos la vida de Jesucristo. Una Iglesia siempre cercana y cuidando a los pobres, débiles, enfermos y sufrientes. Una Iglesia que ‘primerea’, se involucra y sale al encuentro de tantos hermanos que no encuentran sentido a sus vidas. Así, y solo así, seremos en serio evangelizadores con Espíritu como el Papa pide en el último capítulo de Evangelii Gaudium”.
Que seamos una parroquia que viva la ESPERANZA: “no temas porque no hay nada imposible para Dios” son algunas de las palabras del Ángel en el relato de la Anunciación. Estas son palabras de esperanza que se hacen patentes y se actualizan en el nacimiento del Salvador. Tenemos esperanza porque sabemos que el Señor está en medio nuestro, porque constantemente viene a nuestro encuentro y de forma particular en esta Navidad 2019. En medio de las dificultades, los problemas y las crisis hay motivo para la esperanza porque Dios habita en medio de su pueblo. En medio de la pobreza, falta de trabajo, dificultades familiares hay motivos para la esperanza porque el Señor está presente animando y dando fuerzas para luchar por la fe, el trabajo, la educación y los valores más profundos de la vida.
Por último quiero expresarles a todos mi cercanía, vengo con muchas ganas de servir y “me comprometo a acompañarlos, a aprender con ustedes y a servirlos, en la medida que Dios me lo permita, con el Espíritu de Jesús, que no vino a ser servido sino a servir” que la intercesión de la Santísima Virgen y de Santa Teresita nos haga a todos cada día más santos.