El obispo de Salto, Mons. Arturo Fajardo, presidió el jueves 21 de julio, su primera #MisaCrismal como pastor de la Diócesis de Salto. La celebración, en la que consagró el Santo Crisma y los sacerdotes y diáconos renovaron las promesas que efectuaron en sus respectivas ordenaciones tuvo lugar en la Catedral de San Juan Bautista. En el marco de la celebración recibieron el ministerio del Lectorado los seminaristas Andrés Soares y Guzmán González y Rodrigo Barboza fue admitido como candidato al Orden Sagrado. El obispo anunció, asimismo, la ordenación diaconal del seminarista Lucas Ripoll, oriundo de Artigas.
Al inicio de su homilía el obispo agradeció a los delegados de las comunidades de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro que se encontraban acompañando a los sacerdotes, diáconos y seminaristas , y a quienes seguían la transmisión a cargo del DECOS Salto.
Mons. Fajardo subrayó que era una alegría para él celebrar su primera Misa Crismal en esa iglesia particular, y recordó los aniversarios de Mons. Pablo Galimberti , del P. Cirilo Marichal sdb (que celebraron 80 años de vida y 50 de sacerdocio y del P. Justo Sanfrancisco sdb. Expresó su agradecimiento al Señor “por sus vidas, fidelidad y entrega en el servicio de Dios en todo este tiempo”.
El pastor explicitó, asimismo, su agradecimiento por el recibimiento que presbíteros, laicos y diáconos le dispensaron desde su llegada a la Diócesis. Les agradeció, puntualmente, “su ayuda, trabajo y entrega”.
“Me he sentido como en casa, caminando con ustedes”, les aseguró al tiempo que expresó su reconocimiento al camino de esta “iglesia centenaria”, que tiene sus raíces “y que, como dice un pasaje del canto popular, árbol sin raíz no aguanta ninguna tormenta”. Animó a “pasar por el corazón a aquellos que sembraron el evangelio en esta tierra antes que nosotros y que hicieron posible que esta Iglesia sea lo que es”.
En este sentido, Mons. Fajardo, invitó a “agradecer por el pasado, a tener pasión por el presente y esperanza en el futuro”.
IDENTIDAD, COMUNIÓN Y MISIÓN
En su prédica, el obispo de Salto comentó que el presbiterio compartió un encuentro de formación a cargo de la Psic. Susana González, en el que les invitó a reflexionar en torno a la identidad, la comunión y la misión.
Refiriéndose a la identidad, Mons. Fajardo recordó que supone para el conjunto del Pueblo de Dios ser “discípulos llamados por el Señor para estar con Él y hacer con Él esa experiencia de convivencia, para luego ser enviados’’. “Todos somos discípulos, cada uno desde su vocación, misión y carisma, aportando en la construcción de la Iglesia”, subrayó.
El pastor recordó que “comunión supone el esfuerzo de caminar juntos en la sinodalidad, de encontrar caminos juntos para llevar a otros la alegría del evangelio, la Buena Noticia de Jesús, para comunicar que lo mejor que nos ha sucedido en la vida ha sido el encuentro con el Señor”. “Que ese desborde gozo y alegría lo podamos comunicar a los demás”, acotó. “Todos nosotros, toda la Iglesia de América Latina, como decíamos en Aparecida, necesita esa conmoción, esa sacudida, ese movimiento que hace posible que avancemos hacia adelante con confianza en el Señor, quien nunca nos deja solos y según su promesa está con nosotros, cada día, todos los días, hasta el fin del mundo”, aseveró.
Aludiendo a la misión, el tercer aspecto reflexionado durante la formación compartida, Mons. Fajardo dijo que “la Iglesia no existe para sí misma, no tiene una misión, la misión tiene una Iglesia” que reside en “comunicar a los demás la Buena Nueva del Señor”.
El obispo recordó, asimismo, que ante tantas soledades, sufrimientos, problemas laborales, sanitarios, pérdida de seres queridos y angustias en este tiempo de pandemia, “Jesús levanta la mirada y se compadece”.
En el último tramo de su homilía, el obispo instó a dar gracias por la vocación de cada uno y a pedir por las vocaciones para que “muchos se consagren al anuncio del Señor en esta gran diócesis que nos toca pastorear entre todos”. Por último el obispo invitó a a todos a “cuidarnos sin cansarnos de cuidar”.
Al finalizar invitó a unirse a la oración de la esperanza de San Ambrosio, rezada por el Cardenal Van Thuan durante sus 13 años de cautiverio en la que se pide al Señor a venir a “animar nuestro camino”:
Ven, Señor Jesús, busca a tu siervo, busca a tu oveja extenuada.
Ven, Pastor, busca como buscaba José a sus ovejas.
Tu oveja ha andado errabunda mientras tú tardabas, mientras tú te entretenías por los montes. Deja tus noventa y nueve ovejas y ven a buscar a la que vagaba.
Ven sin perros.
Ven sin rudos asalariados.
Ven sin el mercenario, que no sabe pasar por la puerta.
Ven sin ayudante, sin intermediarios, ya que desde hace tiempo estoy esperando tu venida.
Sé que estás a punto de llegar, si es verdad que no he olvidado tus mandamientos.
Ven, pero sin bastón; con amor y con actitud de clemencia.
Fotos: DECOS SALTO