Ayer tocó timbre una señora trayendo agua y velas para bendecir. Como ella muchas personas, quizás, temen que hoy algo podría suceder. ¿Qué dice la estrella de Belén sobre las predicciones del futuro?
¿Terminaremos nuestros días en esta tierra igual que los dinosaurios? Quizás sí, pero no en el 2012. Por lo tanto no demos crédito a improbables pronósticos. En tiempos de crisis abundan los profetas de desventuras que recaudan suculentas ganancias.
¿Qué puede decir la astronomía sobre lo que pudieron ver los magos que vinieron de lejos y los pastores que llegaron a la gruta de Belén, donde aconteció según los Evangelios el nacimiento del Mesías? No lo sabemos exactamente. Los Evangelios están más interesados en hablarnos de Jesús que enseñarnos astronomía.
Los pastores eran personas simples que conocían las estrellas pero que no estaban interesados en calcular sus movimientos. Al contrario de ellos los magos, probablemente astrónomos, estaban capacitados para calcular y prever las posiciones de los planetas. Sin embargo pensaban que los movimientos planetarios estaban de algún modo conectados con los acontecimientos humanos, por lo que eran también astrólogos.
Ciertamente los pastores pudieron haber visto en el cielo cosas diferentes a las que vieron los magos o sabios de oriente. Las Escrituras judías prohibían cualquier tentativo de predecir la fortuna mediante la astrología. Y esto podría también explicar por qué la estrella de Belén no fue interpretada en Jerusalén como el signo del nacimiento de un rey.
Modernamente hay quienes proponen correr hacia atrás el tiempo del nacimiento de Jesús. La fecha que fue establecida en el siglo VI no sería exacta. Basados en los Evangelios se puede colocar la fecha de la Navidad algunos años antes del año 4 de la era cristiana.
¿Todos los fenómenos verificados en aquel período podrían coincidir con la estrella de Belén? Según algunas hipótesis se trató de un cometa, de una nova o supernova o bien de una conjunción de planetas particularmente luminosa. Existen diversas posibles conjunciones de los planetas Saturno y Júpiter y de este último con la estrella Regulus, pero es difícil considerarlas un evento tal como para atraer a los astrólogos del Oriente.
El mensaje más profundo de la historia de los magos es que el nacimiento de Jesús tuvo un significado cósmico. Por medio de su encarnación, Dios no sólo redime las almas humanas sino, como afirma Atanasio, purifica y revigoriza toda la creación.
El Papa Benedicto XVI ha dato un nuevo impulso a las relaciones entre ciencia y fe y se ha interesado en la astronomía. Prueba de ello es la nueva sede del Observatorio Astronómico colocado en los jardines de Castel Gandolfo, residencia veraniega de los Papas, inaugurada en setiembre del 2010.
Muchos dicen que hay que tenemos que estar preparados para lo peor. ¿No conviene por tanto creer más en estos anuncios del fin del mundo? La gente desde los albores de la humanidad especula sobre el fin del mundo. Hasta ahora ninguna de las teorías se ha mostrado verdadera. Por lo cual no hay motivo para pensar que ocurra en el 2012. Pero mientras parece fácil reírse de estas tonterías, hay un mal mucho más serio detrás de ellas: estas creencias proliferan porque estamos tentados por el deseo de poseer un conocimiento secreto del futuro, como si esto nos hiciera más potentes que los otros.
¿Desapareceremos como los dinosaurios? Un impacto de la entidad del que borró a los dinosaurios hace 65 millones de años, probablemente acontece solamente una vez cada cien millones de años. ¿Podremos entonces vivir tranquilos durante este tiempo? Vale la pena escrutar siempre los cielos para poder determinar si alguno de los cientos de miles de asteroides conocidos puede interponerse en la órbita de la tierra en un futuro previsible. Significa también que vale la pena emplear el tiempo para comprender de qué modo estos asteroides y cometas están compuestos para poder entender mejor como desviarlos en el caso que entráramos en la ruta de colisión con nuestro planeta.
Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, publicada en el Diario «Cambio» del viernes 21 de diciembre de 2012