El obispo emérito de Salto, Mons. Pablo Galimberti, cuestiona la postura de los médicos que`en un 62%, según una encuesta encargada por el Sindicato Médico del Uruguay, “considera aceptable la Eutanasia Activa, o sea, ‘ayudar a morir´ a un paciente con enfermedad incurable a pedido explícito del enfermo para evitar su insoportable sufrimiento”.
El obispo califica como un “gravísimo error” considerar que el respeto a la vida en la etapa crítica final depende principalmente de “creencias religiosas”, según se desprende de la encuesta. “Sófocles (5 siglos antes de era cristiana) celebró las leyes ‘no escritas´ por boca de Antígona”, recuerda en su reflexión publicada en la página El Octavo Día que se publica los domingos en el Diario “El Pueblo” de Salto.
“Cuando profesionales de la salud, sin importar la edad, olvidan esta piedra angular de la ética, es grave. Olvidar este criterio es retroceder. La profesión pierde credibilidad”, alerta Mons. Galimberti. En este sentido plantea si “¿puede un médico quedar sin responsabilidad porque sólo ayudó a secundar la voluntad del paciente? ¿Puede un profesional ‘lavarse las manos’ aduciendo que lo hizo a pedido del enfermo?”. “Quien facilita un arma se hace cómplice”, advierte el obispo.
“Necesitamos la sabiduría de buenos médicos, no verdugos ni cómplices”, concluye.
EL FINAL DE LA VIDA
¡Ojo con hacer trampas!
La Comisión de Bioética y Derechos Humanos del Sindicato Médico encargó un sondeo entre médicos de todo el país sobre Bioética y Derechos Humanos.
El 62% considera aceptable la Eutanasia Activa, o sea, “ayudar a morir” a un paciente con enfermedad incurable a pedido explícito del enfermo para evitar su insoportable sufrimiento. Así responde la franja de profesionales jóvenes no vinculada a ninguna religión.
Un 17% de médicos mayores de 55 años están en desacuerdo con “adelantar” la muerte. Se identifican como personas religiosas, católicos o pertenecientes a otras comunidades.
La encuesta combina dos variables: edad y religión, aunque la importancia del asunto trasciende encasillamientos. El derecho a vivir es patrimonio de cualquier ser humano: religioso, ateo, masón o de cualquier culto.
La encuesta sugiere que respetar la vida en la etapa crítica final, depende principalmente de “creencias religiosas”. Gravísimo error. Sófocles (5 siglos antes de era cristiana) celebró las leyes “no escritas” por boca de Antígona.
Cuando profesionales de la salud, sin importar la edad, olvidan esta piedra angular de la ética, es grave. Olvidar este criterio es retroceder. La profesión pierde credibilidad.
¿Puede un médico quedar sin responsabilidad porque sólo ayudó a secundar la voluntad del paciente? ¿Puede un profesional “lavarse las manos” aduciendo que lo hizo a pedido del enfermo? Quien facilita un arma se hace cómplice.
Necesitamos la sabiduría de buenos médicos, no verdugos ni cómplices.