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Los obispos uruguayos Mons. Gil y Mons. Jourdan saludaron al Papa en Roma

By 14/09/2019No Comments

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El Obispo de Salto, Mons. Fernando Gil, y el Obispo Auxiliar de Montevideo, Mons. Pablo Jourdan, saludaron el jueves 12 de setiembre al Papa Francisco, en el marco del encuentro que sostuvo con los obispos ordenados en el último año, participantes en el Curso Anual de Formación para los nuevos obispos que se celebró en el Vaticano (Roma), del 4 al 13 de setiembre. 

Este curso es organizado cada año por la Congregación para los Obispos, al que asisten los sacerdotes que recibieron su ordenación episcopal en el último año, en todo el mundo.

En torno al tema “Pastores de una Iglesia sinodal” se desarrolló el curso en el que participaron unos 105 obispos de todos los continentes. Terminaron estas jornadas de formación con la audiencia privada con el Papa Francisco. El Papa en sus palabras les dio unas directrices para el buen ministerio episcopal.

La proximidad a Dios y la cercanía a su pueblo, fueron los consejos que dio el Papa Francisco a los nuevos miembros del Colegio Episcopal.

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La fuerza del Buen Pastor

A los presentes Francisco les dijo que Jesús nos acerca a la mirada de Dios. “Nuestro mundo busca, incluso sin saberlo, esta cercanía divina. Sin esta proximidad del amor, el fundamento de la realidad flaquea; la Iglesia misma se pierde cuando pierde la ternura vivificante del Buen Pastor. No conocemos otra fuerza que esta, la fuerza del Buen Pastor, la fuerza para dar vida, para acercar el Amor al amor. Esta es nuestra misión: ser para la Iglesia y para el mundo los «sacramentos» de la proximidad de Dios”.

Proximidad a Dios y cercanía a su pueblo

La cercanía a Dios es la fuente del ministerio del obispo, les dijo el Papa, existimos para hacer palpable esta cercanía. Pero uno no puede comunicar la cercanía de Dios sin experimentarlo, sin experimentarlo todos los días, sin dejarse contagiar por su ternura. Todos los días, sin ahorrar tiempo, afirmó, debemos estar delante de Jesús, traerle personas, situaciones, como canales que siempre están abiertos entre Él y nuestra gente.

Sin esta confianza personal, sin esta intimidad cultivada todos los días en la oración, incluso y especialmente en las horas de desolación y aridez, se desprende el núcleo de nuestra misión episcopal, les dijo, sin la cercanía al Sembrador, nos parecerá no muy gratificante el esfuerzo de arrojar la semilla sin conocer el tiempo de cosecha. Sin el sembrador, será difícil acompañar la lenta maduración con la paciente confianza.

Porque como dijo el Papa sin Jesús, viene la desconfianza de que Él no completará su obra; sin Él, tarde o temprano, uno se desliza en la melancolía pesimista de quienes dicen: «todo es malo». Solo al estar con Jesús somos preservados de la presunción pelagiana de que el bien deriva de nuestra habilidad. Solo al quedarse con Jesús, la profunda paz que nuestros hermanos y hermanas buscan de nosotros llega a nuestros corazones.

La identidad del obispo: acercarse, darse

Y es que como dijo el Papa de la cercanía a Dios a la cercanía a su pueblo, crece en la conciencia de que nuestra identidad consiste en acercarnos “este es mi cuerpo ofrecido por ti», decimos en el momento más elevado de la ofrenda eucarística para nuestro pueblo. De aquí surge la vida del obispo, se convierten en panes partidos para la vida del mundo. Entonces, afirmó el Pontífice, la proximidad a las personas que nos confían no es una estrategia oportunista, sino nuestra condición esencial.

A Jesús le encanta acercarse a sus hermanos a través de nosotros, dijo, a través de nuestras manos abiertas que acarician y consuelan; de nuestras palabras, pronunciadas para “ungir el mundo del Evangelio y no de nosotros mismos; de nuestro corazón, cuando estamos agobiados por las angustias y alegrías de nuestros hermanos. Incluso en nuestra pobreza, depende de nosotros que nadie sienta a Dios tan distante, que nadie lo tome como pretexto para levantar muros, derribar puentes y sembrar el odio. Tenemos que anunciar con la vida una medida de vida diferente a la del mundo: la medida de un amor sin medida, que no busca su propio beneficio y sus propias ventajas, sino el horizonte ilimitado de la misericordia de Dios”.

Los verbos del Buen Samaritano
Por último, dijo que esta cercanía del obispo no es retórica. No se compone de proclamas autorreferenciales, sino de disponibilidad real. Dios nos sorprende y a menudo ama alterar nuestra agenda: prepárate para esto sin temor. La proximidad conoce verbos concretos, los del buen samaritano: ver, es decir, no desviar la mirada, y fingir que nada ha pasado, no dejar a la gente esperando y no esconder problemas debajo de la alfombra. Así que, hacerse cercanos, estar en contacto con las personas, dedicarles más tiempo a ellas que estar trabajando en el escritorio, no temer el contacto con la realidad, del conocer y abrazar. Luego envolver las heridas, hacerse cargo, cuidarlas, desprenderse.

“Cada uno de estos verbos de proximidad es un hito en el viaje de un obispo con su gente. Todos piden involucrarse y ensuciarse las manos. Estar cerca es empatizar con el pueblo de Dios, compartir sus dolores, no desdeñar sus esperanzas. Estar cerca de la gente es confiar en que la gracia que Dios derrama fielmente, y de la cual somos canales incluso a través de las cruces que llevamos, es mayor que el lodo del que tenemos miedo”. El termómetro de cercanía es la atención a los últimos, a los pobres, y la sobriedad de los obispos será también así, “en un momento en que en muchas partes del mundo todo se reduce a un medio para satisfacer necesidades secundarias, que envuelven y esclerotizan el corazón. Hacer una vida simple es ser testigo de que Jesús es suficiente para nosotros y que el tesoro del que queremos rodearnos está constituido más bien por aquellos que, en su pobreza, nos lo recuerdan y lo representan: no como pobres abstractos, datos y categorías sociales, sino personas concretas, cuya dignidad se nos ha confiado como sus padres”.

Obispos cercanos también con los sacerdotes
El Papa recordó que se necesitan obispos capaces de sentir el latido de sus comunidades y sus sacerdotes, pastores que no estén satisfechos con presencias formales, reuniones de mesa o diálogos circunstanciales. Apóstoles de la escucha, que saben escuchar incluso lo que no es agradable de escuchar. Por favor, les dijo, no se rodeen de hombres que dicen sí a lo que les propongan, (Yes Man) o de recaderos, no anhelen ser confirmados por aquellos que son ustedes que tienen que confirmar. Hay muchas formas de cercanía a sus iglesias. Visiten a la gente les dijo, siguiendo el ejemplo de la Virgen, que no perdió el tiempo y se levantó para ir rápidamente a su prima. La Madre de Dios nos muestra que visitar es acercar a Aquel que da un salto de alegría, es traer el consuelo del Señor que hace grandes cosas entre los humildes de su pueblo.

Y que sean cercanos también con los sacerdotes, a quienes les pidió que abracen, agradezcan y animen en su nombre. También están expuestos a un mundo hostil.  Necesitan ser amados, seguidos, alentados: Dios no les desea medias tintas, sino un total sí.

Fuente: www.vatican.va