El Obispo de Minas. Mons. Jaime Fuentes, elaboró una Carta Pastoral de Adviento titulada “Un trabajo de parto. Cómo hacer la nueva evangelización”.
En esta Carta Pastoral el Obispo analiza las diversas aristas que componen el proyecto apostólico de largo aliento que es la nueva evangelización a la que ha convocado el Papa Benedicto XVI en el Año de la Fe y ofrece pistas para emprender este nuevo impulso evangelizador.
Los principales ingredientes para la nueva evangelización propuestos por Mons. Fuentes son la santidad, la formación, la oración, las mujeres y los curas “gauchos” y el amor materno, entre otros.
El Pastor comienza su Carta Pastoral deseando “de corazón que el tiempo de Adviento traiga para todos la gracia de una verdadera conversión a tan inaudito amor de Dios por nosotros”.
Mons. Fuentes señala que “al ver la realidad de tantas personas de nuestra Diócesis que aún no conocen a Cristo y de tantos que, habiéndolo conocido, se han apartado de su Iglesia, debemos pedir perdón por la culpa que podamos tener cada uno y, desde este arrepentimiento, decidirnos a tomarnos en serio a Jesucristo y anunciarlo sin más dilaciones”.
A la pregunta de “¿qué debemos hacer para saber responder a las esperanzas que Dios tiene puestas en nosotros, para conocer mejor a Jesús y darlo a conocer a los que no lo conocen, para mover a los que lo han dejado?…” el obispo plantea que “la respuesta esencial es una sola: decidirnos a dar un salto de calidad en nuestra vida de cristianos y no conformarnos con cualquier cosa. O lo que es lo mismo: buscar la santidad”.
El Pastor expone su particular preocupación por la situación que atraviesan el matrimonio y la familia, y destaca la relación existente entre la crisis de fe y el matrimonio y viceversa, que hace ya más de 30 años había planteado el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica sobre La misión de la familia cristiana en el mundo actual.
“Desde 1907 está instalado el divorcio en nuestra sociedad, de manera que es de uso corriente, en cuanto en un matrimonio aparecen dificultades, recurrir a cualquiera de las 11 causales y divorciarse, sin reparar en los efectos traumáticos que sufren los hijos cuando sus padres se separan. A su vez, desde las esferas oficiales se difunde la ideología de género, fundamentada en una concepción de la persona ajena por completo a la trascendencia y que privilegia el placer sexual por todos los medios. Además, brillan por su ausencia planes concretos de ayuda económica y laboral a los matrimonios que quieren tener hijos. El artículo 40 de nuestra Constitución, en fin, en los hechos es hoy, en cierto modo, una afirmación fallida, por no decir que podría parecer incluso una gran mentira: La familia es la base de nuestra sociedad. El Estado velará por su estabilidad moral y material, para la mejor formación de los hijos dentro de la sociedad”, indica Mons. Fuentes.
“¿Podemos hacer algo para revertir esta dolorosa situación?”, plantea seguidamente el Pastor, respondiendo que “sí, podemos”. “Lo primero es reavivar nuestra vida de fe y confiar firmemente en las palabras que nos dijo Juan Pablo II cuando estuvo entre nosotros: podemos estar seguros de que son las familias cristianas las que harán que nuestro mundo vuelva a sonreír”, precisó.
El Obispo de Minas puntualiza que es tan importante la consideración de la familia y su atención esmerada como dar prioridad a la formación en la fe. Por eso, Mons. Fuentes propone:
a) cuidar la educación para el amor que se da en los centros católicos de enseñanza;
b) organizar cursos de orientación familiar, especialmente para los matrimonios jóvenes;
c) ofrecer retiros y otras actividades que ayuden a los matrimonios a “refrescar” su compromiso de fidelidad;
d) animar a las parejas de hecho a acercarse a la Iglesia –querer volver a casa– para “hacer” el sacramento del matrimonio;
e) organizar consultorios de orientación familiar, para ayudar a los matrimonios que pasan por dificultades;
f) ofrecer material audiovisual y de lectura sobre el matrimonio y la familia, dirigido sobre todo a los jóvenes;
g) explicar en profundidad los muchos errores de la ideología de género.
Mujeres gauchas hacen falta
“En el ámbito de la familia, deberemos dedicar a la mujer una atención muy particular. Sólo el hecho sublime de la maternidad, agredida y desfigurada por la reciente legalización del aborto, y el pobre índice de natalidad que sufrimos en nuestra patria son motivos suficientes para poner todo el interés en los problemas de la mujer”, plantea el Obispo de Minas en su Carta Pastoral.
“Si algo necesita nuestra patria son mujeres ‘gauchas’: piadosas, valientes, sacrificadas, alegres. Hijas de Dios que valoran con asombro y responsabilidad el divino misterio de poder dar la vida. Mujeres fieles a la palabra dada en el matrimonio, que ante las dificultades, en vez de achicarse, buscan cómo superarlas. Mujeres que saben hacer de sus casas hogares llenos de luz. Mujeres que, contando con la ayuda de Santa María, la más ‘gaucha’ de todas las mujeres, saben transmitir a sus hijos la alegría de la fe”, expone el Pastor.
Mons. Fuentes señala la necesidad de dedicar a las jóvenes una particular atención en el plano de la formación en la doctrina católica, puntualizando que esta es tarea de padres y madres así como de las abuelas. “Son éstas, en numerosos casos, quienes se encuentran capacitadas para inculcar a sus nietos los principios cristianos que aprendieron en su infancia. Siento la necesidad de decirles: ¡no tengan miedo de hablarles con claridad!”.
Al esbozar algunos consejos a las abuelas, el Obispo destaca “¡cuántos embarazos se evitarán si ellas aprenden a ser mujeres con personalidad!, que no se dejen llevar por el ambiente y por lo que ven en la televisión. Explíquenle clarito a la nieta adolescente –es solamente un ejemplo- que las relaciones sexuales son algo demasiado importante, como para tenerlas con cualquiera que se les acerque. Díganle también, con idéntica claridad, que el acoso a los varones (de esto casi no se habla, pero es una penosa realidad) no es propio de una mujer que quiere llegar a formar una familia”. “Deberían hablar con ocasión y sin ella, sin miedo a insistir amable y claramente. De entrada, alguna responderá riéndose y sin hacer ningún caso. No se desanimen: insistan en su oración a la Virgen y no dejen de hablar: ¡más tarde o más temprano sus nietas lo van a agradecer!”
…Y curas gauchos
“La Iglesia en Uruguay necesita muchos sacerdotes, y la Diócesis de Minas no es una excepción!,” reconoce el Pastor. “Necesitamos curas gauchos que sean hombres de oración; que tengan buen humor; que amen la liturgia de la Iglesia; que tengan un par de piernas fuertes para patear calles y caminos. Curas gauchos que los recorran buscando a la gente para hacer amistad con ellos y darles a conocer a Jesucristo. Curas que se pasen las horas enseñando la doctrina de la Iglesia, perdonando los pecados y yendo a las casas de los enfermos, predilectos de Jesús, para consolarlos y asistirlos en su partida a la casa del Padre”.
“Esta es la gran intención por la cual hay que rezar a la Virgen del Verdún: ¡que tengamos más vocaciones sacerdotales!”, enfatiza. “Si en cada parroquia concretan de qué manera van a rezar por es ta intención, el Señor no dejará de escucharnos. Quisiera pedirles especialmente, que encomienden a los monaguillos que vamos promoviendo en ellas: desde siempre éste ha sido un camino natural, para que en no pocos chicos se despierte la santa inquietud de servir a Dios siendo uno de sus sacerdotes”.
El afecto materno
Mons. Fuentes asevera que para que “la nueva evangelización dé frutos es imprescindible que todos (hombres y mujeres) cultivemos el afecto materno. Sin pretender ser exhaustivo, se ve fácilmente que es un sentimiento compuesto de comprensión, paciencia, perseverancia, capacidad para escuchar, sinceridad, fortaleza, claridad, intuición, amor a la verdad…”
“En la vida de nuestras distintas comunidades (parroquias, movimientos, asociaciones…) el afecto materno será el reflejo de lo que cada uno trate de vivir en su vida personal. Cada parroquia y cada institución eclesial deberían ser lugares en los que no hay sitio para la envidia y la murmuración; donde se aprende a servir, sirviendo; donde las preocupaciones de uno son también de los otros; donde hay vibración apostólica y se reza intensamente para que vengan otros más a compartir la alegría del encuentro con Jesús”, precisa el Pastor.
“El afecto materno mantiene despierta la preocupación por aquellos que empiezan o recomienzan a vivir cristianamente. No se los puede dejar solos. Es necesario estar cerca de ellos, animándolos a perseverar en su vida nueva, facilitándoles que se acerquen a los medios de santificación (la Confesión y la Eucaristía), haciéndoles sentir también, como es lógico, la cercanía en sus necesidades materiales. En definitiva, se trata de revivir lo que en el primer tiempo de la Iglesia, según cuenta Tertuliano, comentaban los paganos acerca de los convertidos al cristianismo: ¡Miren cómo se quieren! Esta era entonces la “marca” que los distinguía; y no hay otra nueva”, acota.
El Pastor recordó que las únicas palabras que María dirigió a los hombres conservadas en el evangelio, son las que dijo a los servidores del banquete de Caná:¡Hagan lo que Él les diga! “Lo que el Señor nos dice es que nos lancemos a la aventura de la nueva evangelización, con una fe renovada y sostenida por la intercesión de la Virgen”, subraya.
En los últimos tramos de su Carta Pastoral, el Obispo invitó a acercarse al Sacramento de la Penitencia: “¿Cómo no acercarnos en este Adviento al sacramento de la Penitencia para hacer una buena confesión y dejar que sea Él quien limpie hasta el último rincón del alma y prepare en cada uno su nacimiento? ¡No defraudemos sus ansias de vivir en nosotros!”
“Al terminar esta Carta, quisiera pedir a todos que acompañen a sus sacerdotes. La nueva evangelización tiene que seguir la senda de la parroquia y, en cada una de ellas, la fe y la caridad se han de mostrar con hechos. Les ruego que estén cerca de sus sacerdotes y les demuestren el afecto que sienten por ellos”, concluye Mons. Fuentes.
Texto completo de la Carta Pastoral de Adviento de Monse. Jaime Fuentes, Obispo de Minas.