Ante la aprobación por parte del Senado del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, que en la práctica es una ley que legaliza el aborto en el Uruguay, la Vicaría de la Familia y la Vida de la Arquidiócesis de Montevideo, quiere expresar su profundo dolor y el rechazo a esta ley.
Esta decisión que va contra el primer derecho humano que es el derecho a la vida, contradice la Constitución de la República y el Pacto de San José de Costa Rica, es una agresión al ser humano más inocente, y por lo tanto a la sociedad uruguaya en su conjunto y es una ofensa a Dios Creador.
Nos enorgullecemos de ser uno de los primeros países que abolió la pena de muerte, hoy nos entristecemos por ser el segundo país de América Latina en legalizar el aborto.
La Iglesia comprende el drama que muchas parejas y especialmente muchas mujeres viven frente a un embarazo no deseado, pero siempre ha entendido que esta situación desafía a los mismos involucrados, a las familias, a la sociedad civil y a las autoridades, a buscar soluciones que respeten la vida.
Si el hecho que con el aborto se esté eliminando una vida humana no cuenta con la unanimidad de opiniones, a pesar que la ciencia así lo avala, la sola duda que esto genera debería bastar para detener su aprobación.
Los diversos eufemismos con los que se disfraza esta ley no quitan nada a la gravedad de lo aprobado. Es un día triste para el Uruguay, un país que fue refugio de tanta gente que vino en busca de nuevas oportunidades, una sociedad donde muchos encontraron motivos para seguir viviendo, hoy niega a otros uruguayos el derecho a vivir. La ley aprobada hoy por el Senado es una herida a la nación, a las más nobles tradiciones de nuestra tierra.
Porque confiamos en Jesucristo, Señor de la vida y de la historia, continuamos mirando con esperanza nuestro futuro, y contribuyendo a la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.