“La violencia palpita en los tuétanos de cada uno. Y si no encaramos esta bronca, rabia o diablo que se nos cuela en las acciones cotidianas, escondemos una bomba que en cualquier momento puede estallar. El “cainismo” es tan viejo como la humanidad. Nadie es ajeno a estos instintos”, advierte el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su columna semanal en el Diario “Cambio”.
“En nuestro país ya son 22 mujeres y 7 niños las víctimas en lo que va del año”, recuerda el Obispo, al tiempo que resalta “el grito de duelo y reflexión que mujeres salteñas realizan hoy por calle Uruguay”.
Galimberti expone, asimismo, su preocupación ante la situación carcelaria en nuestro país. “En lo que va del presente año murieron 37 personas en cárceles, 25 de ellas de forma violenta: 15 homicidios, 8 suicidios y 2 casos por situaciones no aclaradas. Y lo más alarmante: en el presente año se registró la mayor cantidad de homicidios de los últimos 11 años, al extremo de pasar a ser la principal causa de muerte en prisión. Resumiendo: en nuestro país mueren asesinados en cárceles más personas en términos relativos que en varios países de Europa y de la región”.
“Un panorama oscuro necesita sumar voluntades y esperanzas para iluminarlo”, subraya el Obispo.
Una mancha se extiende
Mons. Pablo Galimberti
La violencia se derrama por todos los rincones. Sectores sociales, familias, escenarios deportivos, instituciones educativas, gente de todos los barrios y profesiones.
La violencia palpita en los tuétanos de cada uno. Y si no encaramos esta bronca, rabia o diablo que se nos cuela en las acciones cotidianas, escondemos una bomba que en cualquier momento puede estallar. El “cainismo” es tan viejo como la humanidad. Nadie es ajeno a estos instintos. Gran tarea el “conócete a ti mismo”.
El psiquiatra escocés Ronald Laing advertía con audacia hace medio siglo: “La condición de alienado, dormido, inconsciente, loco, es la condición del hombre normal. La sociedad tiene un elevado concepto del hombre normal: educa a los niños para que se pierdan y vuelvan absurdos y, de este modo, sean normales. En los últimos cincuenta años, las personas normales mataron alrededor de cien millones de sus congéneres normales” (Experiencia y alienación en la vida contemporánea).
En nuestro país ya son 22 mujeres y 7 niños las víctimas en lo que va del año. Razón por la cual resulta elocuente el grito de duelo y reflexión que mujeres salteñas realizan hoy, mostrando el duelo, por calle Uruguay.
Juan Manuel Petit, comisionado parlamentario acaba de informar sobre la situación crítica en las prisiones, donde en 2016 se registró una cifra record de homicidios. Son conocidas las propuestas que intentan transformar positivamente el tiempo de reclusión. Queda patente en el nuevo nombre de la “cárcel”: “centro de rehabilitación”.
Un ejemplo de esto fue la reciente presentación, en la biblioteca municipal de nuestra ciudad, del primer “libro cartonero”. Es resultado del trabajo de personas privadas de libertad, que pusieron en palabras vivencias en un taller de escritura creativa. La mayoría que participó en esta iniciativa el día de la presentación era la primera vez que entraban a una biblioteca.
El viernes pasado fuimos con Gerardo a encontrarnos con el jefe de este centro. Nos sorprendió cuando él y dos de sus colaboradoras nos guiaron a un espacio o capilla para todas las iglesias o internos que lo requieran. Nos decía Catelotti que en el Comcar una iniciativa semejante ayudó a cambiar el clima.
Avizorando luces no podemos esconder las sombras. Golpean las expresiones del comisionado parlamentario Miguel Petit: “las cárceles uruguayas funcionan como agujeros negros para el Estado. El sistema se limita a contener a las personas en sus celdas y las actividades socio educativas son entre nulas y escasas”.
El panorama es preocupante. En lo que va del presente año murieron 37 personas en cárceles, 25 de ellas de forma violenta: 15 homicidios, 8 suicidios y 2 casos por situaciones no aclaradas. Y lo más alarmante: en el presente año se registró la mayor cantidad de homicidios de los últimos 11 años, al extremo de pasar a ser la principal causa de muerte en prisión. Resumiendo: en nuestro país mueren asesinados en cárceles más personas en términos relativos que en varios países de Europa y de la región.
El origen de la violencia que deriva en homicidios se debe a enfrentamientos, resultado de una convivencia signada por el encierro en celda y la falta de actividades. Estos dos factores son el combustible diario de la violencia, señala el informe.
Un panorama oscuro necesita sumar voluntades y esperanzas para iluminarlo.