El Obispo emérito de Melo, Mons. Roberto Cáceres, quien participara en el Concilio Vaticano II y Mons. Carlos Collazzi, en su carácter de Presidente de la Conferencia Episcopal Uruguaya, participaron en la mañana del jueves 11 de la procesión y la Misa presididas por Benedicto XVI, en conmemoración del 50 aniversario de la inauguración del Concilio Ecuménico Vaticano II y los 20 años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica.
Estuvieron presentes en la celebración 400 obispos, 15 casi centenarios que participaron en el Concilio Vaticano II (de un total de 69 que aún viven), entre ellos Mons.Cáceres. Concelebraron, asimismo, 80 cardenales, 14 padres conciliares (los que asistieron al Vaticano II), 8 patriarcas de Iglesias Orientales, 191 arzobispos y 104 presidentes de Conferencias Episcopales de todo el mundo, entre ellos Mons. Collazzi (Obispo de Mercedes).
Se podía contar un alto número de presbíteros y algunos diáconos permanentes que ayudaron a distribuir las especies sagradas a los concelebrantes y a los fieles. El servicio litúrgico fue asistido por diáconos y seminaristas del Colegio Pontificio Internacional “Maria Mater Ecclesia” de Roma.
Para la Oración Eucarística han subido al altar los cardenales Tarcisio Bertone SDB, Secretario de Estado y Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio. Asimismo, los arzobispos Salvatore Fisichella y Octavio Ruiz Arenas, presidente y secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, respectivamente.
Expresiones de un solo Mensaje
La primera lectura, que ha sido pronunciada en inglés, fue tomada del libro del Eclesiástico que habla acerca del temor de Dios y el sostén que Él da a quienes lo aman. El Salmo responsorial fue el 21 y se proclamó en italiano. Cuando fue el turno de la segunda lectura, esta fue entonada en griego por un presbítero de rito católico griego, y correspondió al pasaje de la Carta de san Pablo a los Colosenses que habla de la necesidad que tiene el cristiano de revestirse de la caridad.
El Evangelio fue proclamado en latín por un diácono, el cual narró el anuncio del Reino de Dios por Jesús en la sinagoga de Nazaret. Sobre este pasaje centró su homilía el Papa, la cual puede leerse en: www.zenit.org/article-43338?l=spanish.
Terminada la homilía del Santo Padre, que estuvo centrada en una “necesidad de reavivar en la Iglesia aquella positividad del anuncio de Cristo al hombre contemporáneo”, se rezó la Oración de los fieles en cinco lenguas: español, chino, árabe, portugués y swahili.
Al final de la Oración después de la comunión, Su Santidad Bartolomé I dirigió un saludo a la asamblea, en el que invitó “a testimoniar juntos el mensaje de salvación y curación de los más pequeños, como son los pobres y oprimidos, así como los marginados del mundo creado por Dios”. (El texto completo puede leerse en: www.zenit.org/article-43339?l=spanish).
Como acto de clausura de la emotiva celebración, el Santo Padre entregó –como lo hiciera el siervo de Dios Pablo VI, al final del Concilio Vaticano II–, los Mensajes a la humanidad que diera dicha asamblea ecuménica 50 años atrás. Dignos representantes de los gobiernos, de los intelectuales, científicos y artistas, así como de las mujeres y de los jóvenes, recibieron del papa un ejemplar de los mensajes. Un momento significativo fue cuando el papa los entregó a los pobres y a los enfermos, acercándose –no sin esfuerzo– hasta una señora en silla de ruedas que esperaba su conforto.
El acto terminó con la entrega de ejemplares del Catecismo de la Iglesia Católica a dos representantes del pueblo de Dios, hombre y mujer. Fue una ocasión para recordar que el mismo cardenal Joseph Ratzinger recibió el encargo de llevarlo a buen término hace veinte años, por el hoy beato Juan Pablo II.
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