Un gran deseo compartido por los nacidos en esta tierra. Aunque de manera muy distinta.
Unos desde las tribunas calientes del vecino país. Otros desde sus hogares o en rueda de amigos. En cualquier parte del mundo. En Roma el encuentro lo acompañaban con empanadas.
Son los emocionados recuerdos del “ser uruguayo”. Gritando o en la soledad de un rancho de campaña. En hospital, casa de salud o centro de rehabilitación. Cuando juega “la celeste”, los minutos que pasamos juntos hacen olvidar las diferencias.
¿Y si perdemos? No nos ahogamos en un vaso de agua. Las ganas invaden todos los rincones. El país vibra y todos empujamos para que la pelota toque el fondo de la red adversaria.
Tener adversarios es necesario. Los hay en la propia familia. Unos bolsos y otros manyas. Derechas, centro o izquierdas. Lo importante es no etiquetar al que piensa distinto como enemigo.
Que este nuevo mundial reavive el sentimiento de ser uruguayos, ligados a una historia que vibra con los protagonistas de todas las luchas y en todas las tribunas.
Publicada en “El Octavo Día”, Diario “El Pueblo”, Domingo 15 de junio de 2014