Post del viernes 8 de junio de 2012
El Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, estuvo la semana pasada de Visita Pastoral en Lascano, Velázquez, Cebollatí, San Luis al Medio y Alférez. En su blog www.desdelverdun.org comparte sus impresiones tras encontrarse con hombres, mujeres y niños, que aún viviendo en condiciones de extrema pobreza; “viven al día, con los puesto y confiados en la Providencia”.
Estuve una semana en Lascano, Velázquez, Cebollatí, San Luis al Medio y Alférez, de Visita pastoral. En este tiempo de bonanza económica, cuando a todas horas somos víctimas del acososésamo-ábrete-a-la-felicidad que ofrecen las tarjetas de crédito, estas dos historias que conocí en Lascano (hay en cantidad, en nuestroUruguay profundo) pueden ayudar a mantener el alma despierta.
PRIMERA. Las cortezas de eucaliptus que están primer plano se llaman costaneros. Los venden a 15 pesos cada uno, para fabricar refugios elementales. Encima de uno de ellos está el esposo de Stephanie. Lo encontré serruchando uno de los cuatro postes principales que sostienen la estructura del que será su rancho.
Stephanie me habló entusiasmada del terrenito que habían conseguido para hacerlo, de la fe en Dios que lo puede todo; de los 4 mil pesos que pagan ahora por una habitación y que ya no van a pagar porque tendrán su casa…
Tiene tres hijos. La mayor, de 14 años, sufre un retraso psíquico importante. «Pero estamos todos juntos», dice la madre con orgullo. El más pequeño tenía hambre y Stephanie sólo podía ofrecerle el pecho.
Las separaciones que dejan entre sí los costaneros, se cubren con el nylon de grandes bolsas de arroz. Hay esperanzas de que pronto lo conseguirán, así como las chapas para el techo. También habrá que hacer el piso del rancho, porque ahora es puro pasto. «Pero vamos a seguir juntos», repetía la madre subrayando lo importante…
SEGUNDA. Cuesta trabajo creer que aquí se pueda vivir. (Se sobrevive, en verdad). La mujer de Carlos, sentada en el hall-estar-cocina de la «casa», era un monumento a la resignación.
Hace un par de meses, un ventarrón se llevó el techo. Lo sustituyeron por el nylon al que me referí. No es muy estético el resultado y, como protección, deja bastante que desear. Pero es lo que hay, ¡valor! (Lo tienen, doy fe).
En el único cuarto del rancho, encima de la cama, hice un descubrimiento: durmiendo como un bendito, un bebé, tercer hijo de Carlos y el primero de su actual pareja. ¿Qué será de este niño?
Gracias a Cáritas y al Club de Leones (ya llegaron las chapas para el techo), la subsistencia del niño y de sus padres está asegurada: la subsistencia, no más que eso.
El P. Leo, párroco de Lascano que también atiende las capillas de San Luis y Cebollatí, ayuda como puede en lo material, al tiempo que entrega cada día gotas de buen humor y de esperanza a tantos hombres y mujeres de nuestro Uruguay profundo, que no conocen las tarjetas de crédito: viven al día, con lo puesto y confiados en la Providencia.
Ya sé que se puede hablar y discutir hasta el cansancio sobre las causas de estas situaciones. En todo caso, por favor no sigas de largo cuando encuentres, padeciéndolas, a uno de tus hermanos: te lo pide Jesús.