Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti
Mujica y Papa Francisco
La prensa informó que el Presidente Mujica ha solicitado ser recibido por el Papa Francisco. La ocasión será un próximo viaje presidencial que lo llevará a China y algunos otros países, incluyendo una etapa en Roma y el Vaticano. Ha trascendido que la fecha del encuentro sería el 1º de junio.
Nos complace el deseo de nuestro presidente de aprovechar su gira para encontrarse con el Papa Francisco. Los Papas cumplen responsabilidades en dos grandes campos: el primero y prioritario es continuar la misión que Jesucristo confió a Pedro, o sea, confirmar a sus hermanos en la fe, como cabeza visible y centro de unidad de los católicos.
Pero además, en la actualidad, la figura del Papa ha adquirido un perfil y una misión como cabeza del estado vaticano, lo cual le permite aportar una voz en el concierto de naciones que tienen su máxima expresión en el organismo de las Naciones Unidas.
Es por tanto una tradición de reciprocidad que los Papas reciban a jefes de estado, independientemente de sus particulares creencias o ideologías, en especial, como el caso de Mujica, cuando nuestro país mantiene relaciones diplomáticas y tiene un embajador acreditado. Ambas caras del papado se conjugan en lo que puede llamarse la gran política de la paz. El Papa Juan XXIII en su encíclica La Paz en la tierra (1963), puso de relieve este eje inspirador en un momento histórico marcado por la proliferación nuclear.
En cuanto al temario, nuestro presidente ha adelantado que desea plantear al Papa que los obispos colaboren en la implementación de planes de vivienda. Respecto a esto he manifestado mis discrepancias.
En primer lugar si él quiere abrir un diálogo sobre este u otros temas, los obispos no tendríamos inconveniente en sentarnos para cambiar ideas. Aunque probablemente nuestras prioridades o urgencias no sean las mismas. Pero no importa, hablando la gente se entiende y él está acostumbrado a buscar consensos, no siempre fáciles, aún dentro de sus propias filas partidarias.
Personalmente estimo que hay otras urgencias, entre ellas la educación, que no termina de despegar y de la que dependen los sueños de miles de jóvenes uruguayos. Y si no mordemos este duro hueso la torre se nos cae. En cierta ocasión se entregaron viviendas a familias carenciadas; la sorpresa fue que al cabo de un corto tiempo habían usado el parquet para leña.
Un espacio que merecería especial atención de parte del estado y al que la iglesia católica le da especial atención es sin duda la familia. Su estabilidad y misión educadora no puede simplemente transferirse a los centros que vienen multiplicándose y que colaboran compensando ausencias.
El bien de toda la sociedad requiere la articulación entre Estado y sociedad civil en la amplia gama de iniciativas, servicios y grupos o en sectores como la enseñanza, la salud, la cultura y obviamente, en los diversos servicios que prestan las iglesias cristianas.
En nuestro país se necesitó un largo tiempo para que la universidad de la república dejara de ser el único centro educativo de nivel terciario, y la iglesia pudo obtener el reconocimiento de la primera universidad no estatal en el año 1985. Por otro lado no hay que olvidar que la universidad del estado fue fundada por ley promovida por el Presbítero Dámaso Antonio Larrañaga y que su primer rector fue el Presbítero Lorenzo Fernández, porque Larrañaga ya había fallecido. Y si el estado apoyara más la educación católica ¿cuántos liceos como el Jubilar podrían ponerse en marcha?
La puerta para la colaboración entre iglesia y planes de gobierno está siempre abierta por parte de la Iglesia. El martes pasado se inauguraron dos nuevos salones en el CAIF Nuestra Señora de Guadalupe instalado en el medio de dos barrios -Calafí y Caballero- en Salto. Junto con autoridades del Inau que concurrieron tuve la oportunidad de referirme a las palabras del Presidente Mujica manifestando que la colaboración a la que él se refería hacía tiempo se venía dando en este lugar concreto desde hacía seis años.
La capilla abrió sus puertas y las mamás están muy contentas. Aportando cada uno lo propio, el barrio y las familias están más felices.
Columna publicada en el Diario «cambio», el viernes 10 de mayo de 2013