Respondiendo a preguntas
Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti
El pasado Domingo, invitado al programa “Debate abierto”, concurrí a la emisora Libertadores, unos minutos después de las 11 horas. Al entrar en los estudios vi por primera vez a Walter Texeira.
La comunicación radial, directa, con un grado de espontaneidad e intervenciones de la audiencia, es un buen desafío. No siempre tengo la respuesta justa, pero reconozco que las preguntas de un periodista suelen tener una cuota de sorpresa. Agradezco la invitación al programa “Debate abierto” que sin duda es muy escuchado por el número de llamadas y mensajes que llegaron durante el programa.
Como el tiempo resultó escaso para responder a todas las preguntas que llegaron, me propongo responder algunas de esas llamadas y continuar el diálogo con los oyentes.
La pregunta que elijo es la de un o una oyente preguntando sobre el helicóptero que el pasado 28 de febrero se elevó sobre la cúpula de San Pedro, en el Vaticano, para trasladar a Benedicto XVI hasta su residencia provisoria durante los próximos dos meses en Castelgandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma. Y me preguntó cuántas vacunas de penicilina se hubieran podido comprar con el dinero gastado en el combustible.
Lo primero que puedo responder, según lo que pude leer en la foto publicada en periódicos de nuestro país, es que ese helicóptero pertenece al estado italiano; debe por lo tanto interpretarse como una gentileza hacia el Papa y hacia el estado Vaticano, vecinos inseparables. Algo semejante a lo que hace el gobierno de Cristina K. invitando a nuestro presidente a viajar a Venezuela en su avión presidencial.
Pero aceptando por un momento una mirada económica que es legítima, le puedo decir a la persona de la pregunta, que el Papa da vida a Roma. Su sola presencia es un poderoso imán para mover muchedumbres que colman la plaza durante el año. Las cadenas de hoteles y hospedajes de todo precio, las agencias de viajes, el transporte y tantos otros servicios complementarios, como por ejemplo guías turísticos en idiomas que cada vez van aumentando, todo eso es producto de la fe católica que tiene allí sus grandes tesoros. Imposible de ser cuantificados por miradas mercantiles. ¿Qué precio tiene poder entrar al Coliseo, administrado por la municipalidad de Roma, lugar donde los cristianos eran devorados por los leones?
Si a eso le sumamos la atracción por la Roma cristiana, que va desde las catacumbas, las iglesias con obras monumentales como el Moisés o la Pietá de Miguel Angel, que hoy siguen asombrando a miradas que se dejan tocar por el genio artístico, podemos decir que esa riqueza no es propiedad del Papa ni de la Iglesia católica, es de la humanidad entera, es la atracción de los mártires, que como el apóstol Pedro fueron crucificados en Plaza San Pedro, que era en aquel tiempo un estadio. A propósito de La Pietá, ante la cual se detienen miles de visitantes que ingresan a la Basílica de San Pedro, el año pasado un director de cine coreano, Kim Ki-Duk hizo una película y le puso el nombre “Pietá”. Según declaró, “el título del film destellaba en mi mente recordando la emoción que experimenté delante del grupo escultórico que se encuentra en la basílica de san Pedro en el Vaticano. El abrazo de aquella madre al hijo muerto en cruz me pareció un signo del dolor compartido de la entera humanidad que me lo traje dentro mío por muchos años”.
La mirada económica reprime y ahoga la sensibilidad artística que podemos experimentar ante una obra de arte. Si en cualquier museo, el del Prado en Madrid, el Louvre o el Gallino de nuestra ciudad, entramos con esos ojos mercantiles estamos reprimiendo emociones que tanto necesita el ser humano para compensar tantas asperezas de la vida cotidiana. Y lo más lindo es que esas emociones no cuestan nada. Son gratis, porque entrar a ver la Pietá no cuesta nada, como tampoco cuesta nada entrar en Salto al museo de la calle Uruguay.
Además el Presidente de Italia Napolitano se ha mostrado muy cercano hacia el Papa en diferentes ocasiones en que ha ido a saludarlo y sabiendo el buen gusto por la música del Papa Ratzinger, le ha ofrecido en su honor, en su cumpleaños, un concierto.
>> Columna publicada en el Diario «Cambio» el viernes 8 de marzo de 2013