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Mensaje a la Comunidad Diocesana
¨para que Jesucristo sea el primero en todo¨
¨No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: ¨Hoy, en la ciudad de David les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. ¨ Lc. 2, 10 -11
Una vez más nos convoca la Solemnidad de la Navidad, acontecimiento que ha pautado la vida e historia de la humanidad y que llega a nosotros con toda su fuerza transformadora y de rescate según la voluntad del Padre Dios de esta humanidad de la que somos parte.
Es según nos lo dice la Palabra ¨una buena noticia¨, esta sí es la Buena Noticia. La recibimos con Fe, con entusiasmo, con alegría. No como tantas otras que nos llegan y con distinto carácter y perspectiva para la humanidad, para la persona y resultan infructuosas y que de suyo son intrascendentes y muy poco constructivas de la persona.
Es una buena noticia porque Dios en su obra creadora y de Salvación privilegia la persona humana para darse a conocer y para realizar por ella su obra de redención.
Luego de realizar el itinerario de preparación que nos propone el ADVIENTO, con el llamado al inicio de ¨estén prevenidos¨, y en la dinámica misma de los días que han transcurrido hemos ido desarrollando en nuestro diario acontecer la firme voluntad y disponibilidad del Espíritu para retirar del camino todo aquello que hace infecunda la existencia e imposibilita que ella tenga como centro y horizonte la persona del Señor Resucitado que se presenta en el pesebre, en la fragilidad y pequeñez de un niño, que adentrado en la historia inicia también el camino en la búsqueda de la fidelidad a la vida y misión recibida del Padre Dios, así hace el itinerario temporal desde la cuna, al calvario y desde allí a la Resurrección.
La vida nuestra, corrido el telón de los miedos está llamada a ser recorrida en unión a tal fidelidad y plenitud de realización, y tenemos la certeza de ese deseo de Bien constante del nacido en Belén que nos guía con su Palabra para que logremos nosotros esa plenitud de vida que se inicia en tan sencilla condición humana como en la precaria expresión del pesebre.
A la espera de ¨un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia¨, realidad definitiva en Dios, mientras tanto y en el orden temporal de las cosas y ¨sin que estas nos impidan acudir presurosos al encuentro de tu hijo¨, debemos realizar esta existencia nuestra ¨de tal manera que Él nos encuentre en paz, sin mancha ni reproche¨.
Podrá ser posible si logramos superar cuánto hay de vacío en propuestas vanas, superfluas, caducas en el mismo momento, y celebramos la NAVIDAD, con el sentido original, profundo y autentico con toda la verdad que ella contiene como es celebrar el nacimiento del Dios que asume nuestra naturaleza y se presenta con faz humana, e inicia desde adentro de la humanidad y desde adentro de la historia el recorrido de la Salvación, de nuestra Salvación.
No nos dejemos distraer, correspondamos a la invitación y cercana presencia del Señor y busquemos el camino de la verdad, de lo auténtico para poder ser invitación a nuestros hermanos de la verdad de Jesucristo, nacido en el Pesebre de Belén y seamos a imagen de Juan Bautista quienes les mostremos la presencia del Señor en nuestros días, hacia el convergen nuestra miradas como expresión de la búsqueda que el corazón hace de aquel de quien recibimos la vida y que viene a compartirla con nosotros para introducirnos en Su Vida, para que esta sea Plena según la suya que hoy se nos revela y nos invita participar de ella.
En estos días celebramos el nacimiento del que llamamos ¨´Príncipe de la Paz¨, acudamos a Él, presentémosle la oración de intercesión por tantos hermanos con corazón perturbado, por tantos hermanos que sufren y provocan violencia, en distintos órdenes, en lugares que viven el flagelo de la guerra, muertes injustas, destrucciones de bienes que han sido fruto de esfuerzos, de exigencias de vida. Por aquellos que no tienen paz, por no tener lo mínimo necesario para el bien vivir, por no tener el decoro que merece toda persona, por no ser expresión de la dignidad de persona y que se violentan ante la indiferencia de tantos, tal vez de nosotros…
Ordenemos nuestra vida, nuestro sentir según lo que creemos y que celebramos.
Que de nuestra parte y por nuestro compromiso con aquel que vino hacerse nuestro hermano a nadie le falte la posibilidad de celebrar la NAVIDAD con autenticidad, con espíritu, con el convencimiento de la Fe, la que profesamos, celebramos y le anunciamos
FELIZ NAVIDAD.
+Pedro Wolcan Olano
Obispo de Tacuarembó