Unámonos en la plegaria confiada al Dios de la vida por las víctimas, sus familias y amigos, para que el Señor les dé fuerzas y consuelo.
Pidamos por los gobernantes y dirigentes de los pueblos, para que en sus corazones habite el deseo de encontrar soluciones desde la escucha y el diálogo, en el respeto de toda vida humana, poniendo su mirada en los que más sufren.
Que esta tierra, cuna y epicentro de las religiones monoteístas, se transforme en un testimonio a la humanidad de comprensión y convivencia.
Invitamos a todos los cristianos y a los hombres y mujeres de buena voluntad a renovar nuestro compromiso por la paz y a no ser indiferentes ante el dolor que el terrorismo y la guerra son capaces de causar.