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«The good wife»: “La esposa ejemplar” | La dictadura de las tentaciones

By 18/02/2016febrero 27th, 2016No Comments

 

Cast of the CBS series THE GOOD WIFE from LtoR: Christine Baranski as Diane Lockhart, Chris Noth as Peter Florrick, Archie Panjabi as Kalinda Sherma, Julianna Margulies as Alicia Florrick, Alan Cumming as Eli Gold, Josh Charles as Will Gardner, and Matt Czuchry as Cary Agos.  THE GOOD WIFE airs Sundays (9:00-10:00 PM, ET/PT) on the CBS Television Network. Photo: Justin Stephens ©2012 CBS Broadcasting Inc. All Rights Reserved.

Cast of the CBS series THE GOOD WIFE from LtoR: Christine Baranski as Diane Lockhart, Chris Noth as Peter Florrick, Archie Panjabi as Kalinda Sherma, Julianna Margulies as Alicia Florrick, Alan Cumming as Eli Gold, Josh Charles as Will Gardner, and Matt Czuchry as Cary Agos. THE GOOD WIFE airs Sundays (9:00-10:00 PM, ET/PT) on the CBS Television Network. Photo: Justin Stephens ©2012 CBS Broadcasting Inc. All Rights Reserved.

Por Laura Álvarez Goyoaga

Artículo publicado en el Quincenario «Entre Todos»

“La esposa ejemplar” (“The Good Wife” en su título original), es un drama político-legal estadounidense. Comenzó a emitirse en formato de serie en el año 2009, y alcanzó el rango nada menor de siete temporadas. En nuestro país lo pasa el canal abierto del Estado (Televisión Nacional Uruguaya), pero como ocurre en estos días gracias al streaming, también contamos con la posibilidad de descubrirla desde cero a través de internet, y gestionar el ritmo al cual queremos convertirnos en sus espectadores.

El alcalde de Nueva York…

Se trata de una serie creada por Robert y Michelle King, famosa por su elenco multiestelar. Alicia Florrick (Julianna Margulies), personaje central presentado visualmente como tal en el afiche promocional, es una madre y esposa que debe hacerse cargo de su familia cuando su marido, Peter Florrick, (Chris Noth), un importante político, es destituido y encarcelado, acusado de corrupción, mientras que en la prensa y las redes sociales se difunden videos que documentan sus relaciones con prostitutas.

Al inicio de la historia, Alicia Florrick continúa apoyando públicamente a su esposo aunque no le ha perdonado sus infidelidades. Forzada por las circunstancias abandona con su familia el vecindario lujoso donde residían, y de ama de casa de clase media alta, pasa a retomar el ejercicio de la profesión de abogada. Mediando vínculos personales que van desarrollándose a lo largo de los capítulos, ingresa en uno de los más prestigiosos y poderosos estudios jurídicos de la ciudad. Estos vínculos refieren a Will Gardner (Josh Charles), antiguo compañero universitario con quien Alicia tiene una “historia” inconclusa. Junto a Will, dirige el estudio Diane Lockhart (Christine Baranski). Son muchos los personajes interesantes cuya enumeración es imposible agotar. Por razones que luego vendrán al caso, mencionaremos a Grace (Makenzie Vega) la hija de los Florrick, de simbólico nombre: significa, traducido al español, “Gracia”.

Para cerrar la introducción baste agregar que la serie tomó su inspiración del caso del gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, quien dimitió en el año 2008 debido al escándalo desatado porque había contratado los servicios de prostitutas de alto nivel. Ante tal humillación pública, Silda Wall, su esposa, se mantuvo a su lado por cinco años más, al cabo de los cuales el matrimonio llegó a su fin.

Moderna e intemporal

Las críticas elogiosas han sido pródigas. “The Hollywood Reporter” la calificó como “excelente”. Para “The New York Times”: “The Good Wife toma como guía la vida real, no solo los titulares, y es mejor por ese hecho”. “Los Angeles Times” la nominó como el mejor drama del 2009. Margulies fue premiada con el Emmy y el Globo de Oro por su actuación.

¿Qué puede decirse de la serie como producto comunicacional? Está muy bien escrita, y presenta un planteo inteligente. El desarrollo de los personajes es brillante. Genera una conexión empática con el público, que se preocupa, se indigna, se alivia, se compadece, se anticipa, se intriga, se involucra con todas y cada una de las cosas que hacen o les suceden.

Como debe ser con la excelente narrativa, la historia se va construyendo paso a paso, de manera de enganchar al espectador. Hay todo un proceso de seducción en marcha, centrado en las sucesivas crisis que enfrenta y navega la heroína. Margulies, la actriz, por encima del personaje, es para algunos críticos el diamante que brilla en el centro: un arquetipo universal, elegante pero con los pies en la tierra, moderna y a la vez intemporal.

La escenografía, el vestuario y los efectos visuales merecen todos los elogios. Los diálogos están tan bien escritos que consiguen hacer parecer espontáneo y natural lo que obviamente solo podría provenir de una detenida reflexión. Cada capítulo comienza y termina con un nuevo juicio, enganchado en la trama central, de manera que los frecuentes cambios de escenario impiden que el espectador se aburra. Salvo mínimas excepciones, no están presentes el sexo explícito y la grosería. La línea argumental refiere a la realidad actual. ¿Vale la pena verla? Sin dudas el espectador va a encontrarse con un producto cultural entretenido.

Hasta donde sea posible

Ahora bien: en un segundo nivel de análisis, ¿es posible ver algo más dentro del cuadro que nos presentan? La acción es vertiginosa, como bien decíamos, y ello, además de entretener, hace que el espectador, a diferencia de otras series, demore en darse cuenta de “por dónde va la cosa”. En otras palabras: cuál es el tema que estamos desarrollando.

En su discurso a la Curia Romana en la Navidad de 2010, Benedicto XVI recordó que “Alexis de Tocqueville, en su tiempo, observó que  en América la democracia fue posible y había funcionado porque, más allá de las denominaciones particulares, existía un consenso moral de base que unía a todos.” Y con su característica claridad intelectual, continuó: “Sólo si existe un consenso semejante sobre lo esencial, las constituciones y el derecho pueden funcionar”.

“The Good Wife” retrata hasta en sus mínimos detalles un estado del consenso social ético, que no es cualquiera. Por su condición de producto comunicacional de gran público, tiene además un poder didáctico impresionante.

Comencemos por el principio: el título es en sí mismo una ironía. Alicia dista muchísimo del modelo de “esposa ejemplar”, y también del de abogada ejemplar, en procura del ideal de justicia. Aquí, como en “Downton Abbey”, la serie que comentamos en un artículo anterior, los personajes se rigen por normas. Pero mientras que en el caso de esta última, la norma aparece como un modelo para crecer en procura del bien, y se la cuestiona bajo el parámetro de la justicia como valor, en “The Good Wife” es simplemente una restricción que se estira para ver “hasta dónde es posible llegar”.

Alicia, Diane y Will hacen en más de una ocasión mención expresa a ello, al justificar la aplicación de la norma por encima de la justicia para obtener lo “mejor para su cliente”. Y en esa dinámica, llegamos a episodios en estilo dramedy (una expresión contemporánea utilizada para subgéneros narrativos que combinan elementos de comedia y drama), donde los abogados de cada una de las partes pasan, según sus conveniencias, a alegar los argumentos jurídicos que al principio rebatían en sus oponentes, sin ningún tipo de prurito o justificación. Lo grave del caso es que en ocasiones lo que está en juego en este malabarismo de tecnicismos no es un simple interés económico, sino la vida o el futuro de un ser humano.

El dilema moral

Alicia mujer, o Diane mujer, o cualquiera de los personajes enfocados como seres humanos, tampoco escapan a esta dictadura de las tentaciones, ni encuentran un camino de felicidad. No hay un solo personaje que sea feliz en la serie. Los hay glamorosos, los hay exitosos, pero no felices. Aquellos que se nos presentan con pretensión de mayor “autenticidad” en sus acciones, la madre y el hermano de la esposa ejemplar, proclaman el credo políticamente correcto de “seguí tu corazón”, el cual en realidad equivale a “seguí tus deseos”.

Dejemos al espectador transitar con Alicia por sus vericuetos morales y sentimentales: se va a divertir en un proceso donde encontrará una característica que comparte con muchos compañeros en la ficción y también con muchas personas reales que nos cruzamos en el día a día. Son, gráficamente, aquellos “con patente de buenos”. Los que cumplen con lo “estéticamente” correcto. Los en teoría “incapaces de actuar mal”. Los que proceden con “autenticidad”, y por lo tanto no les tiembla el pulso.

Volvamos a las palabras de Benedicto XVI en el discurso que mencionábamos más arriba: “Este consenso de fondo que proviene del patrimonio cristiano está en peligro allí donde en su lugar, en vez de la razón moral, se pone la mera racionalidad finalista”, decía. Lo bueno es que, siempre dentro del consenso social ético de lo “auténtico”, la serie no deja de plantear este dilema. Así, cuando llega el momento en que Will, enfrentado a Alicia, verbaliza su conclusión acerca de ella, muchos espectadores coincidimos: sí, Alicia ha actuado de una manera “horrible”, y lo peor es que ni siquiera se da cuenta de que es “horrible”, por lo tanto no siente la necesidad de retroceder o arrepentirse. La misma Alicia que por varias temporadas se llevó nuestra simpatía y comprensión.

Porque son minoría

Otro ángulo a tener en cuenta en el análisis es la forma en que la serie presenta el tema de la fe. Hay referencias al mensaje cristiano desde varios ángulos. Aparece cuando, con intenciones no del todo desinteresadas en cuanto a fines políticos, en la primera temporada Peter procura el asesoramiento espiritual de un pastor y reza con él; o bien cuando vemos en todos los tribunales el lema “In God We Trust” (“En Dios confiamos”) presidiendo el estrado de cada juez.

Alicia, autoconfesa atea, y su suegra, tendrán disputas acerca del camino espiritual de Peter. Pero al mismo tiempo, la hija de ambos, Grace (“Gracia”) y su acercamiento a la fe será el otro frente espiritual que afectará a la esposa ejemplar. Cuando su hija le pregunta a Alicia por qué no quiere que se convierta al cristianismo, la respuesta que recibe de su madre es “porque el cristianismo se está volviendo una minoría”. Si bien es la opinión de un personaje, no parece una respuesta neutra desde el punto de vista argumental… aunque hay ocasiones en las cuales el lineamiento del guión no está tan claro en dicho sentido, y no parece que llegue a estarlo incluso al final, ya avanzada la serie.

En definitiva, estamos ante una producción de singular calidad, muy entretenida y atrapante, que arroja luz sobre los efectos trágicos de un consenso ético mayoritario fundado en la racionalidad finalista, y una vez más nos muestra cómo el abordaje de la fe no puede soslayarse por completo en ningún producto cultural de occidente. Para mirarla, con una visión crítica.