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Primera Dama, la Intendente y cientos de fieles acompañaron la inauguración de la Capilla en el Verdún

By 25/09/2015octubre 2nd, 2015No Comments

Capilla Verdún

En la hermosa y soleada tarde del 19 de setiembre, se inauguró la Capilla Madre de la Misericordia, en la cumbre del Cerro Verdún. En la celebración, el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, anunció que la fiesta de la capilla Madre de Misericordia se celebrará cada año el 15 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, al tiempo que animó a que «sepamos transformar nuestro corazón de tal manera que sea la misericordia la que inspire nuestros pensamientos y nuestras palabras…».

Participaron en la inauguración la Intendente de Minas, Adriana Peña, la Primera Dama, María Auxiliadora Delgado de Vázquez y  una desbordante cantidad de fieles tanto de la Diócesis de Minas como de Diócesis vecinas.

Luego de subir el cerro rezando el rosario, a las 16 hs. comenzó la Santa Misa, en la que se bendijo e inauguró la capilla. La celebración estuvo presidida por Mons. Fuentes y concelebrada por sacerdotes de la Diócesis y el Vicario del Opus Dei, Mons. Carlos González Saracho.

En el marco de la inauguración, el Arquitecto encargado de la obra, Francisco Collet, describió las distintas etapas de la construcción, el diseño de la capilla, los desafíos que se fueron planteado y superando durante todo el proceso  y, lo más importante, el descubrimiento de la presencia maternal de Maria del Verdún durante la obra.

En su Homilía, Mons. Fuentes agradeció a cuántos hicieron posible la obra y  expresó que al inaugurar la Capilla «le confiamos  a la Madre de la Misericordia una doble petición; que la misericordia divina, ese amor de Dios que pasa por encima de la miseria humana y llega con la paz y el perdón a los hijos, se vuelque sobre el mundo entero; y la segunda, que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, sepamos transformar nuestro corazón de tal manera que sea la misericordia la que inspire nuestros pensamientos y nuestras palabras…».

HOMILÍA de Mons. Jaime Fuentes

Cuántas veces habremos escuchado este relato de los últimos momentos de Jesús, y cuántas habremos meditado el regalo que recibimos del Señor: no le quedaba nada por entregar y quiso darnos a su Madre como Madre nuestra. Lo agradecemos hoy especialmente, de corazón, al renovar por primera vez el Santo Sacrificio de la Cruz, en esta capilla dedicada a la Virgen, Madre de Misericordia.

La contemplamos en la imagen que nos preside y que será objeto de contemplación amorosa a lo largo de generaciones… María mira a su Hijo con expresión dolorosa y serena al mismo tiempo, aceptando y amando la misteriosa Voluntad de Dios… Tiene en sus brazos al Hijo que Ella engendró, llevó en su seno y lo dio a luz; lo alimentó, lo vio crecer, lo cuidó… Cuando finalmente salió a predicar y a curar a los enfermos, y a hablarles del camino que lleva al Cielo, Ella escuchaba en silencio, bebiendo sus palabras…

Le alegraba el amor de tantísima gente por su Hijo, y le partía el alma el desprecio de los que tenían poder. Llegó el momento, “la Hora” que Jesús le había anunciado en Caná. Y al pie de la Cruz estaba su Madre… Y fue ahí cuando recibió de su aliento cortado la nueva misión: ser la Madre de  todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, porque por todos ellos, sin excepción, su Hijo divino entregaba la vida. Ella es Madre de Misericordia.

¡Qué paz nos invade llamándola así, mientras contemplamos su imagen! Y es que María, como nos explicó el Papa San Juan Pablo II, es la que de manera singular y excepcional ha experimentado —como nadie— la misericordia y, también de manera excepcional, ha hecho posible con el sacrificio de su corazón la propia participación en la revelación de la misericordia divina. Tal sacrificio está estrechamente vinculado con la cruz de su Hijo, a cuyos pies ella se encontraba en el Calvario. Además, continuaba el Papa, María es la que de manera singular y excepcional (…) ha hecho posible, con el sacrificio de su corazón, la propia participación en la revelación de la misericordia divina. Ella es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es.

La Virgen Santísima, cuando fue a visitar a su prima Isabel,  estaba feliz porque la misericordia de Dios “se derrama de generación en generación”… Esta tarde, al inaugurar la casa dedicada a Ella bajo la advocación Madre de Misericordia, le confiamos una doble petición: que la misericordia divina, ese amor de Dios que pasa por encima de la miseria humana y llega con la paz del perdón a los hijos, se vuelque sobre nuestra generación en el mundo entero. Y que cada uno de nosotros, con la ayuda de Dios, sepamos transformar nuestro corazón, de tal manera que sea la misericordia la que inspire nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras obras.

Hace más de 100 años, cuando la Virgen fue entronizada en su templete del cerro del Verdún, empezó a brotar en él un manantial de misericordia: desde entonces y hasta hoy, María Santísima recibe con su amor maternal las peticiones de sus hijos, las escucha y las responde. Por eso, generaciones de mujeres y hombres uruguayos han experimentado aquí su cercanía, sus cuidados, su sonrisa. Y así como suben el Verdún para pedirle tantas necesidades físicas, materiales y espirituales, vienen también a agradecerle sus indudables favores.

Aquí se entiende bien lo que explicaba san Juan Pablo II: la misericordia de Dios es especialmente fructuosa, porque se funda, por parte de la Madre de Dios, sobre el tacto singular de su corazón materno, sobre su sensibilidad particular, sobre su especial aptitud para llegar a todos aquellos que aceptan más fácilmente el amor misericordioso de parte de una madre.

Esta capilla que hoy inauguramos quiere ser una correspondencia de amor a la Santísima Virgen. “Amor con amor se paga”, dice el refrán… Le “debíamos” a la Virgen esta casa. Y, al mismo tiempo, esta capilla ha de ser también el lugar donde la Madre y los hijos podrán conversar de tantas cosas…, sobre todo de Jesús y de su amor misericordioso, que continúa queriendo llegar al corazón de los hombres.

Es una gran verdad, como explicaba san Josemaría Escrivá, que “María, a quienes se acercan a Ella y contemplan su vida, les hace siempre el inmenso favor de llevarlos a la Cruz, de ponerlos frente a frente al ejemplo del Hijo de Dios. (…) Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios, han sido precedidas de un encuentro con María”.

Que la Virgen, Madre de Misericordia, despierte en los corazones un deseo eficaz de buscar la santidad; que muchos matrimonios y familias encuentren aquí, en esta casa de María, alegría en las dificultades; serenidad en las contrariedades; firmeza en su vida cristiana. Que este sea el lugar del encuentro gozoso con Jesús que perdona los pecados en el sacramento de la Penitencia. Todo esto esperamos de la capilla Madre de Misericordia.

Un motivo de especial alegría lo proporciona el hecho de que será un punto de referencia muy particular a lo largo del Año Santo extraordinario convocado por el Santo Padre Francisco, el Año de la Misericordia que comenzará el próximo 8 de diciembre. El sábado 19 abriremos simbólicamente la Puerta Santa de la capilla y, a partir de esta fecha, desde el Verdún correrá un río de gracia de Dios a lo largo de todo el Año Santo. Aquí vendrán peregrinos de los cuatro puntos cardinales del Uruguay, en búsqueda del perdón de sus pecados y de la indulgencia, que la Iglesia dará con generosidad y amor de Madre a todos los que se acerquen a ella: la Virgen les facilitará el encuentro con el amor misericordioso de Jesús y les enseñará a ser misericordiosos.

¡Qué alegría nos da invitar a todas las Diócesis de nuestra Iglesia uruguaya, a los párrocos en especial, a venir aquí en peregrinación, con sus comunidades, para venerar a María! Y  todas las instituciones de la Iglesia, naturalmente. ¡Gracias, Madre de Misericordia, por adelantado, porque en este lugar que ahora bendeciremos, se encontrarán con Jesús miles y miles de hombres y mujeres a lo largo del tiempo!…

 Tengo que confesarles algo importante, en honor a la verdad histórica. Yo no había pensado en esta capilla, tenía la idea de una iglesia abajo, en la base del cerro. Empecé a darle vueltas a la idea porque me hicieron esta sugerencia, que me pareció buena: una capilla para unas 15 o 20 personas…

El arquitecto Collet buscó distintas maneras de concretarla… Nadie había pensado en este lugar, hasta que apareció… “La Virgen desde arriba ve todo mucho mejor”, me dijo una persona…Yo no sabía por dónde empezar a juntar el dinero, cuando la señora Nina von Matzahan me dijo que ella podría hacerse cargo… Después, hombres y mujeres generosos ofrecieron sus ayudas…

Y se fueron dando otras circunstancias que hablan por sí mismas de que la Virgen quería y quiere esta capilla. La imagen preciosa que nos preside y llevaba casi 20 años esperando su lugar casa… (gracias, Mons. González Saracho y a la restauradora, la sra. Mechtild Endhart). Estos bancos exactos… (gracias familia Jaso). Este Via Crucis… (gracias, familia Bartol). Un vehículo para subir al Verdún… (gracias, familia Otegui).

Todo ha salido adelante por la evidente intercesión de María Santísima.

La obra ha sido posible gracias al esfuerzo creativo y perseverante del Estudio de Arquitectos Collet Neri y del trabajo de Gerardo Larrosa y su empresa… (gracias).  La Virgen los ha ayudado… ningún accidente en 11 meses y construyendo en la altura… Antes de ellos, los soldados de la IV División de Ejército asumieron el trabajo más duro… La Intendencia nos ha ayudado… (gracias, Adriana; muchas gracias Ma. Auxiliadora por presidir la Comisión). CUCPSA, HOPRESA, son empresas que también nos han ayudado…

Gracias especialmente a los medios de prensa de Minas (diarios, semanarios, radios, canales de TV) y de otros departamentos, por la ayuda que nos han prestado…

Gracias, Padre Pablo, por todas las gestiones y por las contabilidades que has tenido que llevar. Un agradecimiento muy especial al P. Jarek, que es el Rector del  Santuario y que pone y pondrá lo mejor de sí, para hacer realidad los sueños de misericordia que tenemos.

Quiero comunicarles una disposición del obispo: la fiesta de la capilla Madre de Misericordia se celebrará cada año el 15 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores.

 Terminamos recordando al Papa Francisco y le encomendamos a la Virgen su viaje a Cuba y a Estados Unidos. Al convocar el Año Santo de la Misericordia escribió: “El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.

Al pie de la cruz, María junto con Juan, el discípulo del amor, es testigo de las palabras de perdón que salen de la boca de Jesús. El perdón supremo ofrecido a quien lo ha crucificado nos muestra hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios. María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno. Que Ella nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.

Fuente del texto y más imágenes en https://www.facebook.com/diocesisdeminas/posts/493748837459825